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EL DIARIO digital
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La provincia de La Pampa tiene ante sí una oportunidad histórica para dar un salto productivo decisivo aprovechando el viento de cola por el que atraviesa la ganadería bobina en general, y la cría en particular. Frente a rigideces normativas, como los derechos de exportación que limitan nuestra dinámica agrícola, y regulaciones ambientales con abordaje excesivamente restrictivo, la realidad productiva exige una respuesta racional, técnica y comprometida con el desarrollo regional. La clave está en avanzar sobre áreas subexplotadas y degradadas del monte de caldén, implementando tecnologías exitosamente probadas como las siembras aéreas (con drones y/o aviones), siembras verticales, siembras al voleo, con otras que aún requieren ajustes y desarrollos adaptados a la zona como lo es la hidrosiembra. La misma consiste en proyectar mediante equipos especializados una mezcla acuosa de semillas, mulch, fertilizantes, aglutinantes y otros aditivos sobre un terreno para lograr el establecimiento de especies herbáceas, arbustivas y leñosas.
Si nuestra provincia logra restaurar al menos un 25 % de cada campo de cría con pasturas perennes, entre ellas el robusto pasto llorón (Eragrostis curvula), el potencial es innegable: liberar esas hectáreas de baja productividad y reconvertirlas en superficies productivas, permitirá rápidamente incrementar la carga animal, promover el arraigo y reactivar el interior profundo pampeano.
La hidrosiembra ha demostrado en regiones consolidadas de Estados Unidos y en amplia aplicación en Europa, su efectividad para revegetar y estabilizar suelos degradados. En Argentina, su empleo es incipiente, focalizado en minería y obras civiles, pero el oeste pampeano representa un ámbito ideal para expandirla como herramienta agropecuaria. Esta técnica permite dispersar semillas, fertilizantes y mulch con adhesivos sobre el terreno, facilitando la generación de cobertura vegetal rápida, que reduce la erosión y promueve la fijación de suelo degradado.
El pasto llorón se erige como una alternativa estratégica para nuestra región semiárida. Según datos del INTA, alcanza entre 2.500 y 4.500 kg de materia seca por hectárea anuales, en suelos de mediana a buena fertilidad; en ensayos fertilizados su producción anual puede superar las 6 t MS/ha. Es también altamente resistente: tolera frío extremo (incluso hasta -15 °C) y sequía severa, rebrotando muy tempranamente en primavera.
En términos de carga animal, la incorporación de un 10 % de pastura cultivada, como el pasto llorón, en sistemas dominados por pastizales naturales permite incrementar la producción de terneros en un 40 %, mientras que con un 30 % de pastura esa mejora alcanza hasta el 100 %. En sistemas donde se combinan pasto llorón y digitaria, la carga pasó de apenas 0,1 a 0,28 vacas/ha.
Los montes de caldén que hoy permanecen en pie representan una reserva de hectáreas con vocación productiva desaprovechada. Al menos un 25 % de cada establecimiento ganadero en esas zonas debería transformarse con implantación de pasto llorón; digitaria, panicum, entre otros. Esta reconversión generaría beneficios inmediatos: mayor carga animal, mejora en índices de preñez y destete, producción de carne, y la posibilidad real de generar empleo y arraigo, al financiar un uso intensivo y sostenible del territorio.
La incorporación del pasto llorón y la técnica de hidrosiembra no solo elevan la productividad; también constituyen prácticas ambientales responsables. El pasto mejora la infiltración de agua, reduce la erosión y promueve suelos más estructurados. Regionalmente, productores que instalaron pasto llorón hace más de 30 años mantienen hoy pasturas productivas, con índices de preñez y destete superiores a la media, aun en años de precipitaciones bajas.
En conclusión, La Pampa necesita políticas que habiliten el uso ambientalmente intensificado, con criterios técnicos claros, incentivos a la hidrosiembra y otros sistemas de siembra sustentables (aérea, vertical, al voleo con rolado, etc.). El talón de Aquiles está quizás en el acceso a semillas perennes resilientes. Si logramos liberar las trabas burocráticas y habilitar una reconversión productiva de bajo costo y alto impacto, la provincia podría duplicar o triplicar su oferta de carne bovina, generar valor local y revertir décadas de estancamiento económico rural, sobre todo ganadero.
No es solo una cuestión de producir más. Es una cuestión de producir mejor, con ciencia, con territorialidad y con sustentabilidad. Si el pasado nos dejó pobreza de suelo y exceso de fachinales, el futuro debe construirse sobre bases firmes: hidrosiembra, simbras aéreas, siembras al voleo, pasto llorón y orgullo pampeano.
Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo
(MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP
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