La diaria sensación de estar al borde del abismo
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EL DIARIO digital
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Una de cal…
Un oportuno homenaje en la Legislatura provincial refrescó el aporte que las mujeres le brindaron desde la Cámara de Diputados y Diputadas de la provincia al sistema democrático en estos 40 años de vigencia ininterrumpida del sistema político que aparece al menos con el consenso de ser el menos dañino de todos.
El trámite fue sencillo y en algún aspecto protocolar y formal, y sin embargo, en su sola revisión expone una serie de recuerdos, memorias y reflexiones que tienen una raíz más profunda, y que de algún modo revisan toda una historia institucional de la provincia, además de disparar miradas sobre el futuro.
Una de las principales reconocidas fue Norma Durango, porque fue la que más lejos llegó en cuanto a la representación institucional: fue vicegobernadora y además senadora nacional en una época en que la participación femenina en la política que tomaba las decisiones importantes empezaba a hacerse más patente, y no por azar: Cristina Fernández de Kirchner llegó a ser en 2007 la primera presidenta argentina elegida por el voto popular.
A veces el análisis histórico muy sobre el momento de los hechos impide observar detalles fundamentales o medir con justicia el impacto de determinadas situaciones, pero las consecuencias de que el país tuviera al fin una presidenta, además con un liderazgo potente y reafirmado con la reelección, modificó muchos aspectos de la política que se creían "naturales" por obra y gracia de las prácticas patriarcales.
La Pampa sigue siendo una provincia que nunca tuvo una gobernadora, situación que tarde o temprano se verá modificada, pero mucho más allá de ese dato concreto de la realidad, en el día a día la presencia femenina en la toma de decisiones y en el devenir institucional se volvió más potente, y se volvió una "normalidad" que no era tal.
Independientemente de la presencia de las mujeres y disidencias en los cargos y políticas públicas, los 40 años de democracia ininterrumpida también merecen de una mirada profunda y de revisiones históricas, con más razón todavía en una provincia joven como La Pampa, que como el resto del país ha sufrido la violencia del terrorismo de Estado y los delitos de lesa humanidad.
El aprendizaje sobre el andar -inevitable e imprescindible- permite nuevas miradas sobre momentos de la historia que en la urgencia muchas veces no son pasados por los tamices más oportunos; o sobre hechos que en la confrontación del momento no permiten ser observados con la madurez y la templanza que otorga el paso del tiempo.
A la vez, la democracia pampeana debe poner en blanco sobre negro algunas cuestiones: hay dirigentes de distintos partidos que abandonaron su compromiso con ese sistema y con la libertad, y de un modo o de otro, por debajo de la mesa o de modo desembozado, prefirieron la conveniencia personal y se pasaron al bando de la ilegalidad y la ilegitimidad: esa connivencia con la dictadura también merece ser señalada y refrescada cuando se escriba la historia.
…y una de arena…
En una semana en que varios aspectos de la situación coyuntural agitan la tristeza y el dolor social, la revelación de una cuestión institucional y deportiva también obliga a poner en el centro de la escena lo que muchas veces ocurre puertas adentro de instituciones que el Estado no maneja de manera directa pero que están íntimamente relacionadas con la vida de la comunidad.
En la semana que se fue, la población no dejó de poner en su radar el efecto dañoso de la inflación que estimula injusticias y achica el poder adquisitivo de los sectores trabajadores; no ahuyentó los efectos de la sequía que obligaron a una prórroga de la emergencia agropecuaria; no metió bajo la alfombra la puja por la distribución de la riqueza, incluso en el marco de una paritaria como la estatal pampeana, que es ejemplo positivo a nivel nacional.
Y aún en ese escenario, resaltó la revelación de la dirigencia del club Atlético Santa Rosa respecto de que, además de haber afrontado el inolvidable robo de los '90 cuando la institución fue saqueada por la canaleta de la corrupción, ahora tiene que afrontar un nuevo perjuicio millonario.
La actual dirigencia de la entidad alba advirtió que la conformación de un fideicomiso en acuerdo con una serie de profesionales vuelve a dejar a la institución desprotegida y abandonada frente a un accionar al menos "poco ético" de quienes han sido caras visibles de ese proceso decadente y de desembozado aprovechamiento.
Las juventudes posiblemente desconocen lo que en su momento se ventiló respecto de quienes comandaron a la institución en los tiempos en que el neoliberalismo derramaba la idea de que la salvación era individual: se compró con facilidad la idea de que vendiendo su patrimonio a una multinacional el histórico club Santa Rosa iba a lograr una supuesta autonomía financiera para afrontar actividades deportivas.
Fue un robo: las promesas de un paraíso institucional quedaron en la nada, hubo dirigentes que se llenaron sus bolsillos, una gran empresa que se vio beneficiada y sobre todo una comunidad que se quedó sin las elementales prestaciones de un club de barrio.
Santa Rosa no fue la única entidad que derrapó hacia ese lado, ni en el país ni en nuestra ciudad, donde la experiencia del neoliberalismo de los '90 tiene un tendal de ejemplos en el mismo sentido.
La importancia de los clubes en una ciudad del tipo de Santa Rosa, que es capital de provincia pero no ha perdido la totalidad de algunos de sus aspectos pueblerinos, se percibe cotidianamente en el funcionamiento vital de los vínculos transversales: ese tipo de encuentros, cruces, pertenencias e identidades son centrales en la definición del perfil social de una comunidad y de las personas que las integran.
