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Girasol 2025/26: resiliencia, tecnología y récord de siembra en La Pampa 

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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La campaña agrícola 2025/26 en Argentina se perfila como una de las más prometedoras para el girasol, especialmente en la provincia de La Pampa, donde esta oleaginosa vuelve a ocupar un lugar central dentro de las rotaciones. Las abundantes y anticipadas lluvias de septiembre, combinadas con precios internacionales altamente competitivos, han impulsado una avidez notable por parte de los productores, al punto de generar faltantes de semilla de los híbridos de mayor potencial. El girasol, que supo ser emblema productivo de la región, podría alcanzar en esta campaña niveles de siembra que no se veían desde mediados de la década de 1990.

El atractivo del girasol radica en su capacidad de adaptación a limitaciones hídricas, junto con una raíz pivotante capaz de explorar profundidades mayores que soja y maíz, le permite aprovechar mejor la humedad acumulada en perfiles. La campaña 2024/25 ya dejó pruebas: en el oeste pampeano, donde otros cultivos apenas superaron los 20 qq/ha, el girasol promedió entre 22 y 28 qq/ha, con lotes destacados que superaron los 30 qq/ha bajo manejos ajustados.

El girasol se caracteriza por una gran plasticidad vegetativa y reproductiva, lo que le otorga un margen de manejo estratégico si se conocen sus fases críticas:

1.Siembra–emergencia: depende principalmente de la temperatura y de la humedad del suelo. La óptima de germinación es de 26 °C, con mínimos tolerados de 3–6 °C. La calidad de la semilla y la profundidad de implantación son determinantes.

2.Emergencia–iniciación floral: define el número potencial de hojas y la capacidad de intercepción de radiación. Sucede entre 20 y 30 días después de la siembra.

3.Iniciación floral–floración: establece el número de flores por capítulo, y por ende el número potencial de granos. La temperatura óptima para maximizar este proceso se ubica entre 20 y 30 °C.

4.Floración–madurez fisiológica: se define el llenado de granos. El período crítico se extiende desde 30 días antes hasta 20 días después de la antesis. Estrés hídrico, deficiencias nutricionales o competencia con malezas en este lapso reducen significativamente el rinde.

El componente más relevante del rendimiento es el número de granos por metro cuadrado, variable que depende en gran medida de evitar restricciones en el período crítico.

En siembras tardías o de segunda, el rendimiento potencial puede reducirse hasta un 40 % por menor radiación interceptada durante el llenado. Aun así, la elección de híbridos menos sensibles al fotoperiodo y el aumento de la densidad de siembra en un 15–20 % pueden mejorar la performance.

Uno de los desafíos más notorios en La Pampa es el establecimiento del girasol bajo siembra directa. La compactación superficial y subsuperficial, originada por tránsito de maquinaria en condiciones húmedas o por pisoteo animal en sistemas mixtos, constituye el principal obstáculo. En suelos compactados, las raíces tienden a desarrollarse superficialmente, lo que no solo reduce la absorción de agua y nutrientes, sino que incrementa el riesgo de vuelco previo a cosecha.

La sensibilidad del girasol a estas condiciones es elevada. Estudios locales indican que una compactación que supere apenas los 2 kg/cm² de resistencia a la penetración ya limita el crecimiento radicular. A su vez, la cobertura superficial en siembra directa reduce la temperatura del suelo en hasta 1,5 °C respecto a sistemas convencionales, lo que retrasa la emergencia y aumenta el riesgo de ataques fúngicos y plagas en las primeras etapas.

Para mitigar estas limitantes, se recomienda:

-Fertilización profunda con descompactación localizada o "strip till", mediante rejas que trabajan a 15–20 cm. Esto mejora la implantación, evita inmovilización de nutrientes en el mulch y disminuye la fitotoxicidad por cercanía de fertilizantes a la semilla.

-Rotaciones inteligentes, evitando implantar girasol inmediatamente después de verdeos invernales que dejan suelos pisoteados y con bajo contenido hídrico.

-Elección de fechas de siembra adecuadas, evitando adelantos excesivos que expongan al cultivo a temperaturas bajas en la etapa inicial.

La nutrición del cultivo sigue siendo un aspecto central. Los requerimientos promedio por tonelada de grano se estiman en 40–45 kg N, 15 kg P y 10–12 kg S, con respuestas crecientes al agregado de boro y zinc en ambientes de alta productividad. En La Pampa, donde los suelos suelen mostrar deficiencias de fósforo y azufre, el ajuste de dosis mediante análisis de suelo resulta indispensable.

De acuerdo con estimaciones privadas y de la Bolsa de Cereales, el área de girasol en Argentina podría superar los 2,3 millones de hectáreas, lo que representaría un incremento del 15 % respecto de la campaña pasada. En La Pampa, se proyecta que el cultivo alcance las 420.000 hectáreas, consolidándose como la segunda provincia en superficie detrás de Buenos Aires. Este crecimiento se explica no solo por los precios, sino también por el reposicionamiento estratégico del cultivo en ambientes semiáridos, donde maíz y soja muestran mayor vulnerabilidad frente a déficit hídricos.

Si los rendimientos acompañan con promedios de 20–22 qq/ha, la provincia podría aportar más de 900.000 toneladas de grano, lo que significaría un ingreso bruto superior a los 400 millones de dólares para la economía local, sin considerar el efecto multiplicador en servicios, transporte y empleo rural.

En conclusión, el girasol vuelve a situarse en el centro de la escena agrícola de La Pampa. Su resiliencia frente a condiciones restrictivas, combinada con precios internacionales favorables y la disponibilidad de híbridos de alto potencial, lo convierten en un cultivo estratégico para la campaña 2025/26. Superar los desafíos de implantación bajo siembra directa y ajustar la nutrición son claves para capitalizar esta coyuntura.

Más allá de los vaivenes del clima y del mercado, el girasol reafirma su rol histórico en la matriz productiva provincial: un cultivo capaz de generar estabilidad económica, diversificación de riesgos y valor agregado en origen. En un escenario de volatilidad global, la expansión girasolera no solo significa una oportunidad coyuntural, sino un pilar estructural para la seguridad de la economía pampeana.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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