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EL DIARIO digital

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Primero debe quedar claro que el objetivo de la columna de hoy no es poner en duda las bondades de la siembra directa (SD). Claramente este sistema es la autopista por la cual debemos transitar. El contrapunto surge en que hay ciertos técnicos que piensan que se debe trabajar siempre bajo la premisa de no remoción del suelo por los efectos beneficio que eso trae en el suelo en el largo plazo. Es decir, con una mirada EDAFOCENTRICA, poniendo al suelo como el fin supremo de la empresa agropecuaria. De este modo la no remoción y cobertura permanente edáfica es el punto de partida sine qua non para cualquier debate o solución propuesta a los problemas de la agricultura actual.

Por otro lado, existe otro grupo de técnicos e investigadores que, sin descuidar la sustentabilidad y la sostenibilidad de los sistemas, tienen una mirada más holística y ponen en el centro de todo a la productividad y la supervivencia de la empresa agropecuaria, aunque esto signifique pagar algún costo reversible en materia de oxidación de materia orgánica edáfica. Se entiende por productividad toda técnica que aplicada al agroecosistema arroja una respuesta en kilos de producto por hectárea a un mejor costo, en definitiva, obtener más dólares por hectárea. 

Cuando hablamos de suelo y de materia orgánica, sabemos que la misma se divide, para hacerlo simple, en dos fracciones:

1.MO VIEJA, muy estable ante el manejo. Su modificación solo se explica por procesos erosivos graves, que debemos evitar a toda costa.

2.MO JOVEN o particulada, que es la fracción lábil y que mineraliza en mayor cantidad ante un proceso de labranza, pero la misma se puede recuperar con el manejo.

Es decir que, si bien con una labranza eventual podemos estar afectando un parámetro de calidad de suelo reversible, lo cual no es gratuito, debemos tener claro que la agricultura es un negocio y no todo es "suelo". Un productor interactúa con la edafología y un montón de ciencias más, fundamentalmente la economía. Por otra parte, permanecer en siembra directa estricta tampoco resulta gratuito, porque hay que recurrir a técnicas igual de agresivas; quizás no para el suelo, pero si para otros factores de la producción igual de importantes por la cantidad de energía química que hay que liberar, o por el tiempo que se debe esperar en un proceso de recuperación como puede ser un cultivo de servicio. 

Lo primero que se debe preservar es la empresa en marcha. La misma debe perdurar en el tiempo para ir nutriéndose de los avances que genera la tecnología, la cual va resolviendo los problemas que se van suscitando. Como ejemplo, si nosotros queremos preservar a toda costa la bio rizósfera por un efecto a largo plazo, podemos caer en paradoja que hoy tienen algunos países que no querían usar sus reservas petroleras por miedo a que se agoten, defendiéndolas como una cuestión estratégica. Hoy sabemos que en cincuenta años se dejaran de usar tal combustible, según lo que nos hacen saber los consultores más reconocidos en la materia. Otro ejemplo son los transgénicos, muchos colectivos llamados "ecologistas" los denostan en base supuestos peligros potenciales que no han llegado aún a materializarse afortunadamente.

Seguidamente vamos a mencionar dos miradas respecto de por qué la labranza como alternativa de producción es imposible de soslayar. La primera responde a una mirada macro y la segunda orientada puramente a la agronomía y el lote.

MIRADA MACRO 

Si hoy la sociedad tomara la postura de cero remociones de suelo al pie de la letra, el mundo entraría en una crisis alimentaria de dimensiones pandémica, con altos costos humanos. Algo inaceptable pues el hombre es la principal especie para conservar. Lo dicho, aunque suena exagerado es axiomático. Se puede demostrarlo simplemente mencionando que hay decenas de cultivos que no se pueden producir sin perturbar el suelo con la tecnología actual, varios de ellos se ubican entre los "top diez" que alimentan el mundo como arroz, papa y batata. Además, hay otras especies fundamentales para las economías regionales como el maní. 

Es decir, si como sociedad queremos cero labranzas, pues entonces debemos dejar de producir estos cultivos y otros más. Siendo pragmático entendemos que no podemos plantear semejante cosa, por ser una postura demagógica, ya que la sabemos impracticable ipso facto.

MIRADA MICRO O AGRONÓMICA

Se registran cientos de situaciones donde un productor debe recurrir a la labranza para resolver rápidamente un problema para ser productivo. Como ejemplo podemos mencionar la eliminación de ciertas malezas problema como Paphosporum o cortadera chica, o la necesidad de romper una dureza de suelo en un campo alquilado con contrato accidental de cosecha, y decenas de situaciones más. Coartar posibilidad de la labranza abogando la afectación reversible de un parámetro de calidad de suelo como la materia organiza joven, es una idea adolescente, ya que nos preocuparíamos de aspectos que no están alineadas con las urgencias de la realidad que nos toca vivir. 

Como ejemplo podemos mencionar la matriz energética de países como Alemania que por un conflicto bélico tuvieron que reabrir sus centrales térmicas a carbón para la generación de energía, cosa que no se hace en un día, desnudando lo equivocada que fue esa decisión altruista en materia ambiental.

Quienes nos formamos como ingenieros agrónomos en plena crisis del 2001 sabemos muy bien que debemos conservar la empresa por sobre todas las cosas. Sin empresa no hay producción, empleo ni prosperidad. Por ello debemos trabajar, investigar y mejorar la labranza eventual prescripta. Hay módulos de investigación de larga duración en SD y en labranza continua, pero no en la situación combinada. Esto es algo sobre lo que se debe avanzar para completar el abanico de posibilidades, y luego con los datos en la mano, que sean los técnicos y el empresario quienes decidan que camino tomar en base a su realidad y posibilidades. 

Por otra parte, debemos tratar de formar a las nuevas generaciones de Ingenieros agrónomos en los sistemas de labranzas, e incluso nosotros mismos aprender de los nuevos implementos que se han desarrollado para las distintas situaciones que nos plantea el agroecosistema.

Para finalizar, no vamos a quedarnos en el análisis y la crítica, por lo que pasamos a las propuestas. Debemos calibrar un gráfico cartesiano donde tengamos en las ordenadas el % de MO total del suelo, y en las abscisas la textura de éste expresada como un porcentaje del limo más la arcilla. Luego en ese grafico encontrar puntos de congruencia entre estos dos valores que nos oriente respecto al modo de intervención. Es decir, con qué tipo de implemento labrar, en que época, con qué riesgo, que manejo posterior, etc., según el grado de fragilidad de ese suelo. 

La experiencia empírica dice que un suelo con alto porcentaje de arena se puede labrar con una frecuencia de alrededor de 4 o 5 años o más en otoño/invierno, ya sea para establecer pasturas, cereales (u otras especies invernales) o bien cultivos de cobertura, evitando perturbar los lotes en primavera verano.

Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo 

(MP: 607 CIALP)

Posgrado en Agronegocios y Alimentos

@MARIANOFAVALP

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