Opinion

Una operación dañina

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La grosera ofensiva contra los fallos judiciales con perspectiva de género.

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EL DIARIO digital

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Una operación de prensa supone el armado de una producción de apariencia periodística, pero que encierra intereses -sectoriales, personales, y en general no confesables- que van mucho más allá de la puesta en debate de asuntos de interés públicos.

Es un disfraz, un maquillaje, una simulación que persigue un objetivo que seguramente será dañino en algún punto.

Exactamente eso lo que ocurrió en la última semana con una puesta en escena que se instaló en la agenda pública a partir de esa manipulación y de que sectores con relativo poder de incidencia sacaron provecho: el ataque a los fallos judiciales con perspectiva de género y a las pericias psicológicas y la agresión desaforada a la Oficina de la Víctima.

La burda defensa de personas condenadas por delitos sexuales o que implican violencia de género incluyó el despliegue de referencias corporativas de la abogacía: cinco profesionales se sumaron a un reclamo según el cual los jueces disponen de manera casi automática la condena de quienes reciben acusaciones.

Para sostener su alocada teoría, la empresa "La Arena S.A." tuvo que usar la manipulación y la mentira, referir a una supuesta cantidad de condenas que no es tal y a una descripción de los hechos absolutamente falaz.

Aunque es imposible adivinar cuáles son las razones de semejante ofensiva basada en tantos prejuicios, lo cierto es que la confabulación corporativo-mediática provocó una reacción sorprendida e indignada entre profesionales afectados de manera directa por esas publicaciones cargadas de saña y tergiversación.

No es para nada habitual que colegios profesionales como el de Psicología o de Magistrados y Funcionarios Judiciales salgan a fijar posición pública sobre determinados asuntos, pero vista la gravedad de los planteos tuvieron que documentar su postura a riesgo de que se interpretara bajo el viejo axioma de que "el que calla otorga".

Lo mismo seguramente tendrán que hacer otras personas y organismos (la Secretaría de la Mujer, el área de Niñez, la Defensoría) que trabajan en la problemática y que asistieron con total azoramiento al impune despliegue de la operación mediática.

Porque uno de los efectos de tamaño enredo es la posibilidad de que se desalienten las denuncias de mujeres que son víctimas, tan luego en un contexto en el que se sabe que facilitar y aliviar ese trámite se vuelve muy cuesta arriba por múltiples razones. Ese es, quizá, el peor de todos los perjuicios causados por esa intrigante trama.

Desde ya que además de afectar a quienes trabajan en la problemática y de impactar negativamente en la comunidad en general, el grosero desarrollo de esa maniobra también afecta el ejercicio digno del periodismo, que supone al menos una garantía de honestidad intelectual, en la que puede haber lugar para diversas interpretaciones y opiniones, pero se descarta semejante indecencia.

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