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EL DIARIO digital
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Jason Bard nació en Santa Rosa, pero de muy chico se radicó en Estados Unidos. Cursó la primaria en Queens, Nueva York, y completó la secundaria en Charlotte, Carolina del Norte. Allí consolidó dos pasiones: la ciencia y la música, ya que además de destacarse en matemáticas y física, toca el violonchelo desde hace más de una década.
"Desde que era chiquito quería ser astronauta y ahora no sé si voy a seguir por ese lado, pero por lo menos quiero ayudar en toda la parte espacial", contó en diálogo con El Diario de La Pampa.
Su camino académico lo llevó a la Universidad de Boston, donde estudió ingeniería mecánica y tomó cursos de ingeniería aeroespacial. Durante esa etapa lideró el grupo Boston University Rocket Propulsion, encargado de diseñar y probar cohetes experimentales. Esa experiencia lo acercó por primera vez a la NASA, a través de una pasantía en el Glenn Research Center de Ohio.
"Allí trabajé en sistemas de propulsión híbridos para aviones, eléctricos y a combustible. Son tecnologías que se van a empezar a usar en los próximos cinco o diez años", explicó.
Más tarde, se sumó al Kennedy Space Center de Florida, donde desarrolló software para las plataformas de lanzamiento y, posteriormente, se incorporó a un laboratorio lunar. "Ya terminé dos proyectos de la fase de diseño de unos robots para la Luna y para Marte", señaló.
Su trabajo actual está vinculado a la construcción de robots mineros lunares, que podrán utilizar los recursos del suelo para crear bases, plataformas de lanzamiento y espacios habitables. "La idea es ser lo más eficientes posible con lo que tenemos fuera de la Tierra", destacó.
Bard describe a la NASA como "una organización enorme, llena de estudiantes y profesionales que trabajan en laboratorios y oficinas con el mismo objetivo: seguir desarrollando tecnología e investigación, no solo del espacio sino también de la salud, la biología y la Tierra".
Consciente de que el camino para convertirse en astronauta requiere de nuevas certificaciones y estudios, el ingeniero pampeano no descarta esa meta. "Lo primero que quiero hacer es especializarme en propulsión eléctrica de satélites o naves espaciales. Esa es la tecnología del futuro y quiero ser parte de eso", afirmó.
El apoyo familiar ha sido clave en su trayectoria. "Mis papás siempre me acompañaron, sobre todo en matemática y ciencia. Cuando tenía 12 o 13 años me llevaron al Kennedy Space Center y quedé fascinado al ver de cerca los cohetes. Fue como un sueño", recordó.
Una antena pampeana.
Bard trabaja también con una antena revolucionaria, construida con papel metálico, similar al aluminio, que promete transformar las comunicaciones espaciales. "Hay satélites que se usan en zonas frías como la Antártida o calientes como el Amazonas. Esta antena está pensada para soportar ambos extremos", detalló.
La antena será probada en septiembre en un laboratorio de alta precisión. "Si supera la prueba, podría formar parte de las próximas misiones de lanzamiento", explicó. Su entusiasmo es evidente: "La idea es mejorar la transmisión de datos, ya sea de imágenes, de temperatura o de humedad, que los satélites recogen y mandan a la Tierra".
Volver a la Luna.
Bard no oculta su emoción por formar parte de una institución que está desarrollando el programa Artemis, que busca llevar nuevamente humanos a la Luna. "Me encantaría algún día llegar a ser astronauta", reconoció. "Por ahora soy estudiante, pero es algo que no descarto".
Recordó con emoción cómo la NASA volvió a tener presencia en la superficie lunar: "Se logró nuevamente alunizar, y la idea es que pronto podamos volver con astronautas. Es un gran paso".
Asados, fútbol y raíces.
Bard vive en Estados Unidos desde muy chico, pero conserva un vínculo fuerte con sus raíces. "Lo que más extraño de La Pampa son los asados, la comida y el fútbol. Estar con mis tíos, con mis primos, ver a la Selección, a Messi. Lo fui a ver dos veces allá, una en la Copa América y otra en el Inter Miami, cuando metió un hat-trick. Fue increíble", contó.
Además, comparó los sabores locales con los de otros países: "No sé si acá está menos procesada la comida o es más natural, pero tiene más sabor. Incluso más que en Europa".
Un futuro vinculado a la ciencia.
A pesar del cariño por su tierra, Bard es consciente de las limitaciones que tendría su campo de investigación en Argentina. "Falta infraestructura. Es muy difícil lograr el mismo nivel de investigación en ingeniería. No hay lanzamientos dos veces por semana como allá para enviar satélites o recursos", explicó.
Sin embargo, no descarta que el país pueda avanzar: "Ojalá en el futuro eso cambie. Sería muy lindo. Pero por ahora, para lo que quiero hacer, necesito estar allá".
Con humildad, Jason Owen Dylan Bard cerró la entrevista agradeciendo a quienes lo apoyan: "Estoy muy agradecido. En la NASA se dice 'for the benefit of all' para el beneficio de todos. Esa es la razón por la que existe la NASA, y me gusta pensar que desde mi lugar también aporto a eso".