La Pampa

La UCR, sin consenso, tira de la cuerda

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El radicalismo no tiene candidato de la unidad y hay al menos cinco sectores lanzados con postulaciones propias. Aspiran a que el PRO reconozca su debilidad y no pugne por ningún primer lugar.

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EL DIARIO digital

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A dos semanas del plazo estipulado para el cierre de listas, en el radicalismo hay mucho tironeo y poco afloje: las listas mayoritarias fogonean la posibilidad de ir a una interna, se pasan facturas y se recuerdan viejos pactos incumplidos.

Lo que sí está claro es que no existe consenso, ni lista de unidad, ni candidato aclamado.

Las conversaciones que se habían prometido para canalizar un acuerdo antes de que llegue la fecha de presentar listas no existieron y en cambio empezaron a blanquearse mediáticamente las aspiraciones personales y sectoriales.

Cuatro postulaciones y un viejo pacto

Como resultado de ese proceso, ya están lanzadas cinco postulaciones: Juan Carlos Marino y la Celeste de Martín Berhongaray propician a “Poli” Altolaguirre; Daniel Kroneberger está instalado y decidido jugar a fondo; la Azul de Francisco Torroba agita los nombres de Hugo Pérez, Luis Evangelista y Marcela Coli; las Mujeres Radicales ya juntan avales para presentar una lista propia aunque tenga integración de distintas líneas; y en soledad, pero sumándole ruido, el concejal piquense Guillermo Coppo se anotó en la partida.

A ese quinteto debe agregarse -aunque con prudencia- el nombre de Juan Carlos Passo, que en su momento anunció su regreso al partido con el traje de candidato puesto, una situación que antes debe terminar de analizar el propio partido.

Berhongaray y Marino, con el respaldo del presidente de la UCR provincial Julio Pechín, hicieron el intento de que “Poli” Altolaguirre fuera proclamado como un candidato del consenso. Pero la jugada no les salió bien y ahora el cruce se intensifica.

Algunos memoriosos refrescan que en 2019 en las mesas de conversaciones se pactó -cuando se acordó que la diputación nacional de ese año era para Berhongaray- que ni el propio Martín ni Poli serían candidatos en 2021.

La candidatura de Poli tiene el aval de líneas de alto peso interno y de la estructura partidaria, pero no es un consenso general. A la vez que siempre hay negociaciones -pero no finiquitadas- entre Kroneberger y la Azul, que en otras ocasiones han actuado de manera coordinada.

Pero por ahora, cada sector tiene sus propios nombres. Y entre las Mujeres se repite la decisión de ir a fondo para que una de ellas encabece alguna de las dos listas para ir al Congreso, pero ese nombre no aparece y en las listas tradicionales la respuesta es que no encuentran alguna que sea “competitiva” y tampoco aceptan del todo la idea de que la designada tiene que surgir de un grupo reducido y no de la dirigencia o militancia en general.

El rol del PRO

La oposición pone en juego en estas legislativas dos bancas, una en el Senado y la otra en la Cámara de Diputados y Diputadas: se bajan Juan Carlos Marino y Martín Maquieyra.

El radicalismo confía en que si puede consensuar sus nombres (que no es fácil), es probable que el PRO ni siquiera dé una disputa electoral: interpretan que los daños de esa grieta podrían ser peores que aceptar la inferioridad de condiciones en que en La Pampa están el macrismo y Maquieyra.

Las ambiciones personales de Maquieyra, no obstante, parecen ir en otra dirección y solo así se entiende que desde la ciudad de Buenos Aires, y a su pedido, Patricia Bullrich haya definido la intervención del partido en La Pampa. El negociador Marcelo Wechsler desembarcaría el lunes en La Pampa y hay radicales que lo conocen y destacan su perfil dialoguista y no prepotente.

A su vez, el PRO está dividido como nunca: el espacio autodenominado Nueva Mayoría, que representan los exlegisladores Maximiliano Aliaga y Adriana Leher ya ofreció ocupar algún segundo lugar en una hipotética integración al radicalismo que deje al margen a Maquieyra.

La gran pregunta es si la UCR podrá evitar la interna, o tropezará otra vez con la piedra que en 2017 le permitió a Maquieyra “colarse” en el Congreso sacando provecho de la puja entre Torroba y Berhongaray.

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