Opinion

El reino de la incertidumbre y los daños que se vienen

El derrame local del efecto motosierra salvaje, los cambios acotados en el gabinete provincial, la cautela en un contexto de dudas. El goce de dar malas noticias como la estanflación; el blanqueado pacto con la casta y los ministerios del ajuste y la represión en manos del macrismo.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El gobernador Sergio Ziliotto fue protagonista en la semana de diversas acciones políticas propias del tiempo que viene, el cambio de gestión nacional y la continuidad / renovación de su propia administración al frente de la Provincia.

Por un lado, el jefe del Ejecutivo pampeano compartió con sus pares del resto del país, de todas las provincias y de todos los signos políticos, un encuentro con el ministro de Economía Sergio Massa, quien con la idea de cerrar su ciclo estando a la altura de las circunstancias distribuyó fondos que permitirán el pago de sueldos y aguinaldos incluso en provincias donde ese trámite fundamental parecía comprometido.

No es el caso de La Pampa, que en ningún momento puso en duda la garantía de ese derecho laboral, como sí hicieron gobernadores de otros territorios: la compensación que le llega a la provincia representa en realidad un tercio del aguinaldo, de una masa salarial que a fin de este mes pondrá a circular nada menos que $30.000 millones que van a los bolsillos estatales, pero además, fundamentalmente, al consumo interno.

Massa cerró su tarea con una foto amplia y diversa, después de poco más de un año de ser ministro y candidato, en un período de enorme complejidad del que no fue responsable directo y en el que tomó algunas decisiones populares y no pudo con el flagelo de la inflación, que posiblemente selló su suerte electoral.

Aún así, a partir de que aceptó ser parte de un juego cuyas reglas él no digitó, y de la madurez y profesionalismo que mostró en la campaña, cosechó buenas miradas de espacios y personas que antes sólo le dedicaban desconfianzas y resentimientos.

En la provincia, el gobernador Ziliotto envió a la Cámara de Diputados un esquema de gabinete con cambios leves, en el que se jerarquiza el área Ambiental y de Cambio Climático, un aspecto frente al cual La Libertad Avanza es negacionista, y genera la fusión del área de Asuntos Municipales con el Ministerio de Gobierno.

Esas pequeñas reformas están atados a la incertidumbre que genera el tiempo por venir, en múltiples sentidos: desde lo económico, desde ya, pero también respecto del impacto social y cultural e incluso con una mirada sobre las tendencias psicológicas del presidente electo.

Y ni hablar respecto de los vínculos políticos que implican las alianzas de poder que se generaron a las apuradas, sin el aval de los votantes, sin demasiado recorrido institucional y en medio de una relación no de desconfianza sino directamente de agresividad y violencia.

Todo ese combo se lleva en estas horas las miradas, suposiciones y especulaciones de la dirigencia política, sindical y empresarial, pero también de una ciudadanía que en principio se movilizó contra un grupo al que se bautizó "la casta" y del que algunos de sus principales exponentes surgen ahora, paradójicamente, empoderados.

…y una de arena…

En otro orden de cosas, Ziliotto mandó a reunir a la paritaria, con la idea de empezar a recorrer un terreno que difiere notablemente del que acontecía hasta hace algunas semanas: la promesa de que la motosierra se aplicará de modo salvaje en el nivel nacional implica un inevitable derrame hacia las instancias provinciales y locales.

La Municipalidad de Santa Rosa hizo punta en ese sentido: anunció un severo ajuste en la planta política, por un lado para ahorrar gastos comunales, por otro como tácito reconocimiento de que algunas autoridades estaban sobrando, y que hay un mensaje de la comunidad que exige austeridad y una mejor capacidad de conectar con la realidad de las personas comunes.

El genuino y sensato reclamo de que los funcionariajes abandonen su burbuja para acercarse a la realidad, disparó electoralmente quizá hacia el lado menos pensado, pero en todo caso es el que los y las votantes tenían a mano para hacer oír más su bronca, su rabia y su hartazgo que su lucidez respecto de cuál es la salida.

El presidente electo, en ese escenario, parece gozar anunciando malas noticias: anticipó que vendrá un período de "estanflación", algo que en su momento, con acierto, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner definió como la antesala del mismísimo infierno.

La cultura de las corporaciones mediáticas argentinas entienden mal el período de "luna de miel": es en realidad una garantía de impunidad absoluta para quien ha sorteado con éxito una compulsa electoral y en esa instancia está hoy Milei con los medios del establishment, que no sólo le permiten hacer y decir cualquier cosa, sino que estimulan su desenfado y exacerbación del desequilibrio.

La estanflación generará enorme daño en la sociedad argentina: a la inflación inmanejable se le sumará la falta de actividad económica y de dinero circulante, con lo que es de manual que habrá despidos, aumentará la desocupación, cerrarán comercios y fábricas, se desintegrarán familias y derramarán la inquietud y la violencia en los espacios populares castigados por esa decisión política.

Milei no hace más que manejarse del modo en que lo ha hecho en todo este tiempo, considerando al ser humano como la mera apariencia corporal de una mercancía: de ahí que él mismo describa al Ministerio de Capital Humano -un nombre que lo dice todo- como una cartera que tendrá "la billetera abierta para atender a los caídos".

El propio presidente electo confiesa que lo que se programa desde lo económico es una catástrofe social, para la cual le otorgó al macrismo recalcitrante los ministerios del ajuste y de la represión: Luis Caputo, "el Messi de las finanzas" que ya endeudó al país como nadie en la historia, y la misma Patricia Bullrich que carga en su mochilas los casos Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y la Doctrina Chocobar, tienen ahora en sus manos el manejo de la plata y de las armas. ¿Nada malo puede pasar?

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