Buscan tentar a Torroba o a Martín Berhongaray, pero parece imposible. Nadie se calza el traje ni el vestido de una postulación: la pelea electoral aparece cuesta arriba y la gestión deja dirigencias golpeadas.
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EL DIARIO digital
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“Y el que no, una prenda tendrá”, canta a modo de advertencia ese viejo divertimento de las niñeces, “El Antón Pirulero”. Así anda la oposición en Santa Rosa: cada cual atiende su juego y aunque es posible que falte menos de un año para las elecciones la alianza no encuentra candidaturas para la Intendencia.
Nadie se prueba el traje ni el vestido, como suelta a modo de metáfora un viejo recorredor de los pasillos radichetas, que percibe lo que es evidencia: no hay nadie que tenga reales ganas de afrontar un desafío que, obviamente, asoma cuesta arriba en la capital provincial. En Santa Rosa la oposición no ganó ni siquiera durante la ola de votos antiperonistas de noviembre del año pasado.
Solo de ese modo se entiende que las aguas estén tan quietas. La Intendencia no le aparece a la oposición en el radar. Y nadie suelta alguna liebre, ni siquiera de plástico. La dirigencia, consultada formalmente por El Diario, coincide cuando el grabador se enciende: “no es tiempo de hablar de candidaturas”.
En reuniones de comité, charlas de oficina e intercambios vía chat florecen algunas hipótesis. Pero con una certeza: no hay nadie que, de verdad, quiera candidatearse para una competencia que aparenta muy complicada y para una eventual gestión que sería un fierro caliente. Pocos dirigentes lo admiten en público, pero hay un tácito reconocimiento de que en el fragor de la lucha la gestión de Luciano di Nápoli viene zafando.
Todo eso, lo que es y lo que viene, bajo otro paraguas: la realidad política nacional y provincial es un polvorín y hacer pronósticos de lo que ocurrirá en los próximos meses, o los realineamientos que tendrán lugar, es una apuesta demasiado riesgosa.
Figuritas difíciles
En la coalición que también forman el PRO, el MID, el MoFePa y el Partido del Frente se da por hecho que lo lógico sería que la fórmula la encabezara la UCR, pero siempre y cuando tenga para ofrecer una postulación que les conforme.
Francisco Torroba y Martín Berhongaray son las figuritas difíciles: los empujan a que acepten porque son los que más alto miden en las encuestas. Pero ya tienen preparado el No, posiblemente con distintas contundencias y diferentes argumentos.
Torroba ya dio esa pelea y ahora tiene 15 años más. Competir por Santa Rosa, y con más razón gobernarla, fue siempre desgastante. Más aun en estos tiempos. Algunos de sus dirigentes cercanos hacen el intento de convencerlo, pero a esta altura parece una propuesta muy lejos de la realidad.
Berhongaray dejó saber a su círculo que la Intendencia desde ya no es su pelea: reivindica su perfil provincial, que alimentó desde la Legislatura, y se siente con derecho a pensar en una candidatura a la Gobernación. Va a ser precandidato a ese cargo, si se dan algunos requisitos.
Cuando a Berhongaray le dicen que es uno de los que “mejor mide” en Santa Rosa contesta que andar bien en las encuestas no significa que haya que anotarse en cualquier carrera: nunca fueron el eje de su trayectoria política las preocupaciones de la ciudad puntualmente.
Tanto en un caso como en el otro, también está lo obvio: nadie quiere presentarse a una elección para perder. Y para la oposición, Santa Rosa es esta instancia un hueso duro de roer.
El Gran Hermano y los Azules
Si no son “Pancho” ni “Martín”, ¿quién? Asoma en el espacio celeste el nombre de Hipólito “Poli” Altolaguirre, porque su hermano Leandro queda descartado en todas las conversaciones a la luz de su administración, de los resultados de 2019 y del propio peso que para su humanidad significó esa gestión.
A “Poli” le remarcan su relativo liderazgo como dirigente del radicalismo local, su gran elección en la PASO del año pasado que le permitió ganar en Santa Rosa y el hecho de que conoce los problemas y realidades de la ciudad desde que siguió de cerca la gestión de su hermano. Pero él mismo no está para nada convencido de ir por ese camino y repite que quien se postule debe tener, de manera imprescindible, vocación.
Si hay que buscar por el lado Celeste, el actual presidente del Comité Capital de la UCR es Sandro Martín. Pablo Pera Ibarguren tomó un perfil relativamente alto el año pasado, pero pocos lo imaginan liderando una boleta para el Ejecutivo. Ahora, además, dejó la jefatura de bloque en manos de Gustavo Estavilla.
Entre los azules navegan y resuenan en algunas conversaciones, pero de corto alcance, dos dirigentes que tuvieron alto perfil en distintas gestiones locales: Luis Evangelista, exsecretario de Hacienda, y Marcos Cuelle, exconcejal, ahora diputado provincial.
Dicho está: ni ellos se prueban el traje. Quizá también por cuestiones estratégicas, sabiendo que quienes largan más temprano quedan prontamente como presas de la “picadora de carne”. En 2015 la Azul dio la pelea interna con Pedro Salas, que cayó contra Leandro Altolaguirre. En 2019 hubo una suerte de "veto" a las competencias internas.
Desierto y después
El panorama luce tan desértico que hasta se ensayan algunas aventuras: ¿podría quedar lugar para el vuelo de Federico “El Colo” Roitman? Es uno de los pocos que ha dicho que sí, que quiere ser intendente. El interrogante es si le da para semejante empresa. Visto el generalizado desinterés por encabezar la boleta ejecutiva, ni siquiera hay que descartar que a la hora de los bifes hasta tenga algún empujoncito de los propios Altolaguirre.
Entre las Mujeres Radicales no imaginan que las vayan a tener en cuenta justo ahora para liderar una boleta, pero claramente quieren posicionar a alguna de sus referentas. Cecilia Roigé aparece en primer plano, quizá por encima de Susana Sánchez: Roigé fue concejala, conoce como pocas la cuestión administrativa local y el plan estratégico, está siempre activa políticamente y tiene reconocimiento en la dirigencia, no solo de su partido.
élida Deanna, que además de haber sido precandidata legislativa el año pasado alguna vez tuvo cierto alto perfil en Santa Rosa como funcionaria de gestiones ejecutivas, está fuera de carrera: tiene domicilio en Anguil y no piensa en modificar esa situación.