Opinion

La centralidad de la política, pero el peligro de una venganza sin límites 

El Congreso le puso límites a la enloquecida avanzada del "libertarismo" y aportó racionalidad, consenso y respeto por el federalismo; pero la respuesta vengativa de un presidente que tiende al desquicio mantiene en vilo a una ciudadanía que padece las medidas económicas y se sacude en medio de una guerra de final imprevisible.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El plan de desregulación y negocios del gobierno nacional, que quedó bautizado por el más vulgar mote de "Ley Ómnibus" pero nunca logró instalarse con el pomposo nombre oficial que le dio el gobierno, murió en su ley, para abusar de la metáfora: la improvisación de sus propios autores condujo la iniciativa a boxes y a su definitivo retiro del Congreso Nacional.

Fue un triunfo de la racionalidad de la política, de la vigencia del estado de derecho, de la experiencia de fuerzas partidarias que reivindican todavía el federalismo y que se manejan en los carriles de elementales consensos.

El papelón que coronó la sucesión de mamarrachos institucionales y políticos es en principio una buena noticia porque su aprobación hubiera instalado un escenario altamente peligroso, además de haber llevado a las provincias argentinas a una situación de crisis inédita: aunque finalmente regresó a fojas cero también permitió detectar a qué juega cada sector político y cada representante legislativo.

Así como estaba cantado, con mucha argumentación, el voto de pampeanos y pampeanas que representan a Unión por la Patria, la radical Marcela Coli -que todavía ha de estar preguntándose por qué voto a favor de la ley en general- estuvo a la altura de las circunstancias y se alineó más con su propio discurso, en el que había fustigado la ofensiva desbocada del presidente Javier Milei.

No quiso delegar facultades en un presidente que asoma con espasmos de desquicio y desequilibrio y testimonió su oposición a las privatizaciones, además de que públicamente había reivindicado la Ley Micaela y el impacto positivo de sostener el trabajo de la Cultura y el Arte.

El radicalismo en general parece no cobrar noción de un par de aspectos: primero, lo que representa el gobierno actual, su rumbo y objetivos; y segundo, la importancia que el propio rol de la UCR puede tener en el destino de las políticas públicas de los próximos tiempos, frente a los cuales tiene la posibilidad de recuperar algunas de las mejores banderas de su historia o recaer en el pantano que en los últimos años la hizo jugar como opaco y vergonzante furgón de cola del PRO.

La dirigencia del radicalismo pampeano puede mirarse a sí misma en la provincia, donde tiene representación dirigencial de relativo prestigio, que ha mostrado honestidad intelectual, que ha sabido representar el interés provincial y democrático o que gobierna municipios con reconocimiento popular.

Penoso suele ser a veces que alguna de esa dirigencia destacable quede, por determinaciones que se hacen en oficinas porteñas, a la cola de referentes mediocres, cuando no berretas, subidos al tren de los fenómenos mediáticos y las redes sociales, sin formación política ni conocimiento de la propia historia de los partidos o de la provincia.

En ese sentido, el PRO mostró en este juego una cara de su honestidad brutal pocas veces vista, no sólo a partir de su actuación concreta en el Congreso, presto para alzar la mano con devoción por sus nuevos aliados de La Libertad Avanza, sino por las declaraciones que el recién llegado a la Cámara Martín Ardohain pronunció sin vergüenza para tratar de explicar su posicionamiento.

El inverosímil desempeño mediático lo llevó a plantear que él ni siquiera se preocupará por votar a favor del interés pampeano: así fue que alzó la mano para que la provincia quedara afuera del subsidio patagónico al gas, lo cual hubiera implicado un feroz tarifazo, bajo la insólita explicación de que no cree que el presidente deje a La Pampa sin ese vital combustible.

 

…y una de arena…

 

Las pruebas en contrario llegaron 24 horas después de ese comentario bizarro del diputado Ardohain: a Milei tampoco le importaría dejar a La Pampa, y al resto de las provincias, sin el transporte público, y por eso a modo de venganza -como operan las mafias- resolvió la eliminación de los subsidios a la totalidad de boletos que, como se sabe, diariamente utiliza la casta que conforman trabajadores, trabajadoras, monotributistas, jubilados, jubiladas, estudiantes y personas del común.

Confirmado: "la casta eras vos", como anunciaron hace algunas semanas los carteles con los que Convergencia Peronista de algún modo se plantó primero que nadie frente a lo que parecía venirse.

La andanada de Milei para reducir a cenizas el federalismo no es nueva ni parece que fuera a frenarse, aunque lo que está provocando es una unidad de los jefes territoriales, que pese a sus encontronazos por razones ideológicas, partidarias o hasta geográficas terminan encontrando puntos de encuentro en la defensa del interés de sus poblaciones.

Sólo porque la pandemia abrigó el nacimiento de discursos delirantes y a partir del furor de las redes sociales que facilitan la promoción de falsedades e insensateces, puede naturalizarse que un presidente democrático actúe del modo en que lo viene haciendo Milei, no sólo respecto de su comportamiento político explícitamente sino también en asuntos de apariencia personal que también son políticos.

Las reiteradas amenazas a quienes no se ponen de rodillas a sus pretensiones ignoran por completo que tanto legisladores y legisladoras como gobernadores y gobernadoras son representantes del pueblo, elegidos -y en algunos casos reelegidos, como en La Pampa- por los pueblos a los que representan.

Es de una gravedad inusitada que el mismísimo presidente de la Nación use su cuenta en Twitter, y también la de la Oficina Presidencial, para elaborar con metodología fascistoide una lista negra de diputados y diputadas a quienes enumera con nombre y apellido y califica de "traidores" y "delincuentes".

Otras intervenciones en sus redes sociales o en la realidad, no por bizarras o ridículas dejan de ser riesgosas y preocupantes, también respecto de su salud mental, que no es la del individuo Javier Milei, sino la del presidente de la Argentina.

No se sabe si impulsado por el espíritu de Conan, el presidente que no conoce La Pampa ni visita provincia alguna de la Argentina ya se hizo dos viajes para aparecer besándose en el escenario con Fátima Flórez, quien desde que empezó la campaña electoral actúa como su pareja. También apareció llorando en el Muro de los Lamentos y bailando en Israel, cuando en la Argentina el pueblo llora de angustia su realidad y baila con la más fea a partir de las medidas oficiales que toma La Libertad Avanza.

Ese combo de despropósitos, mechado con algunas orientaciones sicológicas fácilmente detectables, más la conveniencia y el interés de sectores ultrapoderosos que bancan esta experiencia porque obtendrían dividendos estrafalarios, permiten alertar sobre la posibilidad de que esté efectivamente germinando la idea de un "Fujimorazo" que pase por encima la Constitución Nacional y suspenda las funciones del Congreso.

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