Opinion

La diaria sensación de estar al borde del abismo

Organismos públicos, industrias, comercios, trabajadores y habitantes comunes y corrientes conviven con una rutina de sufrimiento, tarifazos, despidos y anuncios explosivos; el gobierno provincial promete transparentar más información sobre el real impacto del ataque antifederalista, que se multiplicará mientras quede vigente el decretazo de Milei.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El gobierno provincial advirtió que la actual situación económica y financiera genera "señales de alerta" y decidió hacer una ronda de encuentros con los sectores representativos de la comunidad pampeana para ponerlos al tanto, con precisiones y detalles, de cuál es esa circunstancia que hoy se atraviesa.

De todos modos no hay mucho misterio: la industria, el comercio, las pymes, las cooperativas, los organismos públicos y el sector del trabajo viven como al borde del abismo, esperando la próxima mala noticia, aunque en algunos casos se intente maquillar con un "hay que esperar" o "no quedaba otra".

El Ejecutivo pampeano, que desde el inicio de esta segunda gestión -y quizá forzado por las nuevas circunstancias de representación- inició un camino de mayor contacto con otras fuerzas políticas, puede en esta ronda que hará con empresarios, sindicatos, medios e intendencias, incluir al Poder Legislativo, que en la semana finalmente se puso en marcha después de un mes de discusiones que impidieron el quórum para sesionar.

El conflicto terminó cuando ya se estaba convirtiendo en una mochila para la propia oposición, presionada por las intendencias que forman parte del espacio, y que en un contexto de severa crisis advirtieron la necesidad de que determinados proyectos avancen, aún con las críticas que puedan plantearse.

Ese marco que se describe tiene una evidencia muy a la luz: los recortes impiadosos del gobierno nacional, que cada semana hace más méritos para demostrar su agresión al federalismo, tienen como blanco a La Pampa por su doble condición de provincia del "interior" del país y gobernada además por un sector peronista que desde el primer día de las gestiones se plantó en resistencia al ajuste.

A eso se suma que la zona patagónica, de la que obviamente La Pampa forma parte, se ha vuelto una piedra en el zapato libertario por su reacción en unidad y organización frente a las embestidas.

El recuerdo de la guerra de Malvinas fue otra oportunidad para escenificar en Tierra del Fuego esas coincidencias regionales, que contrastaron con el inmediato desembarco del presidente Javier Milei para presentar una nueva versión de las relaciones carnales en su obsceno contacto con la jefa del Comando Sur de ese país, Laura Richardson.

Días antes, el gobernador pampeano Sergio Ziliotto había aludido, sin hacer nombre porque no hacía falta, a "los usurpadores externos y los cipayos de adentro".

La cuestión es que en esa disputa política, en estos tres meses las arcas provinciales fueron desfinanciadas de modo absoluto por el gobierno libertario, no sólo porque decidió licuar la coparticipación sino porque además quitó de cuajo los fondos que se hacían para destinos específicos, pero previstos por la ley, y que nada tienen de "discrecionales", como instaló el relato del ejército de trolls.

Esa situación obligó a la Provincia a echar mano al famoso fondo aticíclico, las reservas provinciales para ocasiones de emergencia, que así y todo son finitas y que se fueron limando en estos tres meses fatales para la economía no sólo de la provincia, sino fundamentalmente de sus habitantes.

 

…y una de arena…

 

El gobierno tiene ahora también la oportunidad de explicar más y mejor ese fondo anticíclico, con cuestiones que no han sido lo suficientemente transparentadas: cuánto dinero es, en qué condiciones está, cuál es la estrategia respecto de su utilización.

La oposición política ha hecho planteos atendibles para contar con esa información, que obviamente debe ser pública porque se trata de dineros de la población, que además es la principal afectada por la imposición de las actuales políticas públicas nacionales, o por la falta de ellas.

Los avisos o previsiones que se vienen generando desde el mismísimo 10 de diciembre -o desde antes, cuando eran "campaña del miedo"- van convirtiéndose en cruda realidad: primero la parálisis de la obra pública con los consecuentes despidos de trabajadores del sector, después la caída del consumo interno, un incremento inmanejable en el costo del transporte, la eliminación del Fondo de Incentivo Docente, el tarifazo en la energía eléctrica que ya hace estragos y el que está por venir en el gas que los potenciará.

La Universidad Nacional de La Pampa también se siente al borde de la catástrofe con el recorte presupuestario al que ha sido sometida: un vaciamiento que es el mejor modo de pavimentar el camino a la privatización de la educación para que sea privilegio exclusivo de los sectores pudientes.

Los despidos en los organismos del Estado tienen dos caras: por un lado la crueldad y el tono celebratorio con el que son echadas de sus lugares de trabajo personas que llevan décadas cumpliendo labores, que no son ñoquis, o que hasta votaron por el gobierno actual.

Por otro lado, ese achicamiento tiene un objetivo que es el fondo de la cuestión: la desintegración de organismos públicos fundamentales, el desprestigio de los espacios estatales que son los que garantizan derechos como ANSES; la disolución de oficinas públicas dedicadas al control de multinacionales como el ENACOM; o la desintegración de áreas que alejadas del marketing implican un trabajo cotidiano y profundo sobre realidades vulnerables, como Agricultura Familiar.

La avanzada de Milei y sus aliados, que los tiene de modo desembozado incluso en La Pampa, incluye puestas en escenas para atacar a sectores a los que sin argumentos concretos ni razones transparentes vinculan con "el curro", en anuncios que más que medidas de gobierno son espectáculos mediáticos y para las redes sociales.

Pasó en los últimos días con el anuncio de que serían suspendidas miles de cooperativas, entre ellas 19 de la provincia: actos meramente administrativos, básicos y de rutina, que son presentados en forma de show como una forma de arremeter contra todo lo que significa organización popular, participativa o de formas económicas que en sí mismo significan un cuestionamiento al capitalismo salvaje y a la idea de que el mercado y su mano invisible todo lo solucionan. 

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