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Desconcierto por el desacople de los precios relativos entre granos e insumos

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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El sector agrícola está pasando por una coyuntura de precios relativos muy compleja. Es sorprendente la cantidad de grano que se necesita para comprar una unidad de cualquier insumo necesario para producir granos y oleaginosas, con especial énfasis en los fertilizantes.

Es que, si se analiza el precio internacional por ejemplo de la urea, (nutriente del cual hay producción local), versus lo que un agricultor argentino debe pagar, se advierte una distorsión de precio relativas de una magnitud que hace casi imposible el uso, al menos en ambientes marginales, donde el riesgo climático es tan grande, que de presentarse dejaría a la empresa en situación de semi quebranto por la magnitud de la perdida de capital de trabajo invertida en insumos.

Afortunadamente el empresario pampeano, aún está a tiempo de "reperfilar" su estrategia agronómica, de modo que no se ponga en peligro la sustentabilidad económica y financiera de su empresa. Ocurre que no se puede "conducir a ciegas", tomando decisiones con un nivel de incertidumbre tan alto, en la cual ninguna variable económica y de mercado de corto plazo está más o menos clara.

Es obvio que la actividad agropecuaria no puede detenerse. Toda la inversión de cultivos de cosecha gruesa está hecha, y ahora las sementeras deben cuidarse cueste lo que cueste y pase lo que pase. Sin embargo, con gran asidero muchos empresarios agropecuarios comienzan a sopesar incertidumbre versus beneficios, dándole preponderancia a las cuestiones de la economía y las finanzas, por sobre la agronomía. Por lo tanto, esta última debe redefinir su estrategia, adaptándose, y para ello debe valerse de todos los recursos disponibles. Entre estos podemos mencionar:

1. Posponer inversiones

2. Bajar las expectativas de rendimientos de cultivos

3. Sembrar menor superficie

4. Disminuir paquete tecnológico, (básicamente fertilizantes)

5. Adopción masiva de la labranza conservacionista

Toda y cada una de las estrategias antes mencionadas pasan hoy por la mente del empresario rural. Aquel ingeniero que quiera darle mayor importancia al largo plazo que a la coyuntura, corre el riesgo de poner en peligro al productor, por no tener una visión holística del contexto. Así es que se deberá evaluar el sistema biológico en su conjunto, insertarlo en el contexto económico y político actual, tratando de disminuir al mínimo la inversión, a la vez que se logre un nivel de producción que permita un resultado económico positivo "aceptable". Para ello es indispensable conocer y recorrer cada potrero minuciosamente.

Como hemos venido hablando en esta columna, quizás entremos en una nueva campaña done el empresario agrícola encuentre en la labranza una vía de escape para bajar inversión. En efecto, la remoción del suelo tendrá para el agricultor dos claros beneficios y un claro perjuicio.

Dentro de los beneficios se contabilizan eliminar todas las malas hierbas preparando la cama de siembra para que el cultivo nazca libre de ellas. Además, al airear el suelo se aumenta el coeficiente de oxidación de la materia orgánica acrecentando el pool de nutrientes disponibles para el cultivo. Si bien hay que mencionar que, al menos inicialmente, al incorporar el rastrojo al suelo, las bacterias tomarán nutrientes de éste para descomponer los residuos vegetales.

Así vemos que en un primer momento los microorganismos del suelo van a competir con el cultivo por nutrientes, pero lo hacen en un momento en que la planta se está estableciendo y demanda poca nutrición. De hecho, evita la pérdida de los elementos químicos por lixiviado (luvia) o por procesos de desnitrificación. Una vez que las bacterias finalizan la descomposición del rastrojo "devuelven" todos los nutrientes tomados del suelo, más los que originaron con la oxidación (descomposición) de la materia organiza joven (rastrojos), quedando disponibles para el cultivo.

El "talón de Aquiles" de todo esto radica en que la labranza evapora unos 20 a 40 milímetros que pueden ser vitales para ambientes semiáridos como el nuestro. Pero al tratarse de un año con pronóstico "Niño" (lluvias por encima de la media histórica), este ítem disminuiría en importancia. También es relevante conocer la fertilidad potencial de cada potrero, empleando para ello la "historia clínica del lote" y el análisis de suelo. Esto permitirá en caso de decidir achicar área plantada, destinar los recursos a los potreros con mayor potencial productivo.

En resumen, si bien todo tiempo presente es crítico y el futuro incierto, pensar en hacer una inversión a seis meses de plazo y a cielo abierto, en un contexto como el que nos toca atravesar tan convulsionado, no solo desde lo económico sino también desde lo político, nos conmina a mantener un delicado equilibrio entre la cautela y la audacia.

(*) Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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