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Miley Cyrus, Taylor Swift... cómo la música ayuda a superar una ruptura

Los cantantes suelen utilizar el desamor vivido para expresarlo en sus canciones. Es una forma de canalizar emociones como la tristeza y superar un proceso doloroso. 

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EL DIARIO digital

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Miley Cyrus cantando "Flowers" en la gala de los Grammys. Sin duda, ha sido una de las imágenes que han inundado las pantallas de todo el mundo en los últimos días. La canción, todo un homenaje al amor propio, fue escrita tras su divorcio con el actor Liam Hemsworth. Son tantísimos los artistas que como Miley han utilizado sus canciones para hablar de sus propias relaciones y de qué han sentido con ellas que empezaríamos antes (y acabaríamos casi inmediatamente) por los que no lo han hecho. Quizás uno de los ejemplos más significativos sea el de Taylor Swift, cuya discografía es un completo recorrido por su vida amorosa: ilusiones, rupturas, desengaño, nuevos comienzos…

Ejemplos como el de Miley Cyrus o Taylor Swift vienen a reunirse aquí por San Valentín para que, más que de amor, hablemos del desamor y de cómo este puede canalizarse a través del arte y ser una fuente de inspiración. "Hay personas que impulsan la creatividad cuando están tristes porque hay una especie de introspección, un pensamiento más crítico hacia nosotros. Esa fuerte emoción negativa empieza a plantearnos cuestiones sobre la vida y sobre el amor", explica Diana Sánchez, psicoterapeuta. La experta cuenta que muchos cantautores han afirmado que, especialmente cuando están tristes, tienden a tener más producción creativa. 

"En terapia, esto es interesante. Por ejemplo, mandamos a los pacientes a que elijan una canción y que la trabajen, lo que ayuda al procesamiento de esas emociones negativas y hacer que aquello que sienta mal lleve a querer crear. Esto a su vez tiene un efecto sanador o reestructurante", detalla la especialista.

Por otra parte, Sánchez comenta que estudios que se han hecho sobre el trauma psicológico han comprobado que cuanto más alguien cuente y elabore una historia traumática que le ha tocado vivir, más se va a integrar en el cerebro y menos efectos negativos va a conllevar. "Por eso es importante que hablemos de las cosas malas que nos ocurren. Si no es con los demás, a través de un cuento o de una canción", añade. En definitiva, a través del arte. 

La psicoterapeuta cuenta que un punto clave a tener en cuenta es saber cerrar un duelo, algo a lo que puede ayudar la creatividad. "El cierre es muy importante para que, cuando trabajemos con las emociones, terminemos procesándolas", apunta. 

La identificación con la canción

Nuestro lado emocional conecta mucho más con las canciones que el racional. La identificación en ellas es un elemento clave, pues gracias a él conectamos con experiencias personales. Según el psicólogo Guillermo Fouce y presidente de Psicología Sin Fronteras, "hay una influencia de la identificación con la letra, la melodía, el cantante, el ritmo o el estilo". El experto hace referencia a la asociación que se produce entre determinadas canciones y situaciones y momentos concretos. 

Una revisión que analizó los efectos de la música triste sobre nosotros, recuerda que, a pesar de que la tristeza se presenta como una emoción negativa, también se asocia con cierto grado de placer. El trabajo concluye que, entre los beneficios psicológicos de escuchar estas melodías, encontramos la "regulación del estado de ánimo" y la generación de "sentimientos empáticos que están causados, por ejemplo, por el recuerdo y la reflexión sobre eventos pasados".  

Las emociones negativas son necesarias

En resumen, escuchar música triste da la sensación de catarsis emocional, lo que ayuda a liberar y procesar emociones negativas. Es una forma de validar sentimientos de soledad o de melancolía. 

Se suele pensar que sentir emociones como la tristeza es algo negativo, por lo que se tiende a huir del dolor. No obstante, Sánchez indica que no hay estados anímicos negativos ni positivos, todos son necesarios: "La tristeza tiene una función, la del autocuidado o la de buscar la compañía de las personas que nos ayuden a superar esa sensación".

Una visión que comparte la psicóloga y divulgadora María Gómez (@merigopsico) y que expone en su nuevo libro La buena compañía. En él, habla del positivismo tóxico, es decir, de la evitación de las emociones desagradables a toda costa. "Si te reprimes y sientes culpa cuando te invade el malestar, logras generar el efecto contrario. Cuanto más intentes suprimir pensamientos negativos, más aparecerán y, si no, saldrán por otro lado", cuenta. Por esta razón, la psicóloga defiende hablar más en términos de bienestar que de felicidad.

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