Opinion

Racionalidad y consenso democrático, y el disparate como virtud

El ministro Sergio Massa desembarcó en La Pampa y destacó las virtudes de su realidad política y social, resaltando cuál es el rol del Estado. A veces es difícil pensar críticamente en medio de una campaña política que naturaliza pactos contra natura y con características a veces insólitas, donde la mentira o el delirio pueden arrastrar voluntades.

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EL DIARIO digital

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El desembarco del candidato presidencial Sergio Massa, a su vez ministro de Economía de la Nación, trajo para La Pampa buenas noticias, mucho más allá del costado partidario y del impacto electoral que esa visita pueda llegar a implicar, y sin dejar de ver que en la política argentina no hay modo de que la gestión y la actividad proselitista no vayan de la mano.

Lo que la presencia de Massa confirma, en primer lugar, es el vínculo que retomó La Pampa en torno a las políticas públicas y el rol del Estado, después de los cuestionamientos que el propio funcionario recibió de autoridades provinciales y de líderes políticos por su desempeño en relación a las obras motorizadas en provincias cuyanas que perjudican recursos hídricos pampeanos.

Como segundo punto, Massa le puso la firma al envío inmediato de los fondos que La Pampa tuvo que pelear judicialmente, y que llegan después de un largo tiempo en virtud de la mala liquidación de su coparticipación: son $22.000 millones que tienen destino en la construcción de vivienda y en el reparto de una porción para que cada comuna haga lo que interprete conveniente y necesario.

Ese acto formal también sirvió para enmarcar el encuentro y la importancia de este tipo de relaciones institucionales y políticas: en una conducta que merece reconocimiento a ambos lados del mostrador, la reunión se pobló de intendentas e intendentes que llegaron desde todos los puntos para darle un marco federal a la cumbre, pero además son jefes y jefas territoriales pertenecientes a distintas fuerzas políticas, con lo cual también quedó consagrado el tono democrático de esa puesta en escena.

Algo de ese contexto llevó a Massa a reafirmar un concepto que no es novedoso, pero que se potencia en marcos de este tipo: su idea de que los valores que la Provincia ha puesto en alto puedan traspolarse al país, en aplicación de ese tan mentado y soñado gobierno de "unidad nacional", una vieja ilusión argentina que se retoma cíclicamente y que en estas horas reaparece también como fruto de la necesidad de recolectar votos.

Un planteo del mismo tipo, aunque más apasionadamente y con el entusiasmo propio de un acto popular, hizo Massa en el encuentro del Club Estudiantes, donde colmó de elogios al gobierno pampeano, pero sin perder el tono reflexivo que le viene dando a su discurso, sobre todo cuando de modo casi pedagógico describe las consecuencias e impactos de un Estado presente o un Estado ausente.

Sería saludable que la votación del próximo 19 de noviembre pudiera poner esa dicotomía en el foco, y esquivar otras que más emocionalmente, cuando no visceralmente rondan una elección de este tipo: esas tendencias que sacuden la conciencia de cualquier ciudadano o ciudadana también pesan en las dirigencias, aunque tienen otras responsabilidades.

Una pregunta instalada es si así como hizo el Socialismo, que pese a su posicionamiento crítico llamó a votar a Massa para salvar a la democracia del desquicio, primará en otros electores y sectores la idea de sufragar a conciencia y con la mayor racionalidad posible, o si se privilegiarán odios históricos como el antiperonismo.

…y una de arena…

La campaña electoral a veces suele ser una cancha embarrada, pero es también la vidriera en la que las ideas políticas, las plataformas y las conductas dirigenciales se exhiben y se discuten para que el pueblo pueda saber de qué se trata.

El intendente de Uriburu Pascual Fernández eligió en estos días un modo reflexivo y saludable de dirigirse a su pueblo para mostrar un camino, que es por definición lo que debe hacer un dirigente: conducir, guiar, llevar hacia determinado lado y de determinada manera.

Por infinitas circunstancias y en los tiempos que corren, ese modo de hacer política, democrático, inteligente, choca contra metodologías mucho menos sensibles y pensantes, pero que sin embargo alcanzan eso que hoy prontamente se llama éxito, y que tiene que ver con la posibilidad de difusión rápida y masiva y de instalar certezas que son en realidad cuestiones de dudosa comprobación, cuando no falsedades lisas y llanas.

Es insospechada la infinidad de eslóganes que en esta campaña política se han repetido sin detenerse en una mirada crítica, copiando aseveraciones vacías que resuenan en los medios del establishment, agarrándose de mentiras y manipulaciones que se impusieron por goteo, impulsando a una mirada absurda de la actividad.

No es que toda la ciudadanía haya caído en esa trampa que hace víctimas a sus propios practicantes, pero sí hay una importante porción social que en distintos ámbitos y escenarios, con fuerte impacto de eso que ha sido bautizado como "redes sociales", es rehén de una ignorancia que tiene como dato distintivo en esta época la posibilidad de que sus portadores hasta se jacten de ella.

Esa circunstancia ha llevado a la increíble situación de que hay votantes que confiesan su apoyo a un candidato bajo el insólito argumento de que saben que no cumplirá con lo que dice, es decir que podría interpretarse simplemente lo están eligiendo en reconocimiento a su capacidad de ser falso y de promover disparates.

Socialmente esa tendencia -aún cuando pueda manifestarse como mayoritaria- es absolutamente dañina, porque impide consensos, miradas críticas, anula cualquier idea de reflexión y crecimiento, hace estallar por los aires la capacidad humana de ponerse de acuerdo y pensar sobre las cosas que se hacen de modo colectivo.

Pero aún es que esa postura la tomen sectores dirigenciales, que tienen la obligación de salirse de ese pantano para tratar de esclarecer. Un referente del MoFePa anunció esta semana su apoyo a Javier Milei, bajo la excusa de que lo respaldará aún sin grandes coincidencias porque los planteos más importantes que hace son inconstitucionales, y por lo tanto impracticables, según su teoría: sería grave si no fuera que el impulso al llamado "libertario" viene de una fuerza que entre sus caracterizaciones más importantes incluye la de haber sido el partido de la dictadura.

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