La Pampa

"Actué de manera adolescente, pero creo en la verdad y en el fin de lo que hago"

El cultivador de cannabis medicinal preso, Matías Yamil George, contó qué hace, por qué está lejos de la clandestinidad y las razones por las cuales declaró en la justicia federal sin guardarse nada. Reconoció un error que puso en jaque a su actividad y a los pacientes a los que acompañaba con el tratamiento con cannabis. El debate sobre la legalización.

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EL DIARIO digital

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"Actué de manera adolescente, pero creo en la verdad y en el fin de lo que hago", dice Matías Yamil George, el cultivador de cannabis medicinal santarroseño que está preso desde principios de enero, procesado por tráfico de drogas y a la espera de un juicio oral.

George, de 32 años, obtuvo el arresto domiciliario la semana pasada y los actores judiciales se encuentran en una encrucijada con su caso. En una entrevista telefónica con El Diario, cuenta cuál fue su "error" y su historia de vida, que, lejos de ser la de un narco, presenta como la de un investigador, cultivador solidario y acompañante terapéutico, al que lo mueve el objetivo de aportar a la salud pública.

Nacido en Santa Rosa, estudió un par de años en Buenos Aires -técnico en obras de construcción- y en 2018 regresó a la ciudad. Junto a su pareja, Ayelén, están inscriptos en el registro nacional de cultivadores de cannabis medicinal.

"Estoy acostumbrado a que me señalen con el dedo"

-¿Qué sentiste con la detención y acusación judicial? -le consultó El Diario a George.

-Fue un gran impacto en el colectivo, las personas que trabajamos en estas investigaciones. Claramente, cometí una infracción, mover una materia vegetal. Pero eso recayó luego en la parte investigativa, porque de mi casa se llevaron material, cuadernos de investigación, muchas semillas que teníamos para investigar. Entonces eso, caló muy profundo. En el medio quedaron muchos pacientes en el medio de una terapia que no se puede interrumpir. Hay pacientes con urgencias, con epilepsia, Parkinson, que no es lo mismo con una cefalea. Hay surgieron un montón de organizaciones, con las que veníamos trabajando, para derivarlos y resolver ese vacío.

-¿Sentiste que hubo respaldo?

-Sí, totalmente. Y fue muy gratificante. También alguno señala, eso siempre estuvo. Yo estoy en contacto con la planta desde los 15 años y estoy acostumbrado a que me señalen con el dedo.

-¿La justicia te puso en el lugar de un narco?

-Creo que tienen que investigar y tienen sus tiempos. Está todo muy verde. Y, bajo la mínima sospecha, la justicia siempre piensa en lo máximo. Pasás de ser Pablo Escobar, después un cultivador solidario, y al final Mechulamn Raphael Mechoulam (químico israelí, reconocido como el "padre" de la investigación en Cannabis). Tienen que investigar y yo desde el primer momento puse todo arriba de la mesa, qué hago, estamos re lejos de trabajar en la clandestinidad. Siempre fui de la verdad, de punta a punta. Lo que hacemos es público desde el día uno. Fuimos fundadores de la primera Asociación de Cannabis Medicinal en La Pampa en 2020. Tuvimos un programa en la televisión pública.

-Si tenés tanta información y formación ¿por qué te arriesgaste transportar más de los 40 gramos de marihuana que permite la ley y pusiste en riesgo todo tu trabajo?

-Muchas veces teniendo toda la información, actúas de manera adolescente. Actué de manera adolescente y eso lo voy a poner también arriba de la mesa. Igual, creo que a futuro la cantidad de gramos que podés llevar, es algo que debe debatirse. En cannabis medicinal necesitamos material para los derivados. Actué como un primerizo, sin medir las consecuencias.

-¿Confías en que saldrás absuelto en la justicia?

-Confío en la verdad. Y en el fin por el cual realizo esto, ayudar a las personas en un proceso terapéutico. Lejos está de ser narcotráfico, esto demanda una discusión social en materia de derechos sociales, sanitarios y humanos. Atrás de esto sigue habiendo un sistema científico, político, policial, punitivista y acusdatorio.-

-¿Por qué pensás que hay que legalizar la marihuana?

-Hoy tenemos una ley penal, una ley de cannabis medicinal y una ley para la producción industrial. Se está dando una regulación, pero siempre me sentí perseguido y despreciado por la sociedad como cultivador. Somos los que tenemos una investigación empírica sobre la planta. Tiene que haber una legalización completa de las plantas medicinales, hablamos de una industrialización sustentable, de agroecología, de métodos de cultivos seguros, siempre levanté la bandera del autocultivo y la legalización completa del cannabis y de otras plantas ancestrales que abren la conciencia.

Un hobby con "enfoque terapéutico"

-¿Cómo llegaste al cannabis medicinal? -le consultó El Diario.

-Arranqué a los 15 años mis primeras pitadas. Era asmático. Me di cuenta de que el cigarro de marihuana me había abierto los pulmones. Me llamó la atención y comencé a consumir con frecuencia. Hoy, después de años de investigación, puedo decir que es una de las plantas más vasodilatadoras que existe en el mundo. Con el correr del tiempo me di cuenta de que tenía un feeling muy grande con la planta, interactuamos fácil. Empecé a buscar información, de Israel, de California, Estados Unidos, y empecé a usarlo para la ansiedad o el insomnio. El autocultivo además me conectó con la tierra.

-¿Cómo te capacitaste?

-Hice varios cursos a distancia con investigadores de Chile, de Uruguay. Cuando lanzaron la formación en la Universidad Arturo Jauretche, por supuesto que la hice. La mayor parte de la formación la hice en pandemia, fue trascendente para mí porque con Aye, mi compañera, no podíamos trabajar en la construcción y en contabilidad. Nos dedicamos entonces a lo que era un hobby hasta ese momento 100%, nos profesionalizamos, estudiamos en varios seminarios privados en forma on line. Se nos abrieron muchas puertas con organizaciones nacionales e internacionales. También tenemos un ida y vuelta con el Conicet, hace años que investigamos, desde las cepas y los aceites que preparamos, con estudios de peritos químicos, se analizan ahí en Bahía Blanca. Y también con el Instituto Nacional de Semillas, para que queden nuestras cepas anotadas a nivel nacional.

-¿Estás inscripto en el registro nacional de cultivadores?

-Por supuesto. Tanto Aye como yo. También quisimos hacerlo en el registro municipal, brindamos una charla en el Concejo, pero entendemos que no tiene la misma orientación que el nacional. Creemos que le falta un lineamiento terapéutico.

-Tienen una página en las redes sociales. ¿Para qué?

-Se llama Olta. Surgió hace unos años para acompañar a los pacientes. Es un ida y vuelta, tiene un enfoque terapéutico. Acompañamos a la persona para que vaya observando su cuerpo, lo analice y tenga libre albedrío de consumir lo que necesite en materia terapéutica y de plantas ancestrales. Para que llegue a la autogestión.

-¿Asesoran y proveen los derivados del cannabis?

-Sí, asesoramos y compartimos. El aceite es el más común, pero hay otros derivados, té, yuyos, cremas. La persona llega a una consulta donde le explicamos el funcionamiento del cannabis, qué puede mejorar y qué no. Hay un mano a mano. Le explicamos que es un error creer que es un medicamento, no es un diclofenac o un ibuprofeno. En la terapia, en el tratamiento, hay que hacer un autoanálisis.

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