Opinion

La hora de un debate postergado y un voto a disgusto

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Temas de la semana que se fue: la discusión por una nueva Ley de Coparticipación empieza a encontrar un camino de cierta madurez; cuatro votos pampeanos avalaron el pacto con el FMI, pero más por la fuerza de una supuesta necesidad que por plena convicción.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El planteo que la semana anterior había resonado sobre todo en la Municipalidad de Santa Rosa, pero también institucionalmente en otras comunas, se instaló definitivamente en la agenda pública y empezó a dar los primeros pasos para convertirse en un proyecto de Coparticipación como corresponde.

Como explicó El Diario a lo largo de la semana que se fue, con la publicación de distintos informes, trabajos académicos y declaraciones de actores políticos, es casi unánime la mirada respecto de que existen asimetrías e injusticias en el reparto de la torta coparticipable, derivadas de algunas incongruencias que quedaron a partir de que se desactualizó la ley vigente que establece los índices.

Lo más maduro de parte de quienes tienen responsabilidad dirigencial, pero especialmente de quienes representan al oficialismo (sin dejar de lado a la oposición) es dar el debate y ponerse a la altura de las circunstancias para que pueda planearse una nueva forma de distribución de los fondos, aunque sea a partir de la próxima gestión de gobierno.

En otras ocasiones, esas discusiones no se dieron o se empantanaron a partir de que se privilegiaron intereses sectoriales o del momento: en los períodos preelectorales se patea la pelota para no herir susceptibilidades y la basura se va metiendo bajo la alfombra.

Fue por eso mismo que el tratamiento de esta problemática quedó clausurado en los últimos años, pese a que se advertía desde los distintos ámbitos sobre la necesidad de encontrar una salida más acorde a la realidad.

El planteo que hicieron los jefes comunales (especialmente el de Santa Rosa, Luciano di Nápoli) no es novedoso ni repentino, pero sí estuvo paralizado y opacado en los últimos tiempos, también porque ellos mismos lo sacaron de los primeros planos.

La Legislatura provincial entonces limitó su accionar a la aprobación de un artículo que extendiera la vigencia de los ítems con los que se calcula el reparto de la caja coparticipable: la cuestión de fondo quedó para otra ocasión, y ahora sí parece haber llegado la hora de abordarla seria y profundamente, quizá sin urgencias en su aplicación, pero necesariamente sin pausa y sin excusas.

En esa discusión parte de la oposición sostiene su propuesta de que aumente incluso el tamaño de la torta: insisten en que deben incrementarse los recursos que se coparticipan.

La respuesta de la Provincia suena en ese sentido bastante atendible: hay una inicial negativa a propiciar ese incremento porque los recursos que se reparten a las comunas crecieron de manera relativamente sensible en los últimos años, al aplicarse nuevas metodologías para esa distribución (las regalías petroleras y el famoso FOCOCO son herramientas de hace alrededor de una década).

El propio ministro Ernesto Franco, uno de los más experimentados y conocedores en la materia, dijo en los últimos días que una de las asimetrías hace que haya municipios a los que les "sobra mucha plata" porque encontraron mecanismos oportunos para hacer de modo extraordinario rendir las formas en que se calcula el reparto.

…y una de arena…

nopacto

Cuatro votos pampeanos aportaron al respaldo legislativo que consiguió el pacto que impone condiciones del Fondo Monetario Internacional a cambio de retrasar el pago de la deuda (o "estafa", según algunos sectores) que con ese organismo internacional tomó el gobierno macrista.

Hernán Pérez Araujo y Varinia Marín, desde el oficialismo; y Martín Berhongaray y Marcela Coli desde un espacio opositor aportaron sus avales al arreglo, con la ausencia del macrista Martín Maquieyra.

La postura de diputados y diputadas de la provincia se alineó con lo que fue una amplia porción del Congreso Nacional: son dirigentes que provienen de las raíces tradicionales del peronismo y del radicalismo, y que fueron las que constituyeron esa mayoría.

Quizá por eso mismo, sus perfiles, sus identidades, trayectorias y pertenencias es que se instaló de modo rotundo la misma posición que hizo sonar el gobierno en los últimos dos años: la imperiosa necesidad de acordar y de evitar el "default", ese fantasma que pareciera tener más peso en el inconsciente colectivo que las propias recetas del Fondo, que empujaron al país a sus peores días.

En todos los casos, las explicaciones para el voto positivo de ese acuerdo fueron por el camino de que no quedaba otra alternativa: "es esto o el caos; es un mal necesario", resumió el gobernador Sergio Ziliotto y la enorme mayoría de quienes alzaron la mano aceptaron que no había nada que festejar.

Era de esperarse, como ocurrió, que las conductas no solo menos autocríticas sino más descaradas, provinieran del ala neoliberal macrista, que fue la que condujo al país a esta encrucijada y la que sin embargo actúa como si no tuviera ningún tipo de responsabilidad en el asunto.

Si bien el gobierno nacional cosechó un amplio respaldo, similar al que las encuestas previas habían mostrado en la sociedad, también parece claro que paga un alto costo, porque llegó al poder por vía del voto popular prometiendo hacer lo posible para que "neoliberalismo nunca más" y terminará aplicando un "plan económico del Fondo Monetario", según la descripción de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El otro costo político para el oficialismo, justamente, es el agrietamiento de su alianza de gobierno, que a las puertas de un período preelectoral puede hacerle más complicado ese camino, y que también tendrá sus impactos y remezones en La Pampa (no por azar fue esta semana que aparecieron novedades en forma de fotos y posteos en redes sociales).

Pero mucho más allá de ese juego de legítimas disputas de espacios, lo que queda por verse es cuán gravoso será ese pacto con un organismo que se ha especializado en los ajustes a contramano de los intereses de la comunidad: hubo a lo largo de la historia más de 20 acuerdos con el FMI y ninguno favoreció a las clases populares.

Se exhibe como aliciente relativamente esperanzador que esta es la primera vez que un pacto así pasa por el Congreso, situación que no hace mella sobre el impacto que tienen en la memoria nacional sus monitoreos, aprietes e imposiciones, por lo que solo en el futuro podrán conocerse los efectos reales y concretos: en palabras de Juan Domingo Perón, "para conocer a un rengo hay que verlo caminar".

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