Entre Pocillos

¡Largaron!

El popularísimo vecino santarroseño, Beto Desuque, en tono de burrero, conversando con su mozo predilecto en el restobar de la calle Quintana, como casi todas las mañanas de domingo.

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EL DIARIO digital

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Beto Desuque: - Hola, buenas, buenas… ¿qué tal, Fabio, cómo va todo?

Mesero: - ¡Betito! Te estaba esperando y pensaba en vos… qué días tristes, Betito.

Beto Desuque: - ¡¿Qué te parece?! En un soplido se nos fueron La Negrita Alvarado y Raquel Pumilla, así, de golpe, con lo saludables que parecían hasta ayer nomás. Qué dolor, querido. Son dos grandes de nuestra cultura.

Mesero: - Qué lo parió, Betito; sí, tenés razón. Veo la tristeza circulando por estas mesas…

Beto Desuque: - Artistas y luchadoras de las que no se bajaban del escenario ni con viento en contra, eh. En fin. Dos despedidas que cierran un año oscuro.

Mesero: - Sí, Beto… Te armo un cafecito para la ocasión.

Beto Desuque: - Ponele. Servilo nomás. A ver si el azúcar disimula un poco esta amargura… Aunque viste cómo es: hay dolores que no se endulzan, apenas se mastican en silencio. Y mientras uno anda haciendo duelo, la política sigue, como potro arisco: si lo soltás, se te va al galope.

Mesero: - Y hoy el tema viene por ahí… ¿no?

Beto Desuque: - Ya lo creo: ¡largaron!

Mesero: - ¿Cómo, quiénes, adónde?

Beto Desuque: - Largaron en el PJ pampeano. La carrera ya se está haciendo. Están los pura sangre, otros con matungo prestado, y varios haciéndose los distraídos para que no les miren el lomo.

Mesero: - ¿Le ponés unas fichas a alguno?

Beto Desuque: - Lo mismo que te digo siempre: en la cancha se ven los pingos. Y la cancha, acá, es de tierra pesada y con barro político…

Mesero: - ¿Vos decís que ya hay alguien que salió primero de las gateras?

Beto Desuque: - Ponele que Paly Bensusán asoma con pinta de favorito. Viene "con el caballo del comisario", que en criollo es decir: lo apadrina El Ruso Ziliotto. Y cuando uno corre con ese sulky cerca, ¿viste?..., hasta el látigo parece más liviano.

Mesero: - Pero la carrera recién empieza y es larga.

Beto Desuque: - Ni hablar. Que sea el caballo del comisario no significa que llegue. A caballo regalado no se le miran los dientes, pero si te toca un potrillo mañero, a mitad de carrera te deja pagando.

Mesero: - O sea que paseo no va a ser…

Beto Desuque: - Diría que para nada. Ya se está acomodando Copete, que no quiere mirar la carrera desde la tribuna. Anda de inauguración en inauguración y sabe que en la largada se gana lugar, pero en la recta se gana la carrera. Está midiendo el tranco, porque el que sale desbocado se queda sin resto antes del cartel de "última vuelta".

Mesero: - ¿Y hay más información para ese boletín?

Beto Desuque: - Hay corredora. Porque Fernanda Alonso también asoma con ganas. Y ahí aparece El Barba, que no pierde el vicio de elegir montura. "El ojo del amo engorda el caballo", dice el dicho. Cuando El Barba mira fijo, el animal se agranda… o se encabrita, depende de la sangre. Fernanda viene tomando impulso, sin regalarse.

Mesero: - ¿Y el resto? ¿Hay tropilla?

Beto Desuque: - Siempre hay tropilla. La interna es eso: un stud con muchos dueños, todos diciendo que el suyo es el mejor y, después, cuando hay que pagar la avena, se hacen los distraídos. Je.

Mesero: - En política, todos son los amigos del campeón…

Beto Desuque: - Hay quienes hoy se sacan fotos en el palenque y mañana te dicen que "están para ayudar", como si la carrera se ganara con palmadas. Y ahí, cuando aprieta, se ve quién ajustó la cincha y quién salió con la montura floja.

Mesero: - ¿Entonces qué ves vos?

Beto Desuque: - Ponele que la carrera va a ser larga y la definición no está clara. Puede ser cabeza a cabeza. Porque una cosa es entrar con aplomo y otra es sostener el ritmo. En política, como en el hipódromo, no alcanza con relinchar lindo. Y ojo con aquello tan sabio: caballo que alcanza, gana… pero también se funde si lo apurás antes de tiempo.

Mesero: - ¿Y el remate, Beto?

Beto Desuque: - El remate es sencillo: acá nadie se confíe. Largaron, sí. Pero falta mucha pista, sobran curvas y el público cambia de tribuna a la primera polvareda. Y, como decía mi abuelo, que sabía más de caballos que de discursos: "no hay yegua invencible ni jinete eterno". Así que a disfrutar el galope… y a no subestimar al matungo, que a veces te sorprende cuando la llegada está más cerca de lo que parece.

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