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"Virus del mal del Río IV" riesgo, modelo y respuesta técnica para el maíz pampeano

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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En las campañas agrícolas la biología del paisaje y la matemática predictiva conviven como dos artes complementarias. Hoy, esa convivencia coloca a la chicharrita, los delgados hemípteros vectores del complejo Mal de Río Cuarto, en primer plano de la preocupación técnica. Un modelo matemático desarrollado y revalidado por equipos del INTA ha mostrado, recurrentemente, escenarios de aumento poblacional y riesgo de dispersión que requieren respuestas agronómicas claras y basadas en evidencia. 

La chicharrita que hoy preocupa en la región pampeana pertenece al género Delphacodes. Su ciclo incluye huevos ovipuestos en gramíneas hospedantes (avena, trigo, maíces voluntarios), ninfas que se desarrollan alimentándose de savia y adultos alados con alta movilidad estacional. El insecto puede adquirir el patógeno (virus) al alimentarse de plantas infectadas; posee un período de adquisición y latencia que, en condiciones experimentales, se ubica en días a semanas dependiendo del patógeno, por ejemplo, adquisición en 2 días, latencia alrededor de 10 días para ciertos agentes, y luego actúa como transmisor eficiente. Estos conocimientos biológicos son los que nutren el modelado predictivo.

El modelo matemático que utiliza el INTA integra factores climáticos (temperatura y lluvia), fenología de hospedantes (estado de ave¬nales y cereales de invierno), y patrones de migración del vector. Sus salidas no son "certezas" sino probabilidades de niveles poblacionales en fechas claves, información crítica para decidir si una siembra tardía debe replantearse o si se debe intensificar el monitoreo y control. 

La Pampa, con sus franjas productivas vinculadas a maíz de segunda y siembras tardías en diciembre, es particularmente vulnerable por la confluencia de: (a) presencia de avena y cereales voluntarios que actúan como "puente verde", (b) lotes con maíz juvenil altamente susceptible (VE–V4), y (c) condiciones climáticas que favorecen la dispersión de adultos. Las consecuencias agronómicas van desde achaparramiento y raquitismo (reducción de altura y capacidad fotosintética) hasta pérdidas severas en número de granos, en casos extremos, más del 50% del rendimiento potencial en lotes con infección temprana y alta presión vectorial.

Dentro de las prácticas culturales y recomendaciones técnicas (especial foco: siembras tardías y de segunda en diciembre) podemos mencionar:

1.Elección de genética: priorizar híbridos con tolerancia o menor expresión de síntomas y mayor vigor en estadios iniciales. 

2.Tratamiento de semillas: Utilizar semillas con tratamiento insecticida sistémico para reducir las picaduras del vector y el potencial de infección en las primeras etapas del cultivo.

3.Siembras: evitar escalonamientos y siembras muy tardías que amplíen la ventana de susceptibilidad VE–V4.

4.Manejo químico: al tratamiento de semilla ya descripto para situaciones de riesgo comprobado, se suma la aplicación de insecticidas bajo umbrales. El umbral de acción para el Mal de Río Cuarto no está definido por una densidad de insectos específica en la mayoría de los casos, ya que se basa en la presencia de la enfermedad y el momento crítico del cultivo de maíz, que es entre los 24 y 40 días después de la emergencia de la planta. 

En resumen, es fundamental implementar un plan de manejo integrado de plagas que combine monitoreo constante de la presencia del insecto vector y los síntomas de la enfermedad, así como la implementación de acciones tales como mantener el cultivo sano para que sea menos susceptible al daño. 

El aumento poblacional de la chicharrita no es una amenaza abstracta: es un riesgo emergente que combina biología, clima y decisiones de manejo. El modelo del INTA ofrece una herramienta para transformar incertidumbre en prevención; la respuesta debe ser técnica, coordinada y basada datos. Para la Pampa semiárida, la receta es clara: monitorear con rigor, elegir genética adecuada y actuar con consecuencia. Con esa metodología, podremos minimizar el impacto y preservar la sustentabilidad económica de nuestros lotes de maíz.

(*) Ingeniero Agrónomo  (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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