Opinion

Un despertar legislativo y federal frente al topo destructor que no escucha ni mira

Una mayoría del Congreso estuvo a la altura de las circunstancias para votar a favor de los sectores populares más castigados, aunque con complicidades pampeanas siempre dispuestas; sin embargo, el presidente arremete sin pruritos, pisoteando la república y promoviendo el dolor de la mayoría de la población.

Escuchá esta nota

EL DIARIO digital

minutos

Una de cal…

El Congreso de la Nación volvió esta semana a estar a la altura de las circunstancias y en una serie de 12 votaciones le dio un severo tirón de orejas a un gobierno nacional que, sin embargo, está sordo a cualquier planteo que llegue desde sectores que se atrevan a marcar alguna crítica o disidencia.

El desempeño de legisladores y legisladoras en la Cámara de Diputados y Diputadas fue una advertencia al poder libertario de que es imposible que la política sea un dique de contención e ignorancia del descontento y malestar que crece en la población y que se manifiesta en las provincias.

En ese contexto, desde ya, hubo dirigentes que actuaron a conciencia y en beneficio de los sectores populares y otros que prefirieron acomodarse al calorcito del poder del Ejecutivo, como lo vienen haciendo desde el inicio de la gestión, pero con más afán de ser funcional a sus intereses personales y sectoriales, que con el objetivo de legislar para el pueblo.

No obstante, una clara mayoría esta semana decidió su posicionamiento en favor de, por ejemplo, incrementar los ingresos jubilatorios, atender la situación de Emergencia que se vive en el área de la Discapacidad, o garantizar un financiamiento a las universidades públicas a las que Javier Milei y su régimen pretenden desfinanciar.

Se vieron en ese caso los posicionamientos de quienes representan a nuestra provincia, y la verdad es que no hubo demasiadas sorpresas: desde el peronismo Varinia Marín y Ariel Rauschenberger, y desde el radicalismo Marcela Coli dieron su espaldarazo a la educación pública, entre otros puntos.

De algún modo, fueron fieles representantes de lo que los partidos de raíz popular a que pertenecen vienen observando, con más o menos contradicciones, desde hace tiempo y particularmente desde La Pampa. 

La votación es el indicio de que germina un generalizado planteo de que es hora de ponerle un freno a la situación económica y social que el gobierno nacional ha provocado con su crueldad y su ineficiencia: la votación legislativa va de la mano con construcciones transversales que surgen en distintos tonos y ámbitos, pero que coinciden en interpretar que así, no va más.

En la otra vereda se pararon los diputados nacionales Martín Maquieyra y Martín Ardohain, muy coherentes con su propio desempeño, con el mote de "héroes fiscales" que nunca se sacarán de encima y con el reciente alineamiento que el partido al que pertenecen decidió hacer de manera acrítica con La Libertad Avanza: el PRO entregó todo lo que tenía y no tuvo empacho en aceptar que el violeta se comiera al amarillo y que su nombre quedara reducido a la nada en la oferta electoral que se prepara.

…y una de arena…

Justamente esa construcción preelectoral abre otro capítulo de la actual coyuntura: no es azaroso, ni mucho menos, que el pacto que unió a la derecha pampeana, en el mismo sentido que en otros puntos del país, se haya rubricado en la Ciudad de Buenos Aires, porque responde a un interés cuya línea se bajó justamente desde esa ciudad.

Hace años que la oposición pampeana al peronismo se deja manejar desde despachos porteños, desde donde se indican cuáles son los intereses partidarios de esos espacios, que por eso mismo se van distanciando de la defensa provincial a la hora de sus comportamientos legislativos o políticos en general.

La transa entre el PRO y La Libertad Avanza fue plenamente porteña, centralizada en esa ciudad y comandada por dirigentes que están más identificados con CABA que con La Pampa, más allá del origen de nacimiento que tiene el candidato libertario a diputado nacional Adrián Ravier, o del sitio donde ha dado sus pasos más importantes el líder del PRO pampeano, Carlos Javier Mac Allister.

Hay una mirada del mundo que ignora lo que ocurre en las provincias, aquello que en algún momento el gobernador pampeano Sergio Ziliotto definió como "los porteños que le sobran a la Argentina que trabaja": en ese lugar reinan los poderes económicos, se florean los medios del establishment, se hace fuerte el Poder Judicial más vetusto, interesado y machista.

También desde ese lugar el presidente Javier Milei pronunció su cadena nacional para, otra vez, despreciar a la democracia: desde antes de ser presidente, cuando era un payaso mediático, Milei interpreta que el Congreso no tiene razón de ser, que es un "nido de ratas", y que por lo tanto no tiene por qué respetar sus decisiones.

Así como anuncia con crueldad, pero con placer, el recorte de fondos para la Salud Mental, para la Educación o para la Discapacidad, el presidente del tono desquiciado también se jacta de su pasión por firmar el veto a legislaciones que se proponen justamente atender a los sectores más vulnerados.

Milei no es un topo que destruye el Estado, sino que lo pone al servicio de intereses poderosísimos, especialmente antinacionales, sabiendo que esa ofensiva causa en los sectores populares muerte, hambre y dolor, y preparando como toda respuesta ante ese escenario un modelo represivo cada vez más feroz.

La gran pregunta es hasta dónde puede aguantar semejante estado de cosas, en un marco en que expertos y especialistas también avisan que en cualquier momento también se desbanda la macroeconomía que está atada con alambre para dibujar la realidad, con un maquillaje que a más tardar se vendrá a pique después de las elecciones legislativas de octubre.

También te puede interesar...