Opinion

Respaldo nacional a la lucha hídrica y ataque derechoso a la educación pública

El ministro del Interior Eduardo de Pedro trajo a La Pampa fondos de una deuda previsional y sobre todo definiciones para políticas públicas que tengan en cuenta los derechos hídricos de la provincia; la precandidata presidencial Patricia Bullrich derrapó poniendo en evidencia su combo de ignorancia y perversidad para embestir contra la Universidad.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

 

La foto del ministro del Interior en el cauce seco del río Atuel tiene un impacto que para la provincia no suena tan potente, posiblemente porque esa es una imagen -con otras personas- de casi todas las semanas pero sí tiene un alto impacto fronteras afuera, donde no siempre se conoce con precisión y profundidad la historia del río robado.

Eduardo de Pedro, parte de la "generación diezmada" en palabras de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y uno de los posibles "presidenciables" del espacio ahora llamado Unión por la Patria, estuvo en la provincia y reafirmó una aceitada relación que tiene particularmente con el gobernador Sergio Ziliotto, pero que ha alimentado desde lo institucional durante toda la gestión.

No es ningún secreto que más allá de la imagen pública de la gestión y del presidente personalmente, la gestión de Alberto Fernández ha tomado decisiones que beneficiaron a La Pampa de modo concreto y objetivo, eso más allá de una serie de políticas públicas que se han demostrado un fracaso para resolver los principales problemas económicos del país, y sobre todo de la clase trabajadora.

Uno de los arietes de esa relación, y de la concreción de esas medidas a favor de la provincia, ha sido justamente el ministro del Interior, quien en esta ocasión llegó para dejar formalmente inauguradas dos oficinas de la ANSES y para ponerle la firma a la devolución de una suma superior a los $2.000 millones en concepto de deuda previsional, que Nación tenía con La Pampa.

Esos fondos estuvieron durante largos años sometidos a tironeos personales y políticos, al cruce de discursos sosteniendo posiciones encontradas e incluso a una judicialización de ese conflicto: de alguna manera ese tiempo de confrontaciones y pujas llega a su fin con esta medida.

Independientemente de ese costado de la visita política de Wado, su visita al Atuel, en compañía de las principales caras visibles de la lucha pampeana por esos recursos hídricos, fue también un mensaje de saludable y bienvenido impacto, que repercutió de inmediato -por ejemplo- en la provincia de Mendoza.

El ministro de Pedro es posiblemente uno de los funcionarios que, en ese rango, con mayor claridad y coherencia propicia desde hace tiempo un pacto federal para el manejo de los recursos hídricos que tiene el país: no es un improvisado en la materia ni es la primera vez que fija posiciones respecto de la problemática.

Su posicionamiento respecto de las cosas que Mendoza está haciendo mal, y que significan no solo un daño a otras provincias sino al ambiente, debería convertirse en una mirada de mediano y largo plazo para la aplicación de políticas públicas concretas y eficientes, que sobre todo no pueden desconocer la necesidad de que funcionen de modo articulado y con poder de decisión los comités de las distintas cuencas hídricas del país.

En ese sentido también hay una puja de modelos, ya que las autoridades mendocinas, figuras principales de la alianza nacional de derecha, propician un manejo absolutamente egoísta de los recursos hídricos, al punto tal que han lanzado globos de ensayo con su ridícula propuesta de declararse "separatista".

 

…y una de arena…

 

En la semana que se va, la precandidata presidencial Patricia Bullrich arremetió desde su ignorancia y perversidad, con datos falsos y expresiones grandilocuentes, contra la Universidad Nacional de La Pampa, pero más que para atacarla personalmente fue como un modo de embestir contra la educación pública y gratuita en general.

La dirigencia porteña, en general, no repara en los efectos que sus actos o palabras tienen en lo que llaman "el interior del país", porque sus discursos marketineros tienen en cuenta sobre todo a las masas que habitan las grandes urbes y saben que cuentan con el favor de los medios de comunicación del establishment, ya sea para la réplica incesante de esos dichos o para una protección que implique la mordaza, la censura y la manipulación.

Bullrich cometió otro derrape derechoso, un calificativo que no implica solo un posicionamiento a la derecha del arco político, sino que también esa pertenencia ideológica se basa en berretadas de dudoso origen, afirmaciones que calan en el sentido común aunque estén lejos de la realidad, o como en este caso cifras directamente inventadas.

Bullrich ya recibió el repudio merecido y en cuanto a las estadísticas falsas la respuesta lógica por parte del gobernador Sergio Ziliotto; del secretario nacional de Políticas Universitarias Oscar Alpa; de la rectora a cargo María Ema Martín; del Consejo Superior de la UNLPam en pleno y por unanimidad; de distintas unidades académicas; de agrupaciones políticas estudiantiles y de la comunidad educativa en general.

Sin embargo sus dichos causan un daño que permanente y se potencia, porque es dudosa que el canal televisivo del diario La Nación otorgue algún segundo para desmentir lo que desde su pantalla se afirmó de modo muy orondo, y porque además está comprobado que esas aseveraciones, por más mentirosas que sean, se van reproduciendo hasta el hartazgo y una porción de la población las da por ciertas simplemente porque es lo que desea.

El ataque macrista contra la educación pública no es ningún secreto: se puso en práctica durante el período de gobierno 2015-2019, dejó intervenciones inolvidables como la de María Eugenia Vidal renegando de la cantidad de universidades en la provincia de Buenos Aires y del acceso de sectores no pudientes a ese nivel educativo, e inmortalizó la promesa incumplida de Mauricio Macri de los centenares de jardines que iba a construir pero que se derribaron, también en La Pampa, como castillos de naipes.

Con ese panorama, imposible que sorprenda Bullrich con su intervención que en realidad es un anticipo del ajuste que tiene planeado en el caso de que la desmemoria permita que el voto popular la convierta en presidenta.

Más triste es, en cambio, el rol de otros actores: por ejemplo, el radicalismo sumiso que ha hecho un valor histórico de su defensa de la educación pública, aunque que se da a sí mismo desde hace tiempo el triste rol de acompañante de las políticas que durante toda su vida prometió combatir, pero de las que ahora es "cómplice", para usar el benévolo término con el que esta semana el exdiputado Hugo Pérez caracterizó el compartimiento débil y tibio de su partido ante la ofensiva amarilla.

Párrafo aparte merece la dirigencia local del PRO que avaló los dichos de Bullrich, contra todo acto de coherencia y federalismo, a contramano de su pertenencia al territorio pampeano y renegando de la posibilidad de conocer de modo muy sencillo el real funcionamiento de una organización que está a la vuelta de la esquina y que tiene diaria incidencia en la vida de la comunidad.

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