Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
Una de cal
La tensa jornada del último jueves en la Legislatura provincial y sus alrededores, que algunos sectores aventuraban relamiéndose como escenario de un encuentro violento y de desorden, terminó en paz, sin desbordes, con un debate sin cerrar y el pleno ejercicio de los derechos por parte de diversos protagonistas de la historia.
La Legislatura, por decisión de los representantes elegidos por el voto popular, prefirió pasar para más adelante la definición respecto de la licitación del área petrolera Medanito. La situación despierta intensa expectativa del Sindicato Petrolero, la Municipalidad de 25 de Mayo y la comunidad de esa zona, que siente en carne propia la parálisis productiva en el sector.
Ejerciendo el derecho a reclamar y manifestarse, el gremio motorizó una impresionante movilización. Unas 2.000 personas viajaron los 400 kilómetros que separan a 25 de Mayo de la capital provincial para pedir que de una vez se sancione la normativa que, según proyecta el gobierno provincial, permitiría licitar la zona petrolera cuya concesión está llegando a su fin.
La demanda de esos espacios y las presiones oficialistas para conseguir los votos necesarios no fueron suficientes. El juego de la democracia posicionó desde un principio en la vereda de enfrente a los bloques del radicalismo y de Comunidad Organizada, en tanto que el bloque del PRO quedó dividido en dos facciones claramente visibles.
Nada hay de ilegítimo en esa realidad, como tampoco en el hecho de que un Sindicato se mueva para defender el interés de sus afiliados, pese a que incluso antes de que ocurriera la manifestación hubo quienes se sintieron "amenazados" y salieron a repudiar declaraciones de la dirigencia gremial.
El diputado Julián "Pancho" Aguilar fue uno de los legisladores que intentó mirar la manifestación desde el Código Penal. Denunció en un comunicado presuntas "amenazas" que no formalizó de ninguna manera, seguramente porque le resultaba dificultoso explicar en términos jurídicos una acusación sin pruebas a la vista.
Las presiones, guste o no, son parte del juego democrático. La Legislatura es caja de resonancia de la disputa de intereses de la comunidad. Y en todo caso los espacios políticos debieran contestarse, por ejemplo por qué llaman intimidatoria a una movida sindical, pero consideran lo más normal del mundo, y parte del diálogo civilizado, el apriete que hacen los bancos o las patronales agropecuarias para que no les toquen su bolsillo.
Pese a las dramatizaciones, el debate legislativo se saldó transitoriamente con relativa madurez y quedó en suspenso. Otra vez las reglas de la democracia, legales y legítimas, serán las que conduzcan el asunto por el camino que corresponde, bajo decisión de los y las representantes del pueblo.
y una de arena
Entre los infortunios de la jornada se cuenta la insólita escucha de balazos de goma por parte del jefe de la bancada radical, Poli Altolaguirre. Quizá consustanciado en demasía con los temores que se habían agitado en su propio bloque antes de la movilización, terminó dando cuenta de falsas evidencias de una represión inexistente.
Pudo haber sido una simple metida de pata, pero necesariamente reinterpretada a la luz de otros sucesos sugestivos que fueron marcando el pulso. Por ejemplo, la inesperada reaparición de Martín Matzkin en redes sociales, extrañamente ocupado de asuntos pampeanos sobre los que últimamente no había manifestado ningún interés como mano derecha de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
También la diputada Celeste Rivas le echó leña a ese fuego cuando en el recinto advirtió sobre supuestas inseguridades. Puso sobre la mesa la posibilidad de que "nos pase algo" y solicitó la intervención de fuerzas federales: no fue solo una demasía, sino una irresponsabilidad que no se compadece con el cargo que ostenta.
El gobernador Sergio Ziliotto interpretó, al cierre de la jornada, que efectivamente había existido una movida interesada del gobierno libertario y sus socios locales para "instalar el caos".
La Pampa es la piedra en el zapato de Javier Milei, porque resiste sus abusos desde el primer día, mantiene esa coherencia y soberanía sin quebrantos y además lo hace con un equilibrio fiscal que es histórico pero sin necesidad de crueldades ni de olvidarse de la población.
Rivas y su coequiper Noelia Viara dieron a entender, por un lado, que tenían una contrapropuesta para poder salvar la situación. Por otro, atendieron su juego político, que es también una disputa interna, pero que reinstaló con potencia la sensación de cancha embarrada en la que vale todo.
El documento en el que explicaron su posición sentenció: "Hay algo que no pueden hacer: torcernos la conciencia", como si algo distinto hubiera ocurrido con el resto del bloque. Acusaron: "Podrán intentar vestirlo de consenso o de pragmatismo, pero todos sabemos que hay consensos que nacen en la mesa equivocada. Y nosotras no nos sentamos en esa mesa".
En el mismo momento, un rancio operador que es afiliado al PRO pero diestro saltimbanqui entre distintos espacios políticos, y quizá por aquello de que el ladrón cree que todos son de su condición, le decía en redes sociales a Ziliotto: "precisabas comprar cinco diputados de la oposición pero compraste solo cuatro!!!".
Esa instalación gratis y fácil de la desconfianza obligó a la presidenta del bloque del PRO, Laura Trapaglia, y a quienes acompañan su posicionamiento, Enrique Juan, Matías Traba y Lucas Lazaric, a dejar a salvo su accionar y tratar de ahuyentar "sospechas" y "mantos de dudas".
Aunque el daño ya está hecho, no tanto sobre las dirigencias involucradas, sino en general sobre la política, tan despreciada y degradada que es cada vez más difícil de presentar ante la sociedad como la ciencia-arte que transforma para bien la vida de los pueblos.