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EL DIARIO digital
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Las vitaminas cumplen funciones esenciales en el organismo cuando se consumen en dosis adecuadas. Sin embargo, el exceso, especialmente cuando se toman suplementos sin supervisión médica, puede producir efectos adversos que afectan a distintos sistemas del cuerpo.
Las vitaminas liposolubles, como la A y la D, presentan mayor riesgo de toxicidad porque se acumulan en el organismo. En el caso de la vitamina D, una ingesta prolongada en exceso puede provocar hipercalcemia, una condición que eleva los niveles de calcio en sangre y que se manifiesta con náuseas, vómitos, debilidad, dolores musculares y óseos. En situaciones graves, puede afectar el funcionamiento de los riñones y del corazón.
El exceso de vitamina A puede ocasionar pérdida de cabello, problemas de visión, fatiga, dolores articulares y alteraciones en la piel. En casos de consumo prolongado, puede derivar en daño hepático, anemia y hasta un aumento de la presión intracraneana.
La vitamina B3, conocida como niacina, cuando se consume en dosis muy altas, puede provocar enrojecimiento de la piel, irritación, problemas gastrointestinales y, en casos graves, alteraciones en la función hepática.
Incluso la vitamina B12, pese a ser hidrosoluble y eliminarse por la orina, en concentraciones muy elevadas puede asociarse a problemas cardiovasculares y alteraciones en la función hepática y renal.
El uso indiscriminado de multivitamínicos también representa un riesgo. Estos productos, si se consumen sin indicación médica, pueden generar sobredosis al combinar varias vitaminas y minerales que superan los valores seguros. El exceso de hierro, calcio, vitamina A o D contenido en estos preparados puede causar daños a largo plazo.
Los especialistas recomiendan que la suplementación vitamínica solo se realice bajo control profesional. Un plan adecuado de alimentación cubre la mayoría de los requerimientos diarios y evita los riesgos de la automedicación con vitaminas.
El uso responsable y dosificado de suplementos es seguro y beneficioso; pero su consumo exagerado, lejos de mejorar la salud, puede poner en riesgo órganos vitales y generar secuelas graves.