Salud

Osteoporosis: causas, síntomas y tratamiento

La osteoporosis es una enfermedad ósea propia de edades avanzadas en la que la masa de los huesos se va perdiendo más rápido de lo que se regenera. Veamos su naturaleza y cómo puede prevenirse.

Escuchá esta nota

EL DIARIO digital

minutos

El esqueleto humano es una estructura viva y dinámica. Y aunque no nos lo parezca, todos y cada uno de los 206 huesos que conforman nuestro sistema óseo son órganos individuales constituidos por tejidos óseos que, a su vez, están formados por células óseas que van muriendo y regenerándose.

De hecho, cada 10 años aproximadamente, todos los huesos de nuestro cuerpo se han renovado por completo, pues tienen que ir formándose nuevas células que den a estos órganos su robustez y propiedades necesarias.

De todos modos, es precisamente este hecho de que los huesos sean órganos vivos lo que hace que, como cualquier otra región de nuestro cuerpo, puedan enfermar. Por muy fuertes y resistentes que sean, son susceptibles de padecer trastornos en su anatomía y fisiología que impiden que cumplan con sus funciones.

Y una de estas patologías óseas más comunes es, sin duda, la osteoporosis, una enfermedad propia de edades avanzadas en la que la masa de los huesos se va perdiendo más rápido de lo que se regenera, llevando a una pérdida de densidad ósea que hace que los huesos sean cada vez más quebradizos. En el artículo de hoy analizaremos sus causas, síntomas, complicaciones, prevención y tratamiento.

¿Qué es la osteoporosis?

La osteoporosis es una enfermedad ósea en la que la masa de los huesos se va perdiendo más rápido de lo que se regenera. La tasa de muerte de células óseas es más alta que la de renovación, cosa que implica una disminución progresiva y continuada de la densidad ósea que hace que los huesos sean cada vez más quebradizos.

Se trata de una patología vinculada claramente a edades avanzadas, pues cada vez tenemos más dificultades para mantener el ritmo de regeneración de la masa ósea, siendo especialmente frecuente en mujeres en edad posmenopáusica.

Los huesos más afectados por esta patología suelen ser los de las manos, de la muñeca y de la columna vertebral. Y al ser sus huesos más débiles, son también más frágiles, cosa que hace que, incluso ante caídas leves o golpes poco contundentes, puedan fracturarse.

La osteoporosis, pues, aparece porque el ritmo de división de los osteoblastos y los osteocitos se ve mermado. Los osteoblastos son las células óseas cuya función principal es la de diferenciarse en osteocitos, que son las células que realmente constituyen los huesos y que se organizan de tal manera que dejan mucha matriz altamente mineralizada para dar lugar a estos órganos duros y resistentes.

En una persona sana, estas células se renuevan cada 2-3 semanas, suficiente como para mantener estable la densidad ósea. Con la osteoporosis, este ritmo es cada vez más lento, por lo que la matriz de los huesos cada vez es más frágil.

Aunque existe tratamiento basado en la administración de medicamentos que fortalecen los huesos, la mejor estrategia es la prevención, que se basa en cuidar nuestra salud ósea durante la juventud (tomar alimentos ricos en calcio y vitamina D y hacer deporte de forma regular) para así preservar su integridad cuando lleguemos a edades con riesgo de sufrir esta patología.

En resumen, la osteoporosis es una patología ósea en el que el ritmo de muerte de osteoblastos y osteocitos es más alto que su ritmo de regeneración, cosa que conduce a una pérdida de densidad ósea que afecta especialmente a muñeca, cadera y columna vertebral y que hace más susceptible a la persona que la padece a sufrir fracturas ante ligeros golpes o pequeñas caídas.

Causas

Como hemos dicho, los huesos son estructuras dinámicas. Cuando somos jóvenes, el ritmo de regeneración de células óseas es mucho más alto que su ritmo de muerte, por lo que la densidad ósea aumenta. A partir de los 20 años, este ritmo de regeneración empieza a ralentizarse. Y se estima que es a los 30 años que alcanzamos nuestro máximo de densidad ósea. A partir de entonces, el ritmo de muerte de osteoblastos y osteocitos va ganándole la partida a la regeneración.

En este sentido, el desarrollar o no osteoporosis depende de cuánta masa ósea hayamos obtenido durante la juventud. Si llegas a los 30 con mucha densidad ósea, más tiempo tardará esta pérdida de densidad en dar señales de su presencia. Pero si llegas a los 30 con muy poca, más rápido aparecerá este desequilibrio entre muerte celular y regeneración.

Es decir, cuanta más reservas de tejidos óseos tengas, menos probable será que surja. Aparecer, va a aparecer, pues es un efecto secundario inevitable del envejecimiento. La cosa es "cuándo" y con qué gravedad. Por lo tanto, podríamos decir que la causa de padecer osteoporosis es llegar al máximo de densidad ósea con pocas reservas, pues a partir de ahí solo irán hacia abajo.

Ahora bien, más allá de esto, el motivo de su aparición es muy complejo, pues intervienen muchos factores. En este sentido, existen algunos factores de riesgo que, si bien no son causa directa, sí que aumentan el riesgo de que la persona padezca esta patología en edades avanzadas.

En primer lugar, tenemos factores de riesgo que no pueden ser modificados, pues nacemos con ellos. Estamos hablando de ser mujer (tienen mucho más riesgo de padecerla que los hombres), tener antecedentes familiares, tener un cuerpo pequeño y ser una persona blanca o asiática (estadísticamente, la incidencia es mayor en ambos grupos).

