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La ganadería bovina y el forraje invernal

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Promediando el mes de marzo y con la ocurrencia de precipitaciones, el productor pecuario y mixto empiezan a definir lo que será la cadena forrajera para el presente año, haciendo foco sobre todo en las raciones que necesitarán en los meses de julio y agosto, etapa conocida como "salida del invierno", uno de los momentos más críticos para toda explotación ganadera en pastoreo a campo. Sin duda, los verdeos de invierno serán una herramienta clave para ajustar rápidamente la oferta forrajera, manteniendo la carga animal, sin resignar desempeño productivo (ganancia diaria de peso vivo). 

El desafío de tener buenas praderas con altos volúmenes de forraje es muy complejo, más aún en contexto como el actual, donde el costo de los fertilizantes hace prohibitivo pensar en una adecuada nutrición de las gramíneas con fosforo y nitrógeno. Por ello recurrir a las leguminosas forrajeras como la vicia o el melilotus será clave para lograr altas producciones a bajos costo, potenciando además el cultivo siguiente al verdeó, ya que la retención de nutrientes por parte de la hacienda es muy baja, quedando la mayor parte del nitrógeno fijado del aire por la leguminosa disponible tanto para la gramínea acompañante del verdeo, como para el cultivo subsiguiente en la rotación.

Para tener un buen verdeo es clave una fecha de siembra adecuada de modo de no perder el estímulo de la temperatura, factor clave que permite lograr un buen crecimiento inicial, acortando la brecha de tiempo entre la emergencia de las especies y el primer pastoreo. Si disponemos de poteros provistos de buena reserva de humedad y fertilidad adecuada, los mas aconsejable sería el establecimiento de especies forrajeras de alta acumulación de materia seca inicial, como por ejemplo centenos diploides (o tipo Quehue), y avenas de igual comportamiento. 

En la otra cara de la moneda están los lotes con poca humedad y fertilidad, en estos casos donde se deben esperar las lluvias que están por venir para producir, resultan más adecuadas las variedades con curvas de acumulación de materia seca retrasadas, que concentren gran parte de su producción en primavera, evitando que se encañe prematuramente. Aquí encontramos centenos tetraploides, algunas avenas e incluso los triticales, especie ésta última que normalmente tiene una distribución bastante homogénea de la materia seca repartida en 2 o 3 pastoreos. 

Por como se viene desarrollando el año, lo más aconsejable sería inclinarse por sembrar centeno, por su rusticidad al frío, capacidad de rebrote y alta tolerancia a pulgones, lo que disminuye los costos de producción si se llegan a suscitar ataques de afidos (pulgones). En el caso de contar con potreros de baja fertilidad, como comentamos anteriormente, la utilización de leguminosas forrajeras (como el melilotus y/o vicia), son una opción más que interesante que permite, por un lado, incorporar fertilidad al sistema, a la vez que alarga el aprovechamiento del verdeo hasta "bien entrada" la primavera. 

La vicia a su vez disminuye drásticamente el síndrome de la "vaca caída" por acumular muchos minerales en sus tejidos y presenta efectos alelopáticos que inhibe el crecimiento de "malas hierbas". Esto mejora el retorno económico de la inversión y hace un uso más inteligente de la cadena forrajera toda, dejando acumular buena cantidad de biomasa en las alfalfas, las cuales deben ser aprovechadas antes que lleguen las heladas.

En el caso de las siembras de praderas perennes, fundamentalmente las de base alfalfas, conviene el establecimiento de estas en lotes de alta capacidad productiva, estableciendo pasturas puras (solo alfalfa), lo que mejora el control de malezas y logra la máxima producción de forraje por hectárea, prolongando la duración del cultivo en el tiempo si lo manejamos adecuadamente. Debemos tener presente que debe transcurrir al menos 4 semanas entre la emergencia del cultivo y la primera helada para disminuir el riesgo de perdida de individuos por las bajas temperaturas, con lo cual debemos sembrar ya mismo.

Finalmente, es importante hacer algunas consideraciones en cuanto al verdeo de invierno, pues el mismo tiene la "mala prensa" de ser una técnica cara, sin embargo, diremos que el mismo es caro si produce poco. Si hacemos bien las labores y logramos altas producciones pasa a ser un buen negocio, ya que se obtienen conversiones de un kilo de carne por cada 8 a 12 kilos de materia seca de verdeo sazonado (después de las heladas, cuando pierde un poco de humedad).   

De todo los expuesto vemos que el desafío esta en lograr altas producciones de forraje y una vez lograda esa producción, usarla eficientemente. Para ello es necesario junto a nuestro ingeniero de confianza, elegir muy bien el paquete tecnológico a aplicar, para lo cual los conceptos que hemos vertido le van a ser de gran utilidad. Debemos concatenar la capacidad productiva de nuestro ambiente a los costos que puede soportar cada actividad, a los efectos de tener el mayor retorno económico posible.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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