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EL DIARIO digital
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Si eres mujer seguro que más de una vez te has preguntado por qué tu marido, tu amigo, tu vecino o tu pareja no le da tantas vueltas a las cosas como tú y por qué, desde tu punto de vista, viven más felices sin complicarse tanto la vida. Esto, que nos ocurre a muchos, tiene una explicación que no solo tiene que ver con la cultura o con la educación que hayamos tenido durante la infancia, sino también por cómo funciona nuestro cerebro. Hablamos con una psicóloga para que nos explique el porqué de este comportamiento en hombres y en mujeres y las diferencias entre ambos.
Para empezar, informa Olga Albaladejo, psicóloga experta en bienestar y salud integrativa, "estudios recientes han confirmado que, en general, el cerebro femenino y el masculino muestran patrones distintos de organización". Esas diferencias "influyen en cómo pensamos, sentimos, nos comunicamos y tomamos decisiones", pero, al margen de esto, "lo más importante es entender que esas diferencias no son límites, sino formas distintas de procesar la realidad. Además, nuestras experiencias, valores y el contexto social pueden acentuar o suavizar esas características biológicas".
Diferencias entre el hombre y la mujer
En cuanto a las principales diferencias entre el hombre y la mujer, desde un punto de vista psicológico, la experta señala:
Estilo de procesamiento cerebral
-Mujeres: Mayor conectividad entre hemisferios, lo que favorece la integración emocional, verbal y social.
-Hombres: Mayor conectividad intrahemisférica, que favorece el pensamiento secuencial.
Rendimiento en tareas cognitivas específicas
-Mujeres: Suelen destacar en fluidez verbal, memoria episódica y reconocimiento emocional.
-Hombres: Tienden a rendir mejor en tareas visuoespaciales.
Gestión emocional
-Mujeres: Mayor expresión y exploración emocional.
-Hombres: Más tendencia a la contención emocional o a resolver mediante la acción.
Tendencia a la rumiación
-Mujeres: Mayor propensión al pensamiento repetitivo y la anticipación constante.
-Hombres: Más capacidad para "compartimentar" y desconectar cognitivamente (la llamada Nothing Box).
Comunicación y necesidad de verbalización
-Mujeres: Necesitan hablar para comprender lo que piensan, sienten o desean decidir. No buscan consejos, sino procesar en voz alta.
-Hombres: Suelen interpretar que si una mujer habla de un problema, está pidiendo una solución. Esta diferencia causa muchos malentendidos.
Motivación y resolución de conflictos
-Mujeres: Buscan proteger el vínculo, priorizando la armonía emocional.
-Hombres: Suelen enfocarse en resolver el problema de manera directa y funcional.
Empatía y percepción emocional
-Mujeres: Mayor activación en regiones cerebrales vinculadas a la empatía y las neuronas espejo.
-Hombres: Empatía más puntual y centrada en situaciones específicas.
Comportamiento en grupo
-Mujeres: Forman redes sociales más íntimas, profundas y basadas en el apoyo emocional.
-Hombres: Mantienen relaciones más amplias, estructuradas alrededor de actividades compartidas.
Es importante señalar que, como bien destaca la experta, "estas diferencias no deben entenderse como limitaciones, sino como expresiones diversas de una misma capacidad humana que es la de adaptarse, sentir, pensar y decidir". En su opinión, "comprenderlas es un paso más hacia la empatía, la cooperación y el bienestar relacional entre hombres y mujeres".
Dar vueltas a la cabeza
Ya hemos visto cuáles son las diferencias entre hombres y mujeres y las características propias de cada uno de ellos en cuanto a su forma de ser y de actuar y podemos hacernos una ligera idea de por qué actuamos como actuamos en determinadas ocasiones, pero ¿por qué las mujeres damos más vueltas a las cosas? Esto ¿nos hace sufrir más que los hombres? En opinión de Albaladejo, las causas son mixtas: hay una base neurológica y también un fuerte componente cultural.
Neurológicamente, informa, "los cerebros femeninos tienen más conexiones entre los hemisferios, lo que facilita una integración emocional-lingüística más fluida. Eso significa que mientras hablamos, también sentimos y anticipamos, por lo que no es fácil "parar la mente" cuando está todo interconectado".
Pero también hay un gran componente social. Y es que, a las mujeres "se nos ha enseñado a estar atentas a lo que pasa a nuestro alrededor, a prever necesidades, a cuidar, a coordinar y a no olvidar. Esa anticipación nos ha convertido en verdaderas expertas en planificación invisible, pero también en candidatas ideales a la rumiación mental".
En resumen, "pensamos una cosa, luego otra, y luego pensamos por qué pensamos tanto".
En cambio, los hombres "tienden más al pensamiento lineal y secuencial". Esto, "unido a un menor condicionamiento social hacia la sobrecarga emocional, les permite desconectar con mayor facilidad", indica la experta. Es más, a veces, "cuando nosotras seguimos dándole vueltas a algo que ya se ha hablado, ellos están genuinamente desconcertados porque ya lo resolvieron y lo archivaron".
Pero no es que ellos "piensen menos" o nosotras "más", es que "nuestros cerebros y nuestras historias nos han entrenado para pensar de forma distinta".
Y no es que los hombres sean más simples o que piensen de forma más básica, sino que, como indica la experta, "piensan de forma más focalizada". El cerebro masculino "tiende a trabajar de forma más compartimentada una cosa a la vez y esto reduce la sobrecarga cognitiva". El femenino, en cambio, "conecta diferentes áreas de forma simultánea, lo que facilita la integración, pero también la rumiación", señala la psicóloga.
Por eso, muchos hombres pueden estar realmente "en nada". Es lo que popularmente se conoce como la "Nothing Box, un estado mental en el que no hay pensamientos relevantes activos". Esto, añade, "no significa que estén evadiendo, sino que su mente está descansando".
Nosotras, sin embargo, "solemos necesitar un esfuerzo mayor para apagar ese diálogo interno constante". La buena noticia es que podemos entrenar el acceso a esa "caja de nada".