Ecos e impactos de la cumbre del conductor con su tropa legislativa. Foto de alto impacto político que confirma que el año electoral ya empezó.
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EL DIARIO digital
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La cumbre del exgobernador Carlos Verna para aparecer reafirmado como líder de la línea Plural es una forma de marcar la cancha por parte del ultravernismo, decidido a jugar a fondo y muy tempranamente.
El encuentro es un tiro por elevación al gobierno provincial y al pretendido ziliottismo en formación. La puja viene desde el año pasado y la elección legislativa puso esas cuitas en primer plano y dejó heridas en uno y otro campamento.
La postal le echa más leña al fuego de la interna peronista y genera nuevas incertidumbres respecto de hasta qué punto crecerá la grieta que desde el año pasado genera remezones dentro de la propia línea Plural.
La manzana rodeada
Si la ofensiva ultraV no llega a propiciar un candidato propio en disidencia con la Provincia, lo que va a haber es una puja más importante para ubicar referentes de la escudería propia, tanto en cargos electivos como en puestos de poder.
En realidad Verna ya rodeó a Ziliotto de manera suficiente en la primera gestión: le plantó legisladores y legisladoras (en el pago chico y en la Nación), ministros y políticas intocables.
Pero a su modo, y porque es propio de cualquier conductor del peronismo, Ziliotto dio algunas demostraciones de su propia impronta. Se malquistó con algunos referentes del vernismo que habían tenido su cuarto de hora gloriosa en la etapa anterior y que pasaron a ser tratados como parte de la “mano de obra desocupada”.
Cuando Verna dio el paso al costado el año pasado estaba cantado lo que se ponía en juego, y dependería de los resultados. El peronismo perdió. Perdió en muchos lados del país y de la provincia, pero fue notable la caída en los territorios que siempre han sido bastiones vernistas. De hecho, en la mesa que fue foto el martes, todos provenían de localidades derrotadas: Pico (Verna, Silvia Larreta, Alicia Mayoral), Eduardo Castex (Tato González), Ingeniero Luiggi (Oscar Zanoli) y Quemú Quemú (Rodolfo Calvo).
El gobierno, o la otra ala de la Plural, respondió por ahora con silencio. La foto fue un baldazo de agua fría.
Cara a cara
Desde ya que en el encuentro entre Verna y su tropa legislativa hubo referencias personales y amistosas. El diálogo con esos dirigentes Verna nunca lo cortó: habla periódicamente por teléfono con los legisladores y legisladoras que le responden.
Pero la aparición en la oficina, el encuentro presencial, fue una marca de otra época. “El conductor”, lo refirieron a la salida. Las palabras de ocasión, después de la cumbre, fueron también en estilo ultraV: poco para decir, mucho para interpretar.
Pero las sonrisas eufóricas de la foto resultaron muy evidentes. También el tono entusiasta para decir públicamente lo poco que era posible.
Quizá fue a Mayoral a quien se le escaparon más palabras. “Carlos siempre tuvo un rol activo, nunca se fue ni dejó de responder, siempre respondió. Pero si te presentás en la oficina, reluciente, con tan buen ánimo y tantas ganas, no creo que sea en vano… Yo como amiga personal, digo que no quiero que nunca deje de ser mi conductor. Yo lo veo como referente de la Plural, que quiere retomar más activamente la política”.