Opinion

Movimiento cooperativo democratizador y los riesgos de una oposición confundida 

Coletazos de la elección en la CPE: la ratificación de un rumbo, pero la necesidad de hacer autocrítica y atender otros costados de la empresa más importante. Campaña y políticas públicas: el peronismo se juega todo, Juntos por el Cambio se desbanda.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Después de una semana de las elecciones en la Cooperativa Popular de Electricidad, con las aguas más mansas, los números precisos y completos y las interpretaciones que cada sector hizo de los resultados sobre la mesa, lo que queda claro es que resultó un proceso que fortaleció al movimiento cooperativo y en particular a la empresa solidaria más grande de la provincia.

A la vez, la elección no es únicamente un punto final de una etapa, sino también un punto intermedio de una historia que tiene un muy rico pasado, cargado de luchas, y que a partir de una evidente modernización que la CPE supo encarar, afronta nuevos desafíos de distinto tipo.

La elección fue una experiencia democratizadora a la que la Cooperativa se había desacostumbrado, no por decisión de su conducción, pero sí por una realidad que hizo que solo en dos ocasiones durante los últimos 30 años hubiera una disputa en las urnas: la participación de asociados y asociadas le dio color y calor a una jornada con emociones y, por supuesto, alegrías y angustias según la determinación soberana.

No hay dudas de que el voto mayoritario reconoció con creces lo actuado en las últimas tres décadas, en que una entidad que había estado a punto del colapso se revitalizó y se reformuló, creció a pasos agigantados y extendió sus ramas y su desarrollo hacia otros ámbitos y formas productivas.

Esa situación, que es la principal y permite poner en el foco el éxito de la Celeste en la administración, debe a la vez ser contrastada con otros aspectos y episodios, que la dirigencia le vendría muy bien digerirlos en modo autocrítico para seguir dando respuestas del modo en que a la comunidad santarroseña le sea saludable.

La aparición de una lista opositora es también consecuencia de algunas situaciones que generaron malestares de distintos sectores, que no pueden ser ninguneados y que no en todos los casos pueden ser tratados de "aventureros" o con segundas intenciones de desbancar a la conducción actual.

Hay cuestionamientos que, acertados o no, son genuinos y sensatos respecto de determinados aburguesamientos, de conductas no del todo amables de quienes ejercen el poder sobre trabajadores y trabajadoras, de la falta de convicción para apostar a una renovación o de algunas desidias que terminan mal, como el colapso del techo del 1 de enero, que a la postre fue una desgracia con suerte.

La Cooperativa de la capital provincial es mucho más que una empresa de grandes dimensiones, con 600 empleados, 97 mil socios y una facturación de $500 millones mensuales, que presta servicios ya imprescindibles a un costo envidiable para otros puntos del país: es también una parte de la historia y el corazón de Santa Rosa, tiene un enorme poder simbólico, político, social; es una herramienta de igualdad y desarrollo, y por eso mismo su cuidado y su protección son vitales y no deben quedar en pocas manos, sino bajo la mirada de un colectivo lo más diverso y democrático posible.

…y una de arena…

La cercanía de las elecciones presidenciales del próximo 22 de octubre mantiene movilizados a sectores no solo políticos, sino también sociales, de encuentro, y es de esperar que a la población en general, porque lo que se pondrá en juego ese día, y quizá también en la segunda vuelta que se haría un mes más tarde, es mucho más que el resultado de una compulsa electoral.

La disyuntiva pone en juego, claramente, el futuro del país e incluso del sistema democrático tal como lo conocemos hasta hoy, puesto que hay propuestas que en sus discursos ya significan aventurarse hacia posicionamientos que se pueden describir al menos como de tendencia totalitaria.

Consciente de un contexto que pone en riesgo una serie de derechos adquiridos que tienen que ver con la calidad de vida y la justicia social, el peronismo pampeano abandonó la actitud de adormecimiento que tuvo en la previa de las PASO y está movilizándose de manera notable, propiciando discusiones, fomentando debates, llegando a distintas organizaciones, barrios y familias.

Esa actividad proselitista ha ido de la mano con algunas decisiones de gobierno que al menos no van a contramano de esa mística: las últimas medidas anunciadas por el ministro Sergio Massa, candidato presidencial, implican beneficios para determinados sectores que habían sido postergados y llegan a espacios de trabajadores y trabajadoras que han padecido en todo este tipo la inflación y algunas otras acciones u omisiones estatales.

Como es tiempo de campaña, la oposición elige confrontar incluso contra las que han sido banderas que anidaron en sus propios sellos partidarios: suena entre bizarro e incoherente comprobar ahora que senadores de La Pampa como el radical Daniel Kroneberger o la macrista Victoria Huala huyen de sus bancas para no votar la ley que implica eliminar el impuesto a las Ganancias para la mayoría de trabajadores y trabajadoras.

Es insólita, por su tamaño, la contradicción de esa actitud con posicionamientos no tan lejanos, en que la misma problemática ocupaba espacios y hacía grandilocuentes las promesas, por supuesto que incumplidas.

La debilidad de la candidatura de Patricia Bullrich, las enormes fisuras internas de su espacio, también generan esas confusiones propias de todo desbande: el planteo formal en La Pampa de una histórica organización como Franja Morada, negándose a votar a la postulante presidencial por sus posturas contra la universidad pública, son un botón de muestra de ese estado de situación.

Ni qué hablar el hecho de que un intendente recientemente reelecto como Hugo Kenny, proveniente del radicalismo, haya deseado sin medias tintas que el candidato a diputado nacional por el peronismo, Ariel Rauschenberger, tenga "todo el éxito" en las elecciones que se vienen: ese guiño describe que aun con disidencias hay dirigentes políticos que prefieren a históricos rivales de la vereda de enfrente antes de que asomen los riesgos del totalitarismo.

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