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"Nutrición Animal de Precisión": balance energético, taninos funcionales y el rol de los granos vestidos 

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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En el contexto actual de la ganadería en la región semiárida de La Pampa, Argentina, la formulación de dietas con alto contenido de grano representa un eje técnico y económico de enorme relevancia. Si bien su implementación puede generar mejoras notables en la eficiencia productiva, también conlleva desafíos fisiológicos y metabólicos para el bovino, especialmente en lo referente al riesgo de acidosis ruminal subclínica, eficiencia digestiva y calidad final de la carcasa.

En la columna de hoy abordaremos los fundamentos que deben considerarse en el diseño de dietas con altos niveles de grano, particularmente maíz y sorgo, incorporando además el valor estratégico de los granos vestidos como la avena y la cebada. Asimismo, se revaloriza el rol funcional de los taninos condensados del grano de sorgo, no solo como moduladores del consumo, sino también como ionóforos naturales con efectos benéficos sobre el microbiota ruminal, en un contexto global que tiende a reducir el uso de antibióticos y promotores químicos.

A nivel de campo, la formulación de raciones en establecimientos ganaderos es heterogénea, tanto en términos cualitativos como cuantitativos. Uno de los errores más comunes es la utilización de dietas hiperenergéticas, con proporciones excesivas de grano que, si bien pueden traducirse en ganancias diarias de peso vivo satisfactorias, incrementan significativamente los costos de alimentación y predisponen a desórdenes metabólicos.

Una señal clínica de alarma ante un exceso de grano en la dieta es la presencia de heces pastosas, de color amarillo intenso, con olor pútrido que recuerda al de los monogástricos, en particular al cerdo. Este fenómeno se explica por el tránsito acelerado de almidones no degradados a través del rumen, que alcanzan el ciego donde fermentan sin que el animal pueda aprovechar esa energía, generando gases y pérdida de eficiencia.

En términos estructurales, una dieta de engorde debe contener:

1.Una fuente energética (maíz, sorgo).

2.Una fuente proteica (alfalfa, expeler de soja o girasol, núcleos proteicos, etc.).

3.Una fuente de fibra efectiva (heno, silajes, rollos o incluso rastrojos procesados).

Es en este último componente, la fibra, es donde reside, en buena medida, el equilibrio fisiológico del rumiante. Su incorporación no solo estimula la rumia y la producción de saliva (buffer natural del pH ruminal), sino que también permite modular la velocidad de fermentación del almidón, reduciendo así el riesgo de acidosis.

El sorgo granífero presenta características nutricionales y fisiológicas que lo convierten en una herramienta interesante para dietas de alta energía, sobre todo en contextos de restricciones hídricas como las que atraviesa La Pampa. Si bien su aporte energético es algo inferior al del maíz (75-78 % del valor energético), su concentración proteica puede ser similar o superior (7 al 15 %, según híbrido, ambiente y manejo).

Desde el punto de vista morfológico, el sorgo presenta un pericarpio que, en algunos híbridos, contiene taninos condensados. Estos compuestos, tradicionalmente considerados antinutricionales, están siendo revalorizados en rumiantes por su efecto ionóforo natural. A diferencia de los monogástricos, donde su presencia puede interferir en la digestión de proteínas, en bovinos estos taninos:

-Modulan la tasa de ingestión gracias a su astringencia, reduciendo la velocidad de consumo y previniendo el síndrome de acidosis aguda.

-Protegen las proteínas de la degradación ruminal, permitiendo que lleguen al intestino delgado con su valor biológico intacto, donde son absorbidas eficientemente.

-Actúan como inhibidores selectivos de microorganismos ruminales, generando un entorno más eficiente para la fermentación y reduciendo la producción de metano y amonio.

-Tienen efecto antiparasitario, reduciendo la carga de nematodos gastrointestinales.

-Funcionan como agentes quelantes, interfiriendo con la captura de iones metálicos críticos para microorganismos indeseables.

A su vez, desde el punto de vista agronómico, los taninos condensados otorgan ventajas relevantes:

-Repelen aves en pre-cosecha por su sabor amargo.

-Disminuyen la susceptibilidad del grano al deterioro por hongos durante la madurez (resistencia al weathering).

-Mejoran la resistencia a enfermedades y plagas en suelo, especialmente durante la emergencia.

Se recomienda utilizar el grano de sorgo siempre quebrado, pero no molido finamente, para evitar pérdidas por polvillo y reducir la energía requerida en la molienda.

No obstante, no se sugiere utilizar sorgo como única fuente energética, ya que se han documentado casos de excesiva retención hídrica en el músculo (edematización), que compromete la calidad de la carne. La inclusión de maíz en proporciones superiores al 60 % del total de granos permite equilibrar esta condición.

Los granos vestidos, como la avena y la cebada, cumplen un rol subvalorado pero fundamental, sobre todo en fases iniciales de acostumbramiento al corral. Su cubierta fibrosa y su menor densidad energética, en comparación con el maíz o el sorgo, ayudan a mantener un buen funcionamiento del rumen, favoreciendo la salivación y la motilidad gastrointestinal.

Además, al tener un menor poder fermentativo, su inclusión reduce la velocidad de acidificación del medio ruminal, permitiendo que el animal se adapte fisiológicamente al cambio de dieta sin transitar por estados de acidosis subclínica o pérdida de apetito.

La cebada es especialmente útil en regiones templadas y puede presentar niveles proteicos de entre 11 y 13 %, con buena digestibilidad. La avena, por su parte, posee propiedades laxantes suaves y buena palatabilidad. Ambas pueden formar parte de las raciones de iniciación o de transición, en proporciones que van del 15 al 25 %, en función del sistema y la disponibilidad forrajera.

En síntesis, el diseño de dietas con alto contenido de grano debe evitar simplificaciones peligrosas y considerar no solo la ganancia diaria de peso vivo como único parámetro de éxito, sino también el equilibrio fisiológico del animal, el impacto económico, la salud ruminal y la calidad del producto final.

El grano de sorgo, tradicionalmente relegado por su contenido de taninos, hoy se resignifica como herramienta estratégica gracias a sus efectos funcionales sobre el microbiota ruminal. En combinación con granos vestidos como la avena y la cebada, utilizados sabiamente en etapas de acostumbramiento, permiten estructurar raciones técnicamente superiores y adaptadas a la realidad agroecológica de La Pampa.

La nutrición animal de precisión no es un lujo técnico: es la única vía sustentable hacia una ganadería rentable, resiliente y de calidad.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVLP

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