En segundo lugar, hay un claro componente alimenticio. La osteoporosis tiene más riesgo de aparecer en personas que siguen una dieta baja en calcio y vitamina D (el 99% de calcio del cuerpo se encuentra en los huesos y la vitamina D ayuda a absorber este mineral), que padecen desnutrición o trastornos de la alimentación (como la anorexia o la bulimia) y aquellas que han pasado por una cirugía para reducir el tamaño del estómago.

En tercer lugar, también es importante el estilo de vida. Las personas sedentarias (que no realizan prácticamente ninguna actividad física) y las que realizan abusos con el alcohol y el tabaco tienen un riesgo mayor de padecer osteoporosis.

En cuarto lugar, hay que tener en cuenta que la osteoporosis puede ser una manifestación de alguna otra enfermedad, es decir, como un efecto secundario. La artritis, la celiaquía, el lupus, el mieloma múltiple, trastornos renales, enfermedades hepáticas y el cáncer de huesos provocan también una pérdida de la densidad ósea.

En quinto lugar, la osteoporosis también puede ser un efecto secundario de la administración de determinados medicamentos a largo plazo. Los fármacos corticosteroides (como la cortisona o la prednisona), así como aquellos destinados al tratamiento de rechazos de trasplante, cáncer, reflujo gastroesofágico y convulsiones, incrementan el riesgo de sufrir una pérdida de densidad ósea.

Y en sexto y último lugar, también hay que tener en cuenta el factor hormonal. Los niveles bajos de hormonas sexuales (reducción de los niveles de estrógeno en mujeres y de testosterona en hombres), el hipertiroidismo (una sobreactividad de la glándula tiroides) e hiperactividades de las glándulas suprarrenales y paratiroides se han asociado a un aumento en el riesgo de padecer osteoporosis.

Como vemos, si bien la causa principal es no disponer de suficientes reservas de matriz ósea durante la juventud, muchos factores de riesgo entran en juego a la hora de padecer la osteoporosis. Por lo tanto, las causas de su aparición son muy variadas y complejas. No es de extrañar, pues, que más de 200 millones de personas en el mundo padezcan esta patología.

Síntomas

La osteoporosis no da señales de su presencia en etapas iniciales de pérdida de masa ósea. Y es que como hemos visto, esta debilitación empieza su curso a partir de los 30 años, pero no es hasta una edad avanzada que da manifestaciones. De hecho, marcar la frontera entre no osteoporosis y osteoporosis es bastante complicado.

Sea como sea, cuando la pérdida de densidad ósea pasa cierto umbral, los signos clínicos más frecuentes son una pérdida de estatura, dolor de espalda (ya hemos dicho que afecta a la columna vertebral), postura encorvada, rigidez o dolor en las articulaciones y, sobre todo, tendencia a padecer fracturas óseas incluso ante leves caídas o golpes poco contundentes.

Y más allá de esto, lo cierto es que la osteoporosis puede tener complicaciones muy graves. Las fracturas de cadera y de columna vertebral pueden ser muy peligrosas. De hecho, en un estudio realizado por la Unión Europea en 2010, se descubrió que el 0,64% de todas las defunciones estaban vinculadas directamente con la osteoporosis. En ese año, casi 43.000 muertes fueron debidas a fracturas óseas.

Las fracturas de cadera son las complicaciones más comunes de la osteoporosis y, además de que pueden producirse por caídas leves, pueden derivar en una discapacidad de por vida, por no hablar de que el riesgo de mortalidad durante los seis meses posteriores es bastante elevado.

Tratamiento y prevención

El tratamiento médico de la osteoporosis se reserva para casos en los que, después de determinar la densidad ósea del paciente, se descubre que el riesgo de sufrir fracturas en los próximos 10 años es demasiado elevado. En este contexto, el médico puede recomendar la administración de medicamentos.

Estamos hablando de fármacos para fortalecer los huesos (como la Teriparatida, el Romosozumab o la Aabaloparatida), pero también de terapias de reemplazo hormonal (para evitar la caída en los niveles de hormonas sexuales que conducen a la pérdida de densidad ósea), medicamentos con anticuerpos monoclonales (se inyectan una vez cada seis meses y reducen la pérdida de densidad en los huesos) y de biofosfonatos (reducen el riesgo de fracturas, pero los efectos secundarios, aunque son leves, son frecuentes).

Ahora bien, lo más frecuente es que si se diagnostica a tiempo y/o la patología no es demasiado grave, el tratamiento consista básicamente en las mismas estrategias de prevención. Como ya hemos dicho, nuestra mejor arma es prevenir la osteoporosis.

Pero, ¿cómo puede hacerse? Tanto para prevenir su desarrollo prematuro como para tratarla de forma no clínica, es importante introducir en la dieta, a partir de los 50 años, unos 1200 miligramos de calcio al día; controlar el peso corporal (si tenemos sobrepeso, el riesgo de perder densidad ósea aumenta); consumir suficiente proteína; comer productos ricos en vitamina D; evitar las caídas (comprar zapatos con suelas antideslizantes); no fumar; no beber alcohol en exceso y hacer deporte, pues ayuda a fortalecer los huesos y a ralentizar la pérdida de su densidad.

También te puede interesar...