Opinion

Sembrar futuro

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Alegatos en el tercer juicio de la Subzona 14: otro paso adelante, contra "el país del olvido".

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EL DIARIO digital

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La fiscala federal Iara Silvestre completó su alegato del lunes, en el marco del tercer juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Subzona 14, apelando a la literatura y el arte, para graficar esa eterna lucha de la humanidad contra el olvido.

Uno de los conceptos más firmes de su planteo fue sin dudas la idea de que la posibilidad de acercarse a la Justicia es un modo de sembrar futuro.

Formuló esas palabras tomando otras del escritor Julio Cortázar, y para derribar la teoría de que el proceso de Memoria, Verdad y Justicia es una forma de mirar al pasado: todo lo contrario, derribar la impunidad es un modo de observar lo que viene y de construir un porvenir.

Sin terminar con esa pesada mochila cargada de terror e injusticia será imposible para cualquier organización social sentar bases que permitan el desarrollo de la solidaridad, la paz, el afecto.

El alegato del Ministerio Público Fiscal estuvo muy a la altura de las circunstancias y además de una muy precisa descripción de los hechos y de una coherente exposición de razones tuvo también aspectos propios del arte, según la definición que dio Juan Carlos “Pinky” Pumilla, víctima, querellante y también poeta.

El propio Pumilla suele decir que pasado tanto tiempo desde que tuvieron lugar hechos además irreparables, perseguir real Justicia parece más que nada una quimera, pero reina sin embargo la posibilidad de acercarse a la Verdad histórica y de hacer Memoria.

Esos costados han permitido en los últimos años notables avances en el ámbito social, más allá de los vaivenes judiciales, que de todos modos han sido interesantes (si se parte de la base de que hace menos de dos décadas regían aun las leyes de impunidad y no era sencillo imaginar un destino con tantas condenas a delincuentes de lesa humanidad).

Cuando comenzaron los sucesivos juicios La Pampa todavía tenía el mote de haber sido “una isla” durante el terrorismo de Estado, un mito que se instaló y se hizo carne como si hubiera tenido algo de razón.

Eso no impide detectar todo lo que falta por recorrer, ni las limitaciones que ha tenido ese proceso, con notables dificultades por ejemplo para poner bajo la lupa las complicidades civiles o los delitos ocurridos antes del inicio de la dictadura.

Aun así, hay una certeza: las audiencias y lo que ellas despertaron en la comunidad desde 2010 hasta la fecha permitieron visibilizar a represores que hasta entonces estaban camuflados y protegidos (no se conocían sus rostros, se comportaban como vecinos comunes, no daban cuenta de sus nefastos procederes o estaban prófugos y ocultos, como en el caso del exjefe de la dictadura Luis Baraldini).

Difundir esa parte de la historia, divulgarla, derramarla como información en las nuevas generaciones de ciudadanos y ciudadanas es un acto de enorme valor, imposible de medir, pero que sobre todo deja muy claro que la sustanciación de estos juicios, sus testimonios, sus alegatos, su aproximación a la Verdad, son justamente una forma honrosa de sembrar futuro.

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