Opinion

Una esperanza en el Congreso y la sensación de que lo peor está por venir

Diputados y el Senado salieron en defensa de la Salud y la Educación públicas y en respaldo del federalismo atacado por el gobierno nacional; el plan económico es un tembladeral al mando de irresponsables que juegan con fuego y apuestan con el futuro de la población.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Con firme e incidente participación pampeana, el Congreso Nacional abrió en la semana que se fue la esperanza de que una alternativa es posible y de que la política no necesariamente se debe cocinar lejos de la realidad cotidiana.

Pese a los desembozados aprietes del gobierno libertario, el Legislativo dejó en claro que si hay decisión y compromiso existen resortes institucionales capaces de poner un freno a los intentos mesiánicos, en este caso de Javier Milei, por desmantelar pilares básicos de la vida democrática. 

El rechazo definitivo en Diputados a los vetos presidenciales en materia de financiamiento universitario y de protección a la salud pública –o Emergencia Pediátrica- no solo fue una decisión política: fue un mensaje al (y del) conjunto de la sociedad.

La Marcha Federal en tono festivo, que también surcó las calles de Santa Rosa, justamente desnudó esa necesidad de una porción de la comunidad de entender que hay otro rumbo posible respecto de lo que el gobierno nacional se empeña en mostrar como "el único camino", que es ajuste, motosierra, represión y crueldad.

Sería oportuno, también, que la representación pampeana coseche su siembra: así como Varinia Marín, Ariel Rauschenberger y Marcela Coli levantaron sus manos contra la embestida libertaria, los diputados violetas del PRO Martín Maquieyra y Martín Ardohain insistieron en posicionarse contra la educación y la salud. 

Los legisladores del PRO cuidaron la quintita de sus negocios: atendieron más sus beneficios e intereses personales para alinearse otra vez con el espacio con el que pactaron electoralmente y que los agasajó como "héroes" cuando hicieron víctimas del ajuste a jubilados y jubiladas.

En el Senado el mensaje fue diferente, porque al rechazarse el veto a la Ley de ATN que consensuaron gobernadores de todos los signos políticos, La Pampa votó en forma unánime: el senador peronista Daniel Bensusán, el senador radical Daniel Kroneberger y la senadora del PRO Victoria Huala defendieron el interés de la provincia, que para eso son sus representantes.

El Parlamento revalidó su rol de contrapeso, en un movimiento conjunto que involucró a distintos bloques, incluso con fisuras en espacios que hasta ahora habían convalidado gran parte del rumbo oficialista. 

El federalismo es un principio que todavía puede hacerse valer cuando el poder central pretende disciplinar con la billetera, que usó a destajo, pero no le alcanzó.

De algún modo, el Congreso inicia una etapa de reconciliación con parte de la comunidad. Entra en sintonía con el reclamo ciudadano que se multiplica en las calles. Las marchas universitarias, los sindicatos de la salud, los colectivos de personas con discapacidad y las voces provinciales encontraron eco institucional para sus demandas.

Se reivindica así la política en su sentido noble: como herramienta para defender derechos y como muro de contención frente a la arbitrariedad. Se instala la esperanza de que el autoritarismo del mercado absoluto no pasará sin resistencias.

…y una de arena

La siempre moderada ilusión que ofrecieron esas votaciones en el Congreso, contrasta con la arena movediza de la economía, convertida en un tembladeral al mando de irresponsables. El presidente Javier Milei y su ministro Luis "Toto" Caputo insisten en vender la ilusión de que "lo peor ya pasó". 

La frase, por un lado, se estrella contra la realidad cotidiana de millones de argentinos que ven cómo se achican sus ingresos, se derrumba el consumo y se multiplican los cierres de fábricas y comercios. Perciben que pueden perder el trabajo y temen que la disparada de los mercados mañana golpee en góndolas y bolsillos.

Por otro lado, esa misma sentencia con la que el poder libertario pretende bajar línea, tiene varias referencias históricas que aportan una certeza: cada vez que un gobernante del modelo neoliberal anunció que "lo peor ya pasó", se demostró exactamente lo contrario, que lo peor estaba por venir.

El gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, lo dijo sin rodeos en la entrevista con El Diario: "Es mentira que lo peor ya pasó". La advertencia sintetiza el diagnóstico que atraviesa a gran parte de los mandatarios provinciales, preocupados no solo por la caída de la obra pública y la falta de transferencias, sino también por la imposibilidad de proyectar un horizonte mínimo de estabilidad.

La estrategia de Caputo es la misma que en 2018: apostar al endeudamiento, improvisar parches financieros y confiar en que los mercados internacionales se apiaden. Ya tiene fracasos acumulados en su espalda, pero reincide, como un timbero empedernido.

Ahora, sin red de contención y con la economía en recesión profunda, el margen de error es nulo. Cada paso en falso repercute de inmediato en los precios, en el empleo y en la confianza social.

Pero además el gobierno actúa como si el 26 de octubre, en que simplemente se hace una elección legislativa, fuera el fin del mundo. Toda la expectativa es "aguantar" hasta ese día, como si después los mismos actores no tuvieran que seguir gobernando, o como si la población no tuviera que continuar con su vida cotidiana.

La práctica eterna del bicicleteo se complementa con los hechos de corrupción, las internas feroces y la costumbre de la mentira, que La Pampa bien conoce a partir de que fue la primera provincia en sumarse al "Plan Canje" de deuda. Esos papeles los mandaron al archivo cuando comprobaron que la provincia solo tenía acreencias por parte de Nación, que a esta altura ya supera los $400.000 millones.

La irresponsabilidad se disfraza de audacia, pero los resultados son inocultables: caída del PBI, aumento del desempleo, salarios pulverizados y un clima social en ebullición. La historia argentina ofrece demasiados ejemplos de gobiernos que durante un tiempo metieron toda su basura bajo la alfombra, para comprobar poco después que se estaban asomando al abismo.

Mientras el Congreso ofrece señales de esperanza, necesarias como el agua en esta hora, la economía nacional transmite la sensación contraria. 

No es pesimismo gratuito, sino de la constatación de que quienes hoy conducen el timón juegan con fuego. No apuestan al bienestar de la población sino a un experimento de ajuste permanente, que ya mostró sus límites y cuyo desenlace amenaza con ser todavía más doloroso.

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