Opinion

Apuesta a la seguridad y concientización; y un tóxico que es peor que la tormenta

La tragedia en las rutas como asunto cotidiano, los distintos posicionamientos senatoriales frente al Alcohol Cero, la inversión en rutas en buen estado; un fenómeno meteorológico que desnuda la incapacidad de la política para analizar con sensatez e inteligencia las cosas que pasan y que tienen que pasar.

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EL DIARIO digital

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El gobierno provincial anunció en la semana que se fue la inversión en reparación de rutas, en este caso en la zona del oeste pampeano, en tanto que en el Senado se reactivó la posibilidad de por fin avanzar con la Ley de Alcohol Cero, entre otras razones porque el senador Daniel Kroneberger y un grupo de pares pidió a su bloque de Juntos por el Cambio un gesto positivo en ese sentido.

La apuesta del oficialismo respecto de las rutas 10 y 105 movilizó a los intendentes e intendentas de la zona a plantear públicamente que se trata de una obra "histórica" y "de trascendencia", según los calificativos que eligieron jefes comunales que son de distintos espacios políticos, como el telenense Saúl Echeveste y el victoriquense Hugo Kenny.

La reparación de esas arterias es necesaria desde varios puntos de vista, pero sin dudas implica una mejora en la calidad de vida para quienes transitan el lugar, es una modificación social positiva, permitirá activar más y mejor la producción y también incrementará la seguridad en el tránsito en una época donde ese asunto no es cosa menor.

Todos los días y semanas la provincia convive con noticias funestas que vienen desde las rutas: sin ir más lejos en estos días hubo al menos dos siniestros viales fatales en diversos tramos de la Ruta 35 que le costaron la vida a 5 personas.

El doloroso impacto de esos episodios, sin embargo, muchas veces no alcanza para otorgar verdadera dimensión a la importancia que le cabe al rol del Estado a la hora de intervenir en la prevención de esas situaciones.

De ahí que el primer párrafo de este artículo haya señalado la actitud de Kroneberger respecto de la Ley de Alcohol Cero, frenada en el Senado de modo injustificable, tal como se señaló en estas mismas líneas la semana pasada, a partir de una vergonzosa actitud del bloque opositor que paralizó las sesiones por oportunismo político y dejó sin tratamiento y sin sanción normativas reclamadas a gritos por la comunidad, incluyendo la Ley Lucio.

Después de ese tropezón, Kroneberger al menos se puso en la vereda de quienes dentro del bloque de Juntos por el Cambio hicieron alguna autocrítica y se alinearon con la coherencia en un camino que los aleja menos de la demanda de la población.

Pero a la vez resultó que el comportamiento de otras facciones de esa alianza política quedó en evidencia como más descarado todavía, puesto que lo que salió a la luz es que el mendocino Alfredo Cornejo quiso aprovechar la suspensión de la sesión pasada para definitivamente meter la Ley de Alcohol Cero bajo la alfombra, y así congraciarse con el poderoso lobby de los empresarios bodegueros, refractarios a esa idea.

En todo ese proceso, también está involucrada la senadora del PRO Victoria Huala, quien pese a sus intenciones de hacerse transparente para no pagar costos políticos, es una de las caras visibles de la hipocresía de una dirigencia política que se llena la boca hablando de algunos temas pero a la hora de la verdad, cuando realmente le corresponde hacer algo en vinculación con esa causa, actúa de otra manera.

Frente a este tema Huala ha hecho gala de una de sus más probadas capacidades a lo largo del año pasado: el silencio, que practicó tan a destajo durante el período anterior que quedó como figura del ranking de senadores y senadoras que menos cosas dijeron (pronunció apenas 54 palabras en las sesiones de todo 2022).

…y una de arena…

Santa Rosa, como también le pasó a General Acha, padeció una jornada lamentable a raíz de la fuerte tormenta que sacudió a la ciudad con viento, granizo y una abundante precipitación que en menos de 40 minutos generó inconvenientes de distinto tipo en muy diversos sectores de la ciudad.

Igual de angustioso que la situación en sí es que sea tan difícil de analizar ese impacto de modo más o menos racional y sin caer en extremismos ni aprovechamientos políticos.

La capital pampeana hace tiempo que está al borde de ciertos colapsos frente a ese tipo de fenómenos meteorológicos, que además han dejado de ser extraordinarios para volverse relativamente periódicos: esa situación, en principio, debe ser mirada como una película, no como una foto, en la que aparecen varios responsables por inacciones, perezas, incompetencias.

El desarrollo de la campaña electoral enrarece toda posibilidad de que el tema sea abordado seriamente y con el objetivo de una búsqueda de soluciones: no hace demasiado tiempo que Santa Rosa fue declarada en emergencia sanitaria, estado del que no ha salido puesto que las obras para paliar las dificultades más graves -que son onerosas- están en marcha o ni siquiera han comenzado.

Pero el escenario proselitista genera bandos donde poco parecen importar la realidad y las metas, sino que se trata de sostener con fanatismo posiciones que demuestren que tal o cual gestión, o tal o cual persona, son mejores o peores.

Así, el Estado municipal describe la situación posterior a la tormenta como si en la capital provincial nada hubiera sucedido, desmintiendo con palabras técnicas la existencia de inundaciones, propagandizando que no hubo evacuados como si eso fuera para festejar, publicitando el éxito de tener cuencos cuyas bombas andan simplemente como corresponde, y desde ya sin hacer autocrítica alguna y sin difundir la información que pudiera resultar más sensible o inconveniente a la causa oficialista.

Del otro lado, lo que aparece es un discurso opositor repleto de calificativos y acusaciones, cargando tintas sobre las inacciones de la actual gestión como si fuera la única responsable de los problemas, ignorando las demoras y obras que no se hicieron en otros períodos históricas y aprovechando de modo oportunista las consecuencias de la abundante lluvia, aun en plena tormenta y mientras la población vivía el meteoro con angustia y dolor.

Completa ese estado de cosas, la incapacidad de unos y otros para trazar paralelos justos y equitativos con otra ciudad donde la tormenta también causó estragos momentáneos: General Acha, gobernada por el radicalismo y más precisamente por un dirigente del ala de Francisco Torrroba.

La promoción de la grieta que han hecho sobre todo los medios del establishment ha contagiado de tal modo a la política en general que resulta demasiado complejo encontrar dirigentes capaces de hacer síntesis y observar situaciones con elemental objetividad, aun cuando tomen partido y tengan posicionamiento: ese tóxico porteño ha derramado sobre el país entero, también en La Pampa, y el fervor por estar "a favor" o "en contra" inhabilita análisis inteligentes y sensatos.

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