Opinion

Lo urgente y lo importante

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El rol de la dirigencia política en otro tiempo de crisis y la real importancia de las elecciones.

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EL DIARIO digital

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El país (y por ende la provincia y la ciudad), atraviesa un momento (otro) de crisis y de impacto negativo sobre la mayoría de la población.

Los efectos de la guerra se suman a los pesares que ya se venían acumulando, primero por los años de neoliberalismo, después por la pandemia, en todo momento por una inflación creciente que castiga a quienes viven de un salario y ni hablar de a quienes ni llegan a obtenerlo.

La situación económica golpea el bolsillo, pero no solamente se mide en números: es también una huella sobre la autoestima, sobre el ánimo, sobre las expectativas, sobre el humor y sobre la capacidad de comunicación armónica de la vida en sociedad.

En ese contexto, el comportamiento de la dirigencia política es puesto bajo la lupa y requiere de conductas que atiendan tanto lo urgente como lo importante, y sobre todo que no haya distracciones en cuestiones que parecen fuera de registro, y que privilegian más los intereses sectoriales o personales que los de la ciudadanía.

La denominada "guerra contra la inflación", de inicio tardío y en forma de lapsus, exige que el Estado deposite energías, recursos y racionalidad en lograr el objetivo de que al menos el acceso a los alimentos no se vuelva prohibitivo para las mayorías populares.

Nadie les quita el derecho a las dirigencias políticas ni a las militancias de las fuerzas partidarias a pensar en armados electorales, pero las consecuencias de poner esa situación en primer plano, cuando falta tanto tiempo para los comicios y en un marco de generalizada bronca y angustia, puede representar un tiro por la culata para quienes den ese paso en falso.

Las elecciones de 2023 no son, en este momento, ni lo urgente, ni lo importante.

Los armados electorales no son mala palabra, y al contrario pueden representar los posicionamientos futuros en un país o en una provincia, pero sí resulta obsceno que en un panorama caracterizado por las carencias y el hambre haya quienes dilapidan recursos en encuestas y operaciones políticas o montan shows como si la vida de la comunidad estuviera para esos lujos.

Hay dirigentes que ya empezaron la campaña, haciendo promesas vacías para mejorar la realidad de determinadas jurisdicciones, propiciando zancadillas a sus eventuales contrincantes o sacándose fotos que los posicionen.

Bueno sería que todos esos comportamientos estuvieran acompañados de ideas concretas y de un nivel de empatía aunque más no sea decoroso con los sectores menos acomodados de la sociedad.

La referencia abarca tanto a dirigentes del oficialismo como de la oposición, que muchas veces confunden sus preocupaciones e intereses o conveniencias personales con el devenir de las comunidades a las que dicen y deben representar.

Por otra parte, quienes tienen representación institucional tienen la obligación de poner su foco en los asuntos que tienen que resolver de acuerdo a los lugares que ocupan: eso es lo urgente y también lo importante, mucho más que aceitar la actividad proselitista para la que además ya habrá tiempo.

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