Opinion

Elecciones: ejemplo de convivencia y mensajes con premios y castigos

La campaña y la jornada comicial en La Pampa se caracterizaron por su tranquilidad y un debate sin agresividad ni tóxico mediático; dolidos o alegres, dirigentes de distintos espacios tienen ahora la oportunidad, pero también la obligación, de leer lo que han dicho las urnas. 

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

La elección del domingo pasado, todavía sometida de modo legítimo a interpretaciones y análisis, resultó en paz y fue realmente un ejemplo desde el punto de vista de la convivencia, tal como ha ocurrido en la enorme generalidad de los casos en nuestra provincia desde el regreso de la democracia.

En un tiempo en el que episodios de violencia vinculados a la actividad política ya no resultan ni siquiera extraordinarios, que la jornada en que se pusieron en juego nada menos que 925 cargos haya concluido en serenidad total no es un dato menor y permite un reconocimiento a la responsabilidad y mesura de quienes de manera directa se involucraron en la compulsa de ideas y de votos.

Salvo absolutas excepciones, que las hubo, no solo la jornada del domingo sino el completo proceso electoral tuvo esa característica: discusiones críticas, cruce de posicionamientos, debates acerca de determinados temas, cuestionamientos en algunos casos severos, pero siempre en un marco de respeto que los propios dirigentes vincularon también con el perfil moderado de los dos candidatos principales.

De algún modo, La Pampa recuperó ese estilo, que casi siempre la caracterizó, después de que en las legislativas de 2021 hubiera algunos nubarrones porque si bien no hubo agresiones feroces ni violencia explícita sí se modificó el tono de la actividad proselitista y fue notable la intromisión de intereses extraños a la provincia y más concretamente de los medios del establishment porteño, que contaminaron con tu tóxico habitual el proceso electoral pampeano.

Esta vez eso no ocurrió, también porque merced a la voluntad popular quedaron fuera de juego del armado opositor los actores que mejor representan ese talante, que saca provecho de exacerbar la grieta y que a partir de algunos "éxitos" ha hecho escuela de prácticas que incluyen maniobras en las redes sociales, la propagandización de las "fakenews" o el desarrollo del "lawfare".

La realidad le demostró a la oposición que haciendo una campaña a la altura de lo que espera la población, saliéndose de la costumbre denuncista que deriva en personalizaciones, fustigando determinadas políticas públicas pero incluso renonociendo otras, logró hacer la mejor elección de su historia desde el regreso de la democracia.

También es positivo para el sistema político democrático que en un panorama de cierto escepticismo respecto de la actividad política haya existido una alta participación del electorado, superando con comodidad el 70% de quienes integraban el padrón y por lo tanto dotando de legitimidad a los resultados de los comicios.

Fue notable, en ese sentido, la asistencia de sectores juveniles a las urnas: aún no ha podido medirse con precisión y exactitud cuál fue exactamente la participación de ese espacio etáreo, porque además en una buena proporción no existe la obligación de ir a votar sino la opción y el derecho de hacerlo, pero en la jornada de desarrollo de las elecciones fue visible el ir y venir de pibas y pibas, incluso el voto con entusiasmo, lejos de la constante rabia que la maquinaria de la corporación mediática pretende describir como conducta única frente a la política de quienes tienen esa edad.

 

…y una de arena…

 

Aunque algunos sectores políticos sienten ahora la angustia y la tristeza de la derrota, el voto popular también resultó sabio si los resultados se analizan tomando en cuenta las consecuencias que necesariamente tendrán en base a la nueva representación institucional que surge de las urnas.

Por un lado, el gobierno peronista fue no solo ratificado, sino también con un respaldo popular interesante, ya que el gobernador cosechó más del 47% de los sufragios, mostrando incluso desempeños interesantes en comunas que para otros cargos resultaron muy refractarias al frente oficialista: ese voto, con corte de boleta incluido, se dio en varias regiones de la provincia y de algún modo premió la famosa "gestión" del Ejecutivo, sin dejar de hacer un tirón de orejas.

Por esa misma razón el oficialismo no tendrá estricta mayoría propia en la Cámara de Diputados y Diputadas, ya que ese tramo de la boleta encabezado por Hernán Pérez Araujo cosechó un 2% menos de votos que el gobernador.

Esa circunstancia obligará al cuerpo legislativo a someterse a nuevas negociaciones, conversaciones y consensos y le dará un rol clave a la vicegobernadora electa Alicia Mayoral, no solo por la necesidad de usar su voto para el desempate, sino por la obligación de entablar un nuevo vínculo con la oposición.

El mensaje de la población se hizo sentir también en algunas ciudades y pueblos en donde el poder político local cambió de manos: el oficialismo perdió numerosas comunas que le respondían, y es posible que en algunos casos se deba a jugarretas políticas internas, pero a grandes rasgos es un modo que encontraron las poblaciones para manifestar su deseo de alternancia.

En ciertos casos, lo que la dirigencia incluso provincial no supo o no quiso ver a tiempo, fue corregido por el voto popular, que se sacó de encima autoridades a las que consideró que no estaban a la altura de las circunstancias: sería oportuno que la dirigencia que toma las decisiones más importantes sepa leer esas manifestaciones de la comunidad.

Tal como dijo el gobernador Sergio Ziliotto el mismo día de los comicios, el sufragio premia y castiga y eso es exactamente lo que ocurrió, en algunos casos de modo contundente y en otros con determinadas advertencias: cada intendente o intendenta, desde el triunfo o desde la derrota, podrá interpretar lo que ocurrió en su territorio y eso derivará en alegrías o enojos, pero en todo caso la reacción ciudadana es inevitable, inmodificable y merece respeto absoluto.

A la vez, la dirigencia de los distintos espacios en pugna tiene la obligación de atender lo que ha resuelto el pueblo, y en ese sentido resulta poco saludable, y hasta poco democrático, que haya un sector de la oposición que pretenda volver a poner en escena a un sector político que justamente se ha mostrado en decadencia, pero al que sin embargo por cuestiones de pragmatismo exagerado hay quienes prefieren volver a poner en escena pese a la reducida cantidad de votos cosechados.

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