Opinion

La Pampa, una "isla": mito, realidad y el maltrato de hoy

La provincia nació tarde y ofrece algunas bondades en comparación con el concierto nacional, pero ninguna de sus políticas virtuosas se sostiene si el país toma un rumbo de empobrecimiento, injusticia social y violencia; la designación de un "nexo" informal que representa al presidente es el colmo del maltrato institucional.

Escuchá esta nota

EL DIARIO digital

minutos

Durante largos años, décadas, y con conveniencias diversas, se repitió la teoría de que "La Pampa es una isla": un refrán que se hizo carne y parte del sentido común, quizá surgido también de la tardía provincialización de nuestro territorio, que lo hacía aparecer como distinto al resto de la Nación.

Esa falacia, que a veces fue una mentira interesada, sirvió para que durante la dictadura se pretendiera mostrar que en La Pampa no habían existido el Terrorismo de Estado, ni las torturas, y entonces -por ejemplo- se despidiera con loas a la supuesta cordialidad del jefe policial de la dictadura Luis Baraldini.

Después se intentó usar la figura para explicar que el neoliberalismo peronista en los '90 sólo llenaría de pobres, desocupados e indigentes al resto del país, pero no a La Pampa, y entonces -se deducía- nada tenía de malo defender desde este terruño las privatizaciones, los indultos a genocidas, las desregulaciones, "reconciliaciones", el "primer mundo" y las "relaciones carnales".

Así como las víctimas de la dictadura estaban a la vuelta de la esquina, sufriendo padecimientos inolvidables, los números dolorosos del menemismo dejaron un tendal lastimoso de pibes y pibas sin educación, con acceso más fácil a droga mal cortada que al alimento o a las aulas; familias completas sin laburo y la reafirmación de una cultura del "no te metás" y "sálvese quien pueda", por más que el gobierno conservara -menos mal- su banco provincial, su canal de televisión o su caja jubilatoria.

Los años de democracia permitieron a La Pampa sacar chapa de provincia bien administrada, con presencia estatal digna, algunos servicios ejemplares en comparación con otras provincias como el de la Salud Pública, con salarios docentes en el tope del ranking y empresas asociadas al Estado funcionando de manera relativamente exitosa.

La Pampa, los gobiernos, la población, los medios de comunicación, incluso a veces y en ciertos aspectos la oposición, se acostumbraron a algunas de esas bondades, mechadas con asuntos pendientes, cosas por resolver, limitaciones y carencias. Pero el actual tiempo, violentamente antipolítico, en que un presidente reniega del propio Estado que comanda llamándolo "organización criminal", significa un nuevo desafío.

Aunque todas esas realidades permanezcan intocables en La Pampa, el panorama es oscuro por el efecto derrame, que lejos está de ser una bondad, pese a que en la semana que se fue el Estado difundió la millonaria inversión que hace en edificios educativos, o la UNLPam presentó un record de inscripciones en la Facultad de Veterianarias, o la paritaria estatal está activa, o el Superior Tribunal de Justicia convoca a mejorar el servicio de acuerdo a las demandas de la sociedad.

Ni siquiera alcanza con las madureces políticas vernáculas que a veces se perciben: la Asociación Agrícola Ganadera saluda coincidencias con la Provincia y la oposición y el oficialismo legislativos discuten en buenos modos sobre el quórum y las "herramientas de la democracia". Todo ese funcionamiento, institucional pero no sólo institucional, recibe cotidianamente los sablazos agresivos y a veces delirantes de un régimen nacional insólito, cuya promesa central es a estas alturas fundir a las provincias.

…y una de arena…

Es cuando, otra vez, se derriba la idea de que La Pampa puede ser una "isla", porque su suerte está atada a la de la Nación, que en esta hora vive un inédito proceso de ataque al federalismo y de reducción del poder adquisitivo de los salarios de la clase trabajadora.

Y por eso, sin directas responsabilidades pampeanas a la vista, aparece también en la semana una ristra de malas noticias: los despidos se cuentan de a centenas, se paraliza el plan de viviendas más serio y masivo que hay a la vista, las empresas constructoras ni siquiera encuentran interlocutores que esclarezcan mínimamente el futuro.

La Universidad Nacional de La Pampa, faro histórico de la región, no puede proyectar su destino porque aunque el año recién empieza ya es insuficiente el ingreso de dineros para sus más básicos gastos de funcionamiento. La crisis es tal que se declara en emergencia a los comedores, que apenas tienen garantía de supervivencia durante febrero y marzo.

Se cae por obra y gracia de la motosierra la licitación de la cada vez menos transitable Ruta Nacional 152, como se aniquila toda obra pública con impacto positivo para los pueblos, mientras el transporte público se hace prohibitivo y sobre todo entra en un cono de sombras, imprevisible, incomprensible, en el que cualquier futuro es un misterio.

Mientras la principal dirigencia política pampeana es ejemplo, a grandes rasgos, de su seriedad y de la gambeta al farandulismo o la frivolidad, desde el nivel nacional las principales figuras institucionales promueven el show, con besos en escenarios marplatenses, bailecitos en Israel o ataques moisóginos a una piba que labura de artista.

Aún desde ese lugar el presidente Javier Milei anuncia muy suelto de cuerpo que lo peor está por venir: es el mismo personaje que en campaña había anunciado sin ponerse colorado que todo ajuste lo pagaría la casta y que ninguna de sus tropelías recortadoras llegaría a dañar a "la gente".

La estafa es más formidable y el engaño sideral porque derrama en algunas porciones de esas víctimas la idea/discurso de que "hay que esperar" no se sabe qué cosa: el costado religioso que le faltaba al combo de mesianismo, ultraderecha y filofascismo.

Para completarla, resulta ser que, según propias confesiones de La Libertad Avanza, Milei lo que tiene en la provincia con su referente Luciano Ortiz no es un funcionario a cargo, no un responsable de políticas públicas, sino un "nexo" absolutamente informal, que tiene la misión de hacerse filtro de organismos, sectores y personas y que con discrecionalidad pero con nula experiencia define prioridades.

Milei no conoce la provincia ni piensa en visitarla, porque se contenta con aproximarse por medio de los ojos de su "delegado". Tampoco está en su radar que alguna medida beneficie al pueblo que aquí habita, maltratado como el resto del país y puesto en manos de un "nexo" al que nadie votó, y que ni siquiera fue designado de modo regular, sino que en una virtual privatización o partidización ha sido colocado a dedo en su sitio de "nexo" representante. Como si La Pampa fuera una isla.

También te puede interesar...