Opinion

Medanito en camino y un gobierno nacional cada vez más lejos de la realidad

La ley provincial más importante de los últimos tiempos al fin abandonó ese pantano empetrolado y se hizo realidad, entre ruidos y reproches, pero también con amplio consenso; el gobierno nacional niega las advertencias del voto popular y del consenso político y sigue en su fanatizado ataque contra la salud, la educación y el federalismo

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Después de un largo y complejo proceso, por fin durante la semana que se fue la Legislatura pampeana sancionó, no sin ruidos, la ley que abre la puerta a un llamado a licitación para explotar el área petrolera de Medanito.

La aprobación de la normativa, con un número sobrado respecto de la mayoría especial exigida para la ocasión, no ahuyentó por completo los reproches y suspicacias, pero representa para numerosos actores de la política, e incluso para la población, una suerte de alivio o final relativamente feliz para una larga serie de desencuentros.

La situación es un punto de inflexión porque ahora sí la Provincia puede encarar un proceso ordenado para garantizar la continuidad de la producción de hidrocarburos, fuente de energía y de recursos que forma parte neurálgica de la economía pampeana.

Ya se ha dicho: la aprobación no estuvo exenta de tensiones, incluso acusaciones y sospechas, pero también es innegable que reunió voluntades de diferentes bloques, mostrando que, aun en tiempos de polarización, es posible coincidir en temas estratégicos.

Guste o no, ese consenso le otorga a la norma un valor adicional, porque refleja que detrás de las banderas partidarias puede prevalecer la mirada de largo plazo. El futuro del Medanito, más allá de quién gobierne, pertenece a la Provincia.

También es una brisa fresca para los municipios, que tendrán garantizado el reparto de un porcentaje coparticipable del bono que pague la empresa que gane la licitación, y que no es nada menor: se trata de 50 millones de dólares.

Obviamente la comuna más interesada en el asunto fue la de Colonia 25 de Mayo, donde está asentado Medanito y que también ponía en su radar las fuentes laborales, pero otras municipalidades también accederán a beneficios y recursos, especialmente necesarios en un tiempo de ajustes.

Es obvio que no todo fue luz en el proceso, donde hubo pujas, internas feroces y acusaciones que dejarán tela para cortar, incluyendo la queja del derrotado jefe de bloque de la UCR Poli Altolaguirre respecto de que se negoció a sus espaldas "entre gallos y medianoche".

Abundaron en algún momento los cuestionamientos por la falta de transparencia en algunos tramos del debate y se tiraron al aire también sospechas acerca de algunos métodos de convencimiento.

Ese ruido no opaca la trascendencia de la ley, pero deja sensaciones incómodas, ya sea porque efectivamente hubo alguna componenda no tan sana, o porque se disparon sin ton ni son rumores inconsistentes en tono de "denuncia" que terminan dañando no solo a protagonistas, sino también a instituciones.

Como sea, con un nuevo Medanito en marcha se renueva la chance de que La Pampa produzca energía, genere empleo, recaude regalías y fortalezca a sus municipios. El desafío ahora será que el proceso licitatorio cumpla con los estándares requeridos y que los beneficios realmente lleguen a quienes más los necesitan.

 …y una de arena

Mientras en La Pampa el oficialismo celebra la sanción de una ley clave para la continuidad productiva, en la Casa Rosada el panorama parece cada vez más distante de la realidad.

Esa conducta, con aspectos delirantes por parte de la cúspide del poder, vuelve a perjudicar a La Pampa, que en defensa de sus intereses tiene que insistir en su resistencia, ahora también para defender la ley que determinaba el reparto más justo de los Aportes del Tesoro Nacional.

Esa iniciativa, que tiene la fuerte incidencia del gobernador Sergio Ziliotto, también cayó bajo la motosierra violeta: Javier Milei decidió el veto, pese al reconocido y extendido consenso que había logrado la propuesta.

Pero el gobierno nacional ni siquiera atiende los mensajes sociales. El resultado de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, que significó un revés contundente para el oficialismo, fue interpretado por el presidente y su entorno de un modo sorprendente: lejos de leer la señal como un llamado de atención, insistieron en profundizar el mismo camino de ajuste y desprecio por las organizaciones de la comunidad.

En lugar de reconocer la magnitud del voto adverso como un cuestionamiento al rumbo, se repitió el antidemocrático discurso que considera que la sociedad, supuestamente ignorante, aún "no entendió" los beneficios de las medidas, o que la resistencia proviene de sectores que quieren mantener privilegios.

Esa narrativa choca de frente con lo que ocurre en la calle: caída del consumo, pérdida de empleos, congelamiento de la obra pública, provincias cada vez más golpeadas, encima en un contexto en el que salen a la luz los escandalosos episodios de corrupción que involucran a los principales representantes del poder político libertario.

Los vetos a las leyes aprobadas por amplia mayoría en el Congreso -la de financiamiento universitario o la de emergencia pediátrica- exhiben la misma lógica negacionista de lo que la ciudadanía huele, percibe y critica.

Se desoyen acuerdos sociales históricos con el fanatizado argumento del "costo fiscal", como si la única variable de gobierno fuera la contabilidad de corto plazo: el resultado es que las universidades, hospitales y provincias reciben golpe tras golpe y el federalismo queda reducido a una declaración sin sustento.

Por supuesto, La Pampa no escapa a esa situación: la abultadísima deuda, la paralización de obras nacionales, la demora en transferencias y la incertidumbre sobre futuros programas reflejan la distancia de un gobierno que observa todo desde el AMBA, donde a veces reinan "los porteños que le sobran a la Argentina que trabaja", según inmortalizó Ziliotto.

No solo la Provincia, sino las intendencias de La Pampa de todo color político, lidian con el día a día: esperan recursos que no llegan, sufren las consecuencias de rutas nacionales que siguen sin mantenimiento y la infraestructura crítica permanece en el limbo.

Pese a los consensos políticos de advertencia y a contramano de la voluntad popular expresada en el voto, la administración nacional se encierra en su ajuste, desconoce señales políticas contundentes y erosiona la base misma del federalismo.

Si ese rumbo no cambia, cosa que no parece, la desconexión no solo se traducirá en números y presupuestos, sino también en un malestar social creciente, que ya empieza a hacerse sentir, y amenaza con hacer tronar otras formas del escarmiento.

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