Opinion

Un auxilio a la cultura popular y una insólita marcha atrás

El Senado Nacional respaldó la vigencia de los fondos que permiten la subsistencia del cine y la música no industrial, el teatro y las bibliotecas populares (todo con gran impacto en La Pampa); ruralistas le torcieron el brazo a la Legislatura respecto del proyecto del Parque Nacional El Caldenal, tras un proceso cargado de desinformación.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

En una semana en la que aparecieron otras buenas noticias para la provincia, vinculadas algunas de ellas con derivaciones del Presupuesto nacional previsto para el año que viene, finalmente el Senado Nacional avaló la prórroga para las asignaciones específicas que permiten garantizar el financiamiento de sectores culturales populares y comunitarios.

La Cámara Alta demoró esa decisión más de la cuenta, pero finalmente con el voto de los partidos que en su historia han tenido nacimientos populares terminó reconociendo la necesidad de que el cine y la música no industrial, el teatro alternativo y las bibliotecas populares tuvieran a mano ese salvavidas.

La creación de fuentes laborales y de producción vinculadas con ese circuito de fondos es imposible de medir con exactitud, pero sin dudas son varias decenas de miles de puestos de trabajo los que están en jugo, además del pulso y la vitalidad que esas actividades representan, fundamentalmente en las provincias y entre los sectores menos beneficiados por la economía.

La llamada "Ley de Industrias Culturales" tenía una fecha de caducidad con este fin de año, a partir de que el gobierno macrista -que ideológicamente es refractario a la fortaleza y el crecimiento de estos espacios- había establecido ese plazo como día final para la vigencia de la normativa.

De ahí que se pusiera en tratamiento la prolongación de la vigencia, con una prórroga que lo que determina es que los dineros que salen justamente de las industrias culturales no serán destinados a cualquier cosa según caprichos de los gobernantes de turno sino que se destinarán a un fondo que tiene como fin la multiplicación de esas actividades y la generación de empleo para trabajadores y trabajadoras de la Cultura.

El oficialismo estuvo muy convencido desde el principio de sancionar esa ley, ya desde su debate en la Cámara de Diputados y Diputadas, en tanto que el radicalismo pareció escatimar respaldos e insistió en su concepción de que la prórroga podría determinarse por menos de 50 años.

Finalmente, esas dos fuerzas políticas alzaron la mano para garantizar la supervivencia de esos enriquecedores sectores: también los representantes pampeanos en el Senado, Daniel Bensusán y Daniel Kroneberger, se manifestaron en el mismo sentido en que lo habían hecho, por ejemplo, el gobierno provincial y el Consejo Federal de Cultura.

En cambio, la derecha liberal-conservadora agrupada en el PRO se movilizó en contra de ese derecho e hizo el intento de boicotear el respaldo a esa medida, con la senadora pampeana Victoria Huala como ariete de esa maniobra, incluso tratando de ensuciar la gestión de esos fondos denunciando de modo impreciso un supuesto "despilfarro" y "politización".

Amén de su posicionamiento ideológico antipopular, que tampoco sorprende, se advierte en su pronunciamiento público alta ignorancia respecto del tema (por algo se anotó en la lista de oradoras pero después prefirió no hablar en la Cámara), desplegando en su posicionamiento público una serie de prejuicios y lugares comunes que no están a la altura de semejante representatividad.

…y una de arena…

Un proyecto que parecía ya cocinado y que pocos sectores pudieron advertir como conflictivo y problemático terminó generándole al gobierno provincial, e incluso podría decirse que a la dirigencia política pampeana en general, un dolor de cabeza posiblemente innecesario del que el oficialismo no salió bien parado.

La iniciativa de generar un parque nacional El Caldenal, en la zona del oeste provincial, parecía a simple vista y mención una buena idea para generar conciencia ambiental y facilitar la actividad turística en La Pampa, pero detrás de la movida había no solo intereses no tan expuestos, sino además una notable desinformación e incomunicación.

Aunque el dictamen había tenido unanimidad en la Legislatura y la Cámara de Diputados y Diputadas se encaminaba a su tratamiento y lógica aprobación, la reacción de sectores afectados de manera directa paralizó ese avance y puso en alerta a quienes se vieron involucrados en el tratamiento.

Primero hubo un dudoso comunicado legislativo avisando que la mentada "expropiación" de tierra privadas en realidad no estaba planeada tan así, aunque la normativa en cuestión refería explícitamente a esa acción para dar lugar a un parque y aludía puntualmente a más de 100 mil hectáreas.

La primera reacción fue de sectores posiblemente perjudicados, y además con el respaldo y la incitación política de dirigencias opositoras, patrones rurales y organizaciones del sector patronal rural, pero en el mismo lugar quedaron parados pequeños y medianos productores de la zona.

A la luz de los sucesos, el gran pecado de quienes fueron tomando sucesiva intervención en el proceso fue no haber generado una instancia de escucha, debate e interés por el destino y la realidad de quienes residen y producen en la zona.

Cuando ese momento llegó, ya forzado por las circunstancias y en un clima de tensiones y cierta agresividad, era tarde y difícilmente podía evaluarse algún modo de consenso que permitiera equilibrios y miradas que fueran más allá de la confrontación.

Referencias del movimiento ruralista arremetieron contra la dirigencia política en general y el oficialismo en particular, aprovechando la volada para tirar dardazos políticos también a las autoridades nacionales.

Legisladores y legisladoras dejaron picando la sensación de que habían recibido mala información, como si eso salvara su accionar, y en consecuencia el que quedó peor parado fue el subsecretario de Ambiente Fabián Titarelli, cuya renuncia pidieron sin demorar demasiado algunos dirigentes de la oposición.

En síntesis, el proyecto quedó congelado, lo cual también pone en el "freezer" los positivos alcances que pudiera tener la iniciativa, tras un episodio que debiera generar un aprendizaje en la dirigencia involucrada, sobre todo para no tropezar otra vez con esa piedra tan habitual, que es negarse a la escucha de ideas diferentes o incomunicarse hasta el punto de engendrar un "boomerang".

También pone de manifiesto cómo es que a las representaciones estatales les resulta sencillo dar marcha atrás -aunque sea de modo insólito- cuando la ofensiva proviene de sectores poderosos, pero en cambio suelen mostrar firmeza y decisión cuando los planteos los hacen espacios con menos espaldas.

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