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EL DIARIO digital
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En su informe mensual la bolsa de cereales de Rosario describió como "otra