Desde hace unas semanas el mundo se encuentra conmovido por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, poco se habla de las consecuencias ambientales de estos conflictos. Por eso, en la columna ambiental de hoy vamos a ver cuánto mal le hace la guerra al ambiente.
Por Florencia Srur (*)
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EL DIARIO digital
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El 11 de marzo se cumplieron dos años desde que, a nivel mundial, se catalogara a la enfermedad producida por el virus SARS-COV-2 como una pandemia. En paralelo a la salida de la población mundial de esta, el 14 de enero de este año empezó un nuevo conflicto bélico entre Ucrania y Rusia que ha llevado al mundo a temer por una tercera guerra mundial. Y, en adición a la terrorífica realidad de estos conflictos que traen consecuencias en vidas humanas de manera directa, tenemos que tener en cuenta los efectos que produce al ambiente. No olvidemos que el ambiente somos todos y todas, y que, según un nuevo informe de la Organización para las Naciones Unidas (ONU), los efectos negativos del Cambio Climático pueden ser más devastadores y llegar antes de lo que imaginamos.
En el año 2001, la ONU propuso una fecha denominada "Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados" que, pese a que se conmemora en el mes de noviembre, es muy interesante debido a que nos marca que la guerra y los conflictos armados ponen en riesgo nuestra salud a nivel planetario. Al investigar algunas consecuencias de eventos bélicos anteriores recientes, en la historia nos topamos con varias ambientales. Por ejemplo, en la guerra en Afganistán se perdieron por deforestación de los territorios un 95% de la vegetación nativa; en Vietnam se utilizaron gases altamente tóxicos como el napalm o agente naranja que, no solo afectó a la población y especies de fauna y flora en el momento, sino que siguen persistentes sus efectos negativos; tras la Segunda Guerra Mundial aún pueden encontrarse 1.6 millones de toneladas de municiones en la zona alemana de los mares Báltico y del Norte. Y esto es solamente para nombrar algunos ejemplos.
Es importante que veamos de donde vienen los conflictos. Al menos el 40% de todos los conflictos del mundo están vinculados con la explotación de los recursos naturales (petróleo, agua, tierra fértil, oro, madera, entre otros). Esto es interesante, y a modo de comentario personal, si pensamos en lo poco eficiente que es gastar recursos y contaminar para obtener recursos que, pronto, no van a ser de utilidad si seguimos destruyendo el mundo. Además, en estos conflictos teniendo en cuenta las últimas seis décadas, se han producido en más de dos terceras partes de los principales puntos de biodiversidad del mundo poniendo en riesgo su conservación.
En tiempos de guerra, el ambiente y los ecosistemas sufren una degradación acelerada y los sistemas de gestión del entorno suelen verse gravemente afectados. En este tipo de conflictos armados, se suelen llevar a cabo acciones que ponen en peligro a la biodiversidad como, por ejemplo, la quema de cosechas o la tala de árboles para debilitar al "enemigo". A su vez, la contaminación del agua, el envenenamiento del suelo, la deforestación y la contaminación del aire son algunos de los efectos de la guerra en el ambiente.
Para concluir, tenemos poco tiempo para revertir lo que podría ser una catástrofe en menos de 30 años, ya hay refugiados y muertos climáticos, ya hay una conciencia más o menos mundial con respecto a las acciones que se deben tomar para frenar el Cambio Climático. Nunca la guerra fue buena, pero particularmente hoy en día, el paradigma bélico está cada vez más de antaño, si no tenemos planeta no vale de nada todo esto. Pido por las personas fallecidas y afectadas en esta y todas las guerras y, por poder tener la posibilidad de vivir nuestro futuro y el de próximas generaciones en un ambiente sano. Paz.
(*) Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente, UNLPam. Email: [email protected]