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Efectos de la rebaja de retenciones en el negocio agropecuario pampeano

La baja permanente de derechos de exportación (DEX), anunciada el 26 de julio por el presidente Javier Milei durante la inauguración de "La Ganadera 2025" en Palermo, representa un hito estructural para el modelo agropecuario argentino.

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EL DIARIO digital

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Más allá del gesto simbólico hacia el sector, esta modificación reconfigura de manera profunda las condiciones de rentabilidad, riesgo y planificación a mediano plazo, particularmente en zonas productivas como la provincia de La Pampa, históricamente condicionada por sus desventajas logísticas y climáticas.

El nuevo esquema de DEX fija los siguientes tributos a la exportación:

-Soja: 26% (desde 33%).

-Subproductos de soja: 24,5% (desde 31%).

-Trigo y cebada: 9% (desde 12%).

-Maíz y sorgo: 9,5% (desde 12%).

-Carne bovina y aviar: 5% (desde 6,75%).

-Girasol: 5% (desde 7%).

La reducción en promedio del orden del 20% sobre lo recaudado previamente implica un giro hacia un sistema más neutral que deja de penalizar al exportador neto, rol históricamente asumido por el productor agropecuario argentino.

Pero el factor más disruptivo no está en los porcentajes sino en la decisión de establecer la baja como política permanente, lo que despeja la "niebla fiscal" que ha impedido por décadas una planificación racional del negocio agroindustrial. En palabras simples: se reemplaza la incertidumbre por previsibilidad.

La provincia de La Pampa representa aproximadamente el 4% de la superficie sembrada del país, con una participación destacada en cultivos extensivos (soja, maíz, trigo) y una ganadería bovina de ciclo completo con fuerte base pastoril. Sin embargo, su condición de "zona extraportuaria", alejada de los grandes puertos, ha afectado estructuralmente la competitividad del productor.

Aun con esta rebaja, el costo de flete por tonelada desde General Pico a Puerto Rosario o Bahia Blanca representa hasta el 22-25% del valor FOB del maíz, volviendo extremadamente sensible cualquier modificación en la rentabilidad bruta.

La rebaja de DEX, al mejorar el precio neto recibido por tonelada exportada, compensa en parte este sobrecosto logístico, nivelando la cancha entre productores pampeanos y sus pares del núcleo pampeano, sin necesidad de subsidios diferenciales.

El agro pampeano opera bajo un esquema de alta exposición climática (zona semiárida), donde los márgenes brutos son positivos pero frágiles, y el capital de trabajo se compromete con antelación en insumos, maquinaria y arrendamientos. En ese contexto, cualquier estímulo marginal puede volcar la decisión hacia una siembra ofensiva o defensiva.

La estabilidad impositiva permite proyectar rotaciones más intensivas, mayor uso de tecnología de procesos (siembra variable, fertilización dirigida) y retorno paulatino de esquemas de inversión en riego suplementario, particularmente en el este provincial.

La retención de la renta en origen (en lugar de ser drenada al fisco) incrementa la capacidad de autofinanciamiento, elemento crítico ante tasas activas superiores al 40% anual, que tornan inviable el crédito productivo.

La rebaja al 5% de la retención sobre exportaciones de carne bovina y animales vivos representa un fuerte incentivo para toda la cadena cárnica, y en particular para el criador pampeano, cuyo negocio venía siendo erosionado por la falta de estímulos, brechas de precios y distorsiones comerciales.

Además, la eliminación del peso mínimo de faena, anunciada simultáneamente con la rebaja de DEX, otorga flexibilidad comercial sin precedentes. El productor puede ahora decidir el momento óptimo de venta, ajustando la demanda forrajera con la oferta que le dé su campo según el "comportamiento" de la lluvia en el ejercicio en cuestión, evitando degradar el recurso suelo. 

Para la industria frigorífica regional, especialmente aquellas plantas con acceso a mercados internacionales, la baja de retenciones mejora el margen de exportación directa y facilita acuerdos con productores.

A nivel del consumidor, el efecto es más complejo: si bien el precio interno tenderá a desacoplarse levemente del internacional, el riesgo de traslado total es bajo en un contexto de caída sostenida de la inflación y apreciación del tipo de cambio real.

En resumen, el consumo interno no será desplazado, pero sí deberá competir con exportaciones más rentables. Esto no implica desabastecimiento, sino un reordenamiento racional del mercado, donde el precio deja de ser arbitrado por la política.

En conclusión, la rebaja estructural de los derechos de exportación representa mucho más que un alivio fiscal: es un rediseño del marco de incentivos que da previsibilidad, mejora la competitividad regional y restituye al productor pampeano la dignidad económica de su esfuerzo. Resta avanzar en reforma en materia laboral e impositiva, que permitan pensar en integración vertical y verdadero agregado de valor en origen.

Aunque aún persisten desafíos logísticos, climáticos y financieros, esta medida corrige un sesgo distorsivo que ha condicionado durante décadas la asignación eficiente de recursos. Por primera vez en mucho tiempo, la pregunta que domina el campo no es "cuánto me van a sacar", sino "cuánto más puedo producir".

La clave ahora está en la responsabilidad colectiva del sector público provincial y municipal, que debe acompañar con infraestructura, agilidad administrativa y marcos legales que consoliden esta oportunidad. Porque si el Estado deja de ser un obstáculo y se transforma en socio del desarrollo, el campo pampeano no solo va a producir más, sino también mejor.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVLP

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