Opinion

Una cumbre en defensa propia y el disfrute del malestar popular

La Patagonia promete proteger sus intereses comunes, tratando de dejar de lado heterogeneidades políticas y particularidades provinciales; el debate de la Ley Ómnibus pone en juego un combo que mezcla sadismo, irresponsabilidad, frivolidades y comportamientos de la vieja y auténtica casta, a la que nunca le va mal. 

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Los gobernadores de la Patagonia estuvieron muy a la altura de las circunstancias para conformar rápidamente un frente con la idea de que el avasallamiento del centralismo, que promete ser potente e impiadoso, no se lleve puesta a la región con facilidad y deje el tendal de producción, trabajo y recursos naturales.

La cumbre de Villa La Angostura tuvo el mérito de haberse gestado de manera ágil y evitando demoras, retardos o excusas para dejar que el tiempo siga pasando: el decretazo y la Ley Ómnibus del gobierno nacional prometen una andanada de daños en beneficio de la verdadera casta, que son los poderes económicos, muchos de ellos multinacionales, que nunca pierden.

La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego tienen intereses diversos y diferencia en sus prioridades, en sus necesidades e incluso conflictos en algunas de sus relaciones y vínculos, pero cada uno de los gobernadores de esas provincias supo sortear esas situaciones, que asoman como pequeñeces frente al contexto macro, con la idea de ocuparse de lo verdaderamente importante.

El párrafo aparte para Santa Cruz deriva de que su gobernador, si bien aparece rubricando formalmente el documento del encuentro, estuvo sorpresivamente ausente en las deliberaciones, y curiosamente eso ocurre luego de un encuentro personal que tuvo con el presidente de la Nación Javier Milei, que pasó por su provincia antes de llegarse hasta la Antártida.

El otro mérito de los gobernadores es haber concretado el encuentro pese a la notable heterogeneidad de origen político que los caracteriza: esa situación, que por un lado abre la puerta a posibles y lógicas disidencias, también puede ser una oportunidad para potenciar las riquezas de la diversidad.

Sergio Ziliotto es un peronista tradicional reelecto con el sello del PJ y sus aliados; el fueguino Gustavo Mellea es un radical aliado al Frente de Todos y a Unión por la Patria; el rionegrino Alberto Weretilneck ya es un clásico de la coalición lugareña que se armó en esa provincia; Rolando Figueroa llegó al poder venciendo al Movimiento Popular Neuquino, del que siempre formó parte; Ignacio Torres es un PRO puro, pero con intenciones de provincializarse, que dio el batacazo después de 20 años de panperonismo; y Claudio Vidal es gremialista petrolero y peronista, pero llegó desde la otra vereda para vencer al kirchnerismo en su provincia.

Esas trayectorias generan un polo de poder con interesantes posibilidades si es que sus protagonistas de veras practican la lealtad con sus pares y se posicionan en clara defensa propia, del interés regional, privilegiando los acuerdos, opacando por un rato las viejas deudas pendientes que puede haber y focalizando el problema de fondo: un gobierno nacional decidido a ir a fondo contra los recursos naturales, contra la producción nacional y contra el sector trabajador.

En ese sentido, la confluencia provincial contra los aspectos de la Ley Ómnibus que atacaban al sector pesquero fue un éxito, porque forzaron una marcha atrás oficialista, y lo convierten en paradigma del rumbo a seguir para hacerse respetar.

 

…y una de arena…

 

La afectación a los intereses patagónicos es apenas uno de los costados y dimensiones del decretazo y la Ley Ómnibus, que parecen pintar de cuerpo entero los objetivos, intenciones y estilos de un gobierno nacional que aunque ahora empezó a dar marcha atrás en algunos temas y puntos, a fuerza de realidad, no abandona su impronta patotera que quiere ir por todo, volteando tradiciones de la democracia argentina.

El tratamiento de la Ley Ómnibus en el Congreso Nacional ha expuesto las verdaderas caras del oficialismo, que no es más que la representación de viejas concepciones políticas cuyo objetivo central es la transferencia de ingresos desde los sectores menos pudientes hacia las corporaciones millonarias y oligopolios históricamente acomodados.

En esa mezcla de biblias y calefones, es probable que haya ganancia de pescadores: el gobierno juega a seducir por distintas razones y con diferentes herramientas a legisladores de fuerzas que se autoperciben "dialoguistas", para evitar definirse como cómplices culposas, y que andan floreándose para recibir propuestas y argumentos que les permitan dar el sí a las increíbles normativas, plagadas de inconstitucionalidades, que desembarcaron en el Congreso.

Se ha vuelto natural en ese marco la amenaza pública, como si fueran parte de las propias reglas: el presidente, el ministro de Economía Luis Caputo y el histriónico Manuel Adorni que cumple funciones de vocero oficial se han especializado en extorsionar al Poder Legislativo, al que esta gestión reduce hasta creerlo innecesario o mero estorbo, como consideró puro excremento a la moneda nacional.

Esa tendencia maltratadora deriva gozosamente hacia la propia ciudadanía: personajes del gobierno parecen disfrutar de anunciarle al pueblo malas noticias, siete plagas, situaciones dramáticas de proporciones bíblicas o "medidas más duras", un despliegue de tendencia al sadismo que nunca antes formó parte de los rasgos de un gobierno argentino en democracia.

Desde el "estamos mal pero vamos bien" hasta "la revolución de la alegría", pasando por "qué lindo es dar buenas noticias", las anteriores etapas de neoliberalismo se las rebuscaban para generar alguna ilusión de que no todo estaba perdido, pero a contramano de esas experiencias La Libertad Avanza se solaza con anuncios apocalípticos y casi como tomándole el pelo a la población exige sacrificios anunciando que los frutos podrán ser recogidos dentro de… ¡45 años!

En el combo no puede estar ausente la frivolidad: el despliegue que en ese sentido ha hecho el propio Milei, con el inestimable acompañamiento de los medios del establishment porteño, ha instalado a nivel popular, en el mismo momento en que se define el destino de la patria, conversaciones sobre la limpieza energética de Olivos, el destino de los perros clonados o hasta el tamaño del pie del presidente.

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