Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
Quien más quien menos ha tenido que tomar un antibiótico alguna vez para tratar una infección. Y en ese grupo de personas habrá alguno que habrá tenido una diarrea asociada a ese medicamento. Es común, pero no aparece siempre. ¿Cuándo y por qué lo hace?
Según Guadalupe Blay, responsable del Grupo de Trabajo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la aparición de este efecto secundario se asocia con más frecuencia a antibióticos como la amoxicilina con clavulánico, las cefalosporinas y la clindamicina. A esta lista, Pedro Antonio Jiménez Gómez, profesor de Microbiología de la Universidad CEU San Pablo, añade las quinolonas.
Pero el hecho de que la diarrea pueda aparecer no implica que debamos desterrar o demonizar a los antibióticos. "Hay enfermedades infecciosas en las que inevitablemente hay que administrar determinados tipos de antibióticos que alteran más nuestra microbiota", dice Jiménez. Y pese a ello, es más importante que nunca tomar bien los antibióticos por el aumento de resistencias y nunca abandonar el tratamiento.
Según Jiménez, la diarrea no se produce por el uso del antibiótico en sí mismo, sino por un mal uso de este. O bien por la dosificación, o bien porque no se respete la pauta de administración. Bien porque se extienda demasiado en el tiempo, o bien porque no se haga correctamente según corresponde.
Y es que el mecanismo por el que los antibióticos pueden producir diarrea, dice Jiménez, obedece más a una microbiota sensible a esos antibióticos. "De manera que el consumo inadecuado de antibióticos, cuando no se completa la pauta conforme está indicada, lo que sucede es que elimina nuestra propia microbiota favoreciendo la implantación y el desarrollo de microorganismos que se comportan bien como oportunistas o bien directamente como patógenos".
¿Cuándo aparece la diarrea?
Blay explica que a veces cuando empezamos un tratamiento antibiótico puede aparecer la diarrea. "Se trata normalmente de casos muy leves, en los que las heces son más blandas, con retortijones y se acude al baño de forma más frecuente", explica Blay. Esto ocurre por una alteración en la microbiota con una duración de 1 a 5 días.
Este tipo de diarrea no requiere tratamiento. En lo que sí debemos intervenir es en hidratarnos bien, realizar comidas más suaves, "evitar las comidas procesadas y muy grasas. Lo que no hay que hacer es abandonar el antibiótico y cumplir el tratamiento los días que nos ha dicho el médico. Aunque nos encontremos bien al cuarto día, hay que seguir", explica Blay.
Puede aparecer, pero es muy poco frecuente, relata Blay, un cuadro de fiebre, diarrea más abundante y con sangre provocado por la bacteria Clostridium difficile, entonces hay que acudir al médico. "Cuando esta bacteria prolifera en el intestino, nos cambia completamente la microbiota y aparecen esos síntomas, alarmantes y muy poco frecuentes".

Acompañar con probióticos
La diarrea que aparece con el antibiótico es autolimitada y no suele durar más que el tratamiento o quizá un par de días más pero sin mayores implicaciones. Blay aconseja acompañarlo siempre de un prebiótico. Generalmente, se aconseja el prebiótico Saccharomyces boulardi, que ayuda a mantener la salud intestinal al equilibrar la microbiota.
Por el contrario, Jiménez añade que el prebiótico suele administrarse "cuando se quiere minimizar el daño adverso que pueda producir el antibiótico. Es un poco paliativo, aunque no siempre resulta eficaz. Suele ser más eficaz administrar probióticos o prebióticos a posteriori, es decir, después, cuando ya ha finalizado el tratamiento antibiótico".
Además de mejorar la flora intestinal, Jiménez recuerda que en "mujeres que reciben quimioterapia o tratamientos antibióticos muy intensos en los que se elimina la microbiota vaginal, se suelen pautar óvulos vaginales con el objetivo objeto de que la microbiota beneficiosa recupere el nicho que le resulta propio". Y, aunque más minoritario, también en ocasiones tras un tratamiento médico hay que restaurar la microbiota orofaríngea y de la piel. Igualmente, consultar siempre a su médico de confianza para asegurarse.
Mejorar la microbiota con alimentos
Otra forma de preservar la microbiota puede realizarse a través de la alimentación. "La dieta ejerce un efecto modulador sobre la microbiota intestinal", apunta Jiménez. Por eso, como para casi todo, es esencial mantener, además de una dieta equilibrada, que elimine o limite el consumo de ultraprocesados. Este tipo de comida rápida "facilita la proliferación de bacterias de rápido crecimiento. Esto puede provocar disbiosis e incluso puede provocar que la expresión de los mecanismos de resistencia a los antibióticos se vea favorecida".
Todo ello sin olvidar la adopción de hábitos de vida saludables que procuren reducir el estrés, asegurar un descanso reparador y eliminar el consumo de tóxicos, como el alcohol y el tabaco.