Salud

El peligro de los tóxicos prohibidos en esmaltes de uñas semipermanentes

La UE acaba de prohibir dos compuestos tóxicos presentes en algunos esmaltes de uñas semipermanentes. Una experta en reproducción explica los riesgos asociados a estas sustancias a la luz de la evidencia científica.

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EL DIARIO digital

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Desde el 1 de septiembre hay dos nuevas sustancias que pasan a engrosar la lista de ingredientes prohibidos en cosmética. Se trata de trimetilbenzoildifenilfosfina (TPO) y dimetiltolilamina (DMPT). Estos dos compuestos químicos se usan fundamentalmente en esmaltes de uñas semipermanentes y, según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), son potencialmente tóxicas.

El TPO se emplea como fotoiniciador para acelerar el secado y endurecer el esmalte de uñas y el DMPT se usa como activador de adhesivos, mejorando la fijación y resistencia de los esmaltes. En ambos casos se trata de esmaltes semipermanentes, que se aplican generalmente en salones de belleza o de manicura.

La experta en reproducción María Ángeles Manzanares, ginecóloga de Ginemed Madrid Aravaca, ha aclarado los riesgos que pueden suponer estas sustancias y los motivos que han llevado a su prohibición por parte de la UE.

Estudios sobre los efectos del TPO y el DMPT

La ginecóloga apunta, en primer término, que estas dos sustancias han sido "muy utilizadas" por la industria cosmética. En segundo lugar, resalta que su inclusión en la lista de productos potencialmente cancerígenos, mutágenos o que afectan a la reproducción "parece alarmante, pero no es así". Estamos continuamente expuestos a multitud de compuestos que pueden ser perjudiciales a través de la alimentación, la cosmética y otras vías. Muchos de ellos, como el bisfenol A (BPA), constituyen disruptores endocrinos, es decir, sustancias que pueden alterar el funcionamiento hormonal normal. Algunos son más peligrosos que otros, pero no resulta sencillo valorar su impacto en los distintos órganos y sistemas del cuerpo.

La labor de la ECHA y otras instituciones sanitarias es velar por la seguridad de todos los productos de consumo y, en caso de sospecha de efectos adversos para la salud, ya sea a corto, medio o largo plazo, actuar siguiendo el principio de precaución.

En este sentido, Manzanares expone que los estudios sobre la acción perjudicial del TPO y el DMPT "se han realizado en animales, a los que se han administrado dosis mucho más altas que aquellas a las que estamos expuestos los seres humanos". Además, hay que tener en cuenta que no es posible "saber a ciencia cierta el grado de absorción de estas sustancias a través de la piel y las uñas".

Los análisis en ratas revelan que estos compuestos producen, fundamentalmente, bajo peso al nacer, atrofia testicular, alteraciones menstruales y, "en dosis aún más altas, las ratas no se quedan embarazadas". Estos efectos son los que han motivado la prohibición de utilizarlos en cosméticos como los esmaltes de uñas semipermanentes.

La experta subraya que, a día de hoy, "no hay ninguna evidencia científica de que estas sustancias produzcan cáncer, mutaciones o alteraciones de la fertilidad en la especie humana". Pero, puesto que se trata de compuestos que no cumplen ninguna misión vital y, además, pueden sustituirse por otros considerados más seguros en cosmética, se ha impuesto la prudencia.

En conclusión, quienes tengan en estos momentos las uñas pintadas con esmaltes semipermanentes no tienen por qué alarmarse. Para empezar, porque es muy poco probable que contengan TPO o DMPT, ya que la industria cosmética ha tenido tiempo para prepararse de cara a la entrada en vigor de la prohibición de fabricación y venta de productos que los contengan a partir del 1 de septiembre.

Por último, la experta en reproducción insiste en que, en caso de haberse expuesto a las sustancias en algún momento de la vida, no hay ningún estudio que demuestre una relación directa con una merma de la fertilidad. Es cierto que hay estudios que relacionan la exposición a diversos tóxicos con una disminución de la capacidad reproductiva, pero hay muchos más factores implicados: edad, alimentación, genética, obesidad.

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