Opinion

El Senado dio un contundente rechazo al decretazo de Milei, que ahora está bajo la lupa de la Cámara de Diputados y también del Poder Judicial. El mismo día en que radicales reaccionarios y macristas puros se quejaban de que al presidente "no lo dejan gobernar", en la Legislatura pampeana, por primera vez, retacearon el quórum y frustraron la primera sesión del año.
Los gobernadores de la Patagonia le dieron otra vuelta de rosca a su decisión de trabajar mancomunadamente para el desarrollo, mirando la coyuntura pero también el mediano y largo plazo; algunos actores del gobierno nacional intentan tender puentes con el maltratado "interior", pero la desinformación y las contradicciones potencian la incertidumbre.
Sergio Ziliotto anunció la decisión de emparchar el derrame del ajuste nacional con un "aporte solidario obligatorio" que reafirma la postura ideológica del gobierno pampeano; a nivel nacional, Javier Milei sigue apostando al desquicio y al sadismo, anunciando en tono celebratorio medidas de impacto negativo en los sectores populares.
La Patagonia, de pie, se plantó ante la avanzada del gobierno de Javier Milei: diversidad política y coherencia contra el abuso de poder. Pero el presidente sigue el camino de los caprichos y los golpes de efecto: la eliminación del INADI, el Congreso como "nido de ratas", los políticos como "una mierda".
La provincia nació tarde y ofrece algunas bondades en comparación con el concierto nacional, pero ninguna de sus políticas virtuosas se sostiene si el país toma un rumbo de empobrecimiento, injusticia social y violencia; la designación de un "nexo" informal que representa al presidente es el colmo del maltrato institucional.
El Congreso le puso límites a la enloquecida avanzada del "libertarismo" y aportó racionalidad, consenso y respeto por el federalismo; pero la respuesta vengativa de un presidente que tiende al desquicio mantiene en vilo a una ciudadanía que padece las medidas económicas y se sacude en medio de una guerra de final imprevisible.
La Fundación Mediterránea, lejos de ser una organización populista, destaca el modo en que La Pampa está preparada por las características económicas y políticas que supo crearse para sí misma; en el Congreso avanzó una Ley Ómnibus contra el federalismo y la justicia social, en medio de pactos, aprietes y violencias.
Amenazas presidenciales y ministeriales a las provincias, reacción de los gobernadores de distintos espacios y de dirigentes locales opositores que se alarman por la conducta del gobierno nacional; una avanzada libertaria que choca con fracasos políticos por su propia incapacidad, pero que arremete a ciegas y ningunea la historia de los sectores populares y democráticos.

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