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EL DIARIO digital
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Una de cal
El gobernador Sergio Ziliotto sumó su presencia, pero más que eso la coherencia de sus pasos desde el inicio de su segunda gestión, a la cumbre que en Entre Ríos contó con la presencia de otros gobernadores de fuste que decidieron marcar una advertencia frente a los ataques del gobierno nacional libertario.
En algún sentido, y justamente porque hay espacios políticos que no han mostrado esa coherencia, ya es tarde para algunos pataleos, porque el Congreso Nacional habilitó de manera desembozada la posibilidad de que el Ejecutivo actúe según sus necesidades y antojos, lo que derivó en una inusitada suma del poder público en las mismas manos.
Esa situación derivó de modo directo en un perjuicio a las provincias, pese a que hubo representantes de distintas jurisdicciones que alzaron sus manos con candidez, o víctimas de engaños, o por intereses no del todo aclarados, o porque creyeron a pie juntillas en la promesa de Javier Milei de aplicar un "toma y daca" que ni siquiera se hizo realidad.
Representantes legislativos de La Pampa defendieron desde el 10 de diciembre de 2023 el interés de las provincias, en tanto que otros prefirieron arrimarse al calorcito del poder, pactar favores y recibir el mimo de ser bautizados como "héroes" porque, entre otras cosas, condenaron a jubilados y jubiladas a un brutal ajuste de sus ingresos.
Transcurrido casi un año y medio, ahora hay otros que "la ven": la cumbre en Entre Ríos tuvo a Rogelio Frigerio, del PRO, como anfitrión de caras de diversos colores políticos, desde el peronista bonaerense Axel Kicillof hasta el chubutense del PRO Ignacio Torres, pasando por el radical santafesino Maximiliano Pullaro y el justicialista aceitoso Raúl Jalil, de Catamarca.
El tiempo suele ser maestro y pasados los momentos de una luna de miel que encontraba sus explicaciones más en la decadencia de la etapa anterior que en las bondades de la nueva época, así en la comunidad como entre la dirigencia que era reacia a criticar al recién llegado empiezan a descubrirse tendencias claramente inaceptables y hasta peligrosas.
La Pampa institucionalmente planteó lo mismo desde el primer día y es una provincia castigada por hacer las cosas bien: no tiene deudas, ostenta un equilibrio fiscal histórico, puso el pecho para relevar en la medida de sus posibilidades el abandono de Nación en varias áreas, fue la primera en adherir al mentado "Plan Canje", y, sin embargo, sigue siendo ninguneada a la hora de un reparto más justo de fondos y programas oficiales.
El gobernador anfitrión saludó incluso la política fiscal pampeana, en un momento en el que el gobierno nacional también destina ingentes esfuerzos y recursos a convencer a la opinión pública de que todas las provincias son feas, sucias y malas porque no rebajan impuestos ni hacen el ajuste que Nación sí: en ese ámbito como en tantos otros, el libertarismo juega a que le salga bien su estrategia propia de la propaganda nazi que aconsejaba: "miente, miente, que algo quedará".
y una de arena
El agua volvió a faltar en Santa Rosa, en Toay y en otras localidades de la zona que dependen a grandes rasgos del servicio que presta el acueducto del Río Colorado: la situación despertó lógicas queja y enojos, no sólo por la falta del vital elemento sino por el modo en que las autoridades desinformaron sobre el asunto a la población.
Desde el principio quedó la sensación de que no se había difundido la información suficiente: se anunció desde Aguas del Colorado, en un comunicado breve e impreciso, que había que cuidar el agua porque se iban a realizar "tareas de mantenimiento" que tampoco fueron explicadas, que iban a paralizar el servicio hasta el jueves a la noche.
La promesa oficial de que la "normalidad" se recuperaría a las 20 horas de ese jueves, estaba claramente incumplida el viernes a la mañana cuando en numerosos barrios de Santa Rosa y de Toay, pero también en pleno centro de la capital escaseó el agua, en medio de una total falta de empatía de los responsables de los organismos encargados al menos de avisar que algo impensado había ocurrido.
Faltó el agua no sólo en viviendas y comercios, sino también en oficinas públicas y en colegios que tuvieron que interrumpir el dictado de clases, todo decidido sin que surgiera alguna comunicación más o menos efectiva y esclarecedora.
Recién al mediodía del viernes apareció otro comunicado, que ya no era insuficiente e impreciso, sino directamente tramposo: el título y la redacción inicial volvía a aludir a una supuesta normalización del servicio, para admitir en el tercer o cuarto párrafo que en realidad había ocurrido otro problema que retardaría la vuelta del agua al menos hasta el sábado a la noche.
Se entiende que cualquier obra de esta magnitud pueda tener imponderables, o que a veces ciertas necesidades que los profesionales entienden como imprescindibles perjudiquen a la comunidad que simplemente espera que el agua salga al abrir la canilla, pero en ese marco es inaceptable que en lugar de comunicar a la población lo que exactamente pasa se pretenda meter la realidad bajo la alfombra o maquillar de buena noticia lo que en realidad es un trago amargo.
La importancia de la información y la difusión -su objetivo, su simpleza, su intención- es un punto a ser analizado no sólo en estos casos en que debe anunciarse una situación específica y concreta, sino también cuando se ponen en agenda cuestiones más profundas y panorámicas: la comunicación, todo el tiempo, es política, y así como emplearla de modo oportuno alivia y genera simpatía, meter la pata significa hacerse de enemigos que se sienten engañados y despreciados.