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EL DIARIO digital
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Una de cal
El Congreso nacional volvió a estar durante la semana que se fue a la altura de las circunstancias, aunque parcialmente. Un costado positivo: rechazó el veto del presidente Javier Milei a la ley que determina la emergencia en Discapacidad, una de las tantas áreas que el gobierno libertario decidió vaciar bajo su lógica de topo que viene a destruir el Estado desde adentro.
En ese proceso volvieron a intervenir referencias de nuestra provincia: el diputado peronista Ariel Rauschenberger y las diputadas Marcela Coli (UCR) y Varinia Marín (PJ) fueron parte de la trinchera que defendió a ese sector social vulnerable de la avanzada de un gobierno nacional que se jacta de su crueldad.
En cambio, en la otra vereda volvieron a ubicarse los "héroes fiscales" a los que Milei ya agasajó con su asado del recorte cuando dieron el primer paso en perjuicio de jubilados y jubiladas. Martín Ardohain y Martín Maquieyra, que ya venían haciéndole favores a La Libertad Avanza, con más razón se pusieron ahora la camiseta violeta del ajuste.
En el caso del incremento previsional también festejaron, puesto que los votos fueron insuficientes para rechazar el veto, a partir de que Milei logró un arreglo con algunas de las mismas gobernaciones que procuran decirse opositoras.
En ese caso, como en otros, el PRO y sus adyacencias volvieron a cumplir con su un rol central en su vínculo con LLA: el de aportarle un discurso pretendidamente "institucional" y "republicano" a una gestión que se caracteriza por la brutalidad y el pisoteo de derechos y normativas.
Como sea, lo que queda palmariamente demostrado es la importancia del Poder Legislativo en el funcionamiento de un gobierno democrático. Esa tarea muchas veces ninguneada, despreciada a veces por los propios partidos políticos que seleccionan personajes impresentables para ocupar las bancas, sigue siendo central para definir los caminos o poner los límites a una administración.
Por eso mismo es que Milei anuncia su decisión de faltarle el respeto al órgano al que bautizó como "nido de ratas". El vilipendio a diputados y senadores es en realidad un intento de desacreditar la actividad política en pleno, tan luego en un año en que las poblaciones de todo el país tienen que elegir a sus representantes el próximo 26 de octubre.
No es ningún secreto que el país atraviesa una crisis de representación prolongada y potente. Hay una paradoja que es círculo vicioso en ese proceso: sectores de la propia dirigencia política conspiran contra su actividad y logran contagiar ese hartazgo a una comunidad que cuando falta a votar, se desinteresa por la cosa pública o simplemente actúa desde el resentimiento y el odio, en realidad se perjudica a sí misma.
y una de arena
Justamente la incidencia del Poder Legislativo es la vida institucional y en relación con la comunidad quedó severamente manchada tras la insólita confesión que hizo la diputada Celeste Rivas respecto del uso que le da a los gastos reservados que recibe en la Cámara de Diputados.
La legisladora contó que, como el resto de sus pares, percibe mensualmente $1.200.000 en negro que, en su caso, destina entre otras cosas al pago de un alquiler y de su vehículo.
A lo mejor no es la única legisladora que hace ese tipo de uso y abuso del dinero público, pero en todo caso la condenó una suerte de honestidad brutal: llamó la atención la naturalidad e impunidad con que lo confirmó sin ponerse colorada.
En un tiempo de crisis social, ese privilegio del que gozan los dirigentes políticos se vuelve socialmente incómodo y es por eso que la discusión sobre esos gastos reservados vuelve cíclicamente a instalarse en la opinión pública.
Ese debate se da en varias dimensiones y una de ellas es preguntarse las razones por las que ese monto no figura en los recibos de sueldo: ¿por qué la Legislatura no se da un debate para blanquear esa situación, incluso si resolviera que los sueldos de diputados y diputadas tienen que ser más altos; o si deben elevarse los montos destinados a subsidios; o crearse una partida concreta que sostenga la actividad política?
Otra dimensión de la discusión ya pasa por cuestiones personales, si se quiere éticas y morales: qué hace cada legislador con ese dinero. Hay quienes lo invierten en becas estudiantiles, hay quienes apuestan a la ayuda social, hay quienes financian encuentros políticos. Y hay, como Rivas, quienes lo usan directamente como sobresueldo para pagarse sus gastos personales.
La excusa que usaron la propia diputada y su coequiper Noelia Viara para explicar que no podían modificar esa situación, lavándose las manos sobre la responsabilidad en el asunto, confirma que se trata de un comportamiento típico de la casta, para usar el término que agita desde hace tiempo ese mismo sector político, aunque sintiéndose anti-casta.
Otro costado innegable es el desfasaje que este tipo de conductas genera entre la vida de la dirigencia política y la realidad de la comunidad a la que tienen que representar.
El nivel de hipocresía se complementa con que esos mismos personajes son quienes baten el parche para ajustar gastos estatales que son incluso mucho menores que lo que se guardan en sus bolsillos.
Ese mismo día en que confesó el uso de los gastos reservados como sobresueldo, Rivas se mostró indignada porque, dijo, hay personas que fingen necesidades para ir a alimentarse a los comedores municipales, y se jactó como militante de esa causa para recortar ese tipo de beneficios.