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EL DIARIO digital
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Un equipo de científicos de la Universidad de California, Irvine, descubrió que la inulina, un tipo de fibra presente en vegetales como la cebolla y el ajo, puede proteger al hígado de los daños causados por el consumo excesivo de fructosa, un azúcar abundante en alimentos y bebidas procesadas. Este hallazgo, publicado en la revista Nature Metabolism, subraya la importancia de la alimentación para prevenir problemas hepáticos y metabólicos.
El estudio demuestra que la inulina modifica el microbioma intestinal la comunidad de bacterias del intestino, logrando que estas bacterias "neutralicen" la fructosa antes de que llegue al hígado. Este proceso reduce significativamente la carga de azúcar que debe procesar el órgano, mitigando así el riesgo de desarrollar enfermedades como el hígado graso o la resistencia a la insulina, incluso en personas sin sobrepeso.
Un "filtro" natural en el intestino
El equipo liderado por Cholsoon Jang verificó que, al consumir inulina, las bacterias intestinales benéficas la utilizan como alimento. En este proceso, "capturan" y digieren la fructosa. De esta manera, el hígado recibe una carga mucho menor, lo que disminuye el peligro de acumulación de grasa y de la resistencia a la insulina.
La inulina funciona como un "filtro" natural: si una persona consume una bebida azucarada junto con alimentos ricos en esta fibra, parte del azúcar no llega a dañar el hígado. El trabajo también destaca que la inulina favorece la producción de antioxidantes en el hígado, fortaleciendo la defensa del órgano contra la inflamación y el estrés oxidativo que provoca la fructosa en exceso.
A diferencia de la glucosa, la fructosa es procesada principalmente por el hígado. Su consumo elevado puede hacer que el órgano no solo produzca más grasa, sino que también agote su energía y genere compuestos dañinos. Esto aumenta el riesgo de enfermedades hepáticas, diabetes y, en casos graves, incluso cáncer de hígado.
Potencial para la salud pública
El estudio, que se llevó a cabo en ratones, mostró que los animales a los que se les añadió inulina a una dieta alta en fructosa desarrollaron menos grasa en el hígado y menor resistencia a la insulina. Los científicos identificaron una bacteria clave, la Bacteroides acidifaciens, como la principal responsable de la protección.
Un hallazgo crucial fue que los beneficios de la inulina pueden transferirse: al trasplantar bacterias intestinales de ratones suplementados con inulina a otros que no la consumían, los receptores también quedaron protegidos. Esto sugiere que mejorar el microbioma intestinal podría ser una herramienta efectiva para la prevención de enfermedades metabólicas y hepáticas.
La relevancia de estos resultados es significativa, considerando el aumento global de la obesidad, la diabetes y el hígado graso. Se estima que uno de cada cuatro pacientes con hígado graso no tiene sobrepeso, lo que dificulta su diagnóstico. Por ello, implementar estrategias de prevención accesibles a través de la alimentación es cada vez más urgente. Los expertos de la Universidad de California creen que en el futuro se podrá ofrecer una nutrición personalizada para cada persona, lo que convertiría a algo tan simple como agregar más vegetales ricos en inulina a la dieta en una herramienta clave para la salud hepática.