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EL DIARIO digital
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Una de cal...
Con una nutrida presencia de pampeanos y pampeanas que pusieron el cuerpo, la movilización que en Buenos Aires repudió la ofensiva de los poderes económicos en alianza con la corporación judicial para debilitar a la democracia fue un ejemplo no sólo por su masividad sino también por el modo pacífico en que se desarrolló.
La banca a la proscripta Cristina Fernández de Kirchner fue tan potente en distintas dimensiones que los mismos sectores que se posicionan a sí mismos como enemigos de ese sector político y sus ideas se llamaron a silencio o se enfocaron en anécdotas y cuestiones directamente berretas para esquivar el debate sobre lo profundo y esencial.
El gobernador Sergio Ziliotto, que desde un principio está parado en la misma vereda de resistencia a la ofensiva antifederal y antidemocrática del gobierno de Javier Milei, describió lo ocurrido el miércoles como una jornada histórica, que representa un antes y un después y que a su vez carga de responsabilidades a la dirigencia peronista.
La propia expresidenta hizo una intervención a la altura de las circunstancias, en las que por un lado se dirigió al pueblo que fue a tributarle amor y por otro eligió con oportunidad algunas palabras justas que transmitieran esperanza y que a la vez desactivaran los ánimos de bronca que también podían surgir de la movida.
La postura de la lideresa, quizá la más grande que haya tenido el país en su historia, contrasta con la violencia derramada desde los ejércitos de trolls y los medios de comunicación del establishment, que ya tienen asumido su rol en esta historia: promocionar el odio, exacerbar el desprecio, estimular la estigmatización.
Una mirada inevitable es qué impacto tendrá toda esta situación en la corporación judicial, representada con ese paradigma que es el triunvirato cortesano, que hoy viene a ser la Corte Suprema de Justicia, conformada con menos números de sus miembros lógicos, todos hombres, ninguno de ellos con trayectoria como jueces en otros cargos, y cargados con una mochila de desprestigio difícil de encontrar en otros ámbitos.
Durante largos años el pacto de sectores de poder ha evitado, de manera cíclica, una verdadera renovación del Poder Judicial, que es el menos democrático de los poderes, y que además de caracterizarse por su elitismo y su machismo, suma también comportamientos que permiten detectar episodios de corrupción, por más que las generalizaciones puedan ser injustas.
El episodio puntual de una condena cargada de sospechas, en tiempos a pedir de un sector del poder, reactiva la mirada social, y también del poder político más sensato, sobre los proyectos que una y otra vez han sido archivados porque no le conviene a quienes cortan el bacalao, sobre todo en los despachos de Comodoro Py.
y una de arena...
En el caso puntual de La Pampa, la Justicia Federal estuvo durante la semana que se fue muy a la altura de las circunstancias, para dejar una situación a salvo del comportamiento papelonesco de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
El secuestro de una serie de semillas y plantines en un local antiguo y prestigioso, como "Pampa Fértil", fue no solo aparatoso e incorrecto, fruto de la ofensiva para envalentonar a las fuerzas, sino además desinformado respecto de las normativas que el propio gobierno nacional puso en vigencia.
Con la excusa mal empleada de que estaban vencidas las habilitaciones para la comercialización de esos elementos, la PFA actuó repentinamente, sin sentido y sin explicaciones, concretando un secuestro durante un operativo que la Justicia se negó a denominar "allanamiento" porque no tenía la autorización correspondiente del magistrado o de la Fiscalía.
El nivel de desinformación dejó por algunas horas en incómoda situación al juez Juan José Baric y la fiscala Iara Silvestre, pero una intervención diligente permitió que los elementos secuestrados de modo ilegítimo pudieran ser recuperados por sus propietarios cinco días después.
Una incógnita que queda flotando es qué hubiera pasado si la situación no tenía reflejo mediático, lo que permitió poner luz sobre un comportamiento incorrecto cuando no abusivo, y que facilita el debate sobre el accionar policial en general.
Los sectores más vulnerados y menos visibles están más expuestos, de modo sistemático, y a veces ni siquiera llegan a tener la posibilidad de que las autoridades judiciales atiendan sus versiones de los hechos.
Este caso puntual no resultó trágico pero sí es una clara demostración de la preocupación que genera el nuevo "protocolo" de la ministra Bullrich, que otorga a la Policía Federal facultades insólitas, antidemocráticas, y que representan un verdadero riesgo para el Estado de Derecho y las libertades individuales.
La medida política de la ministra y el presidente Javier Milei, además sin pasar por el Congreso y con la resistencia de la oposición, los organismos de Derechos Humanos y los expertos, establece el serio riesgo de que sin los controles correspondientes haya quienes se comporten no tanto como parte de un organismo institucional de la democracia, sino como pertenecientes a una fuerza parapolicial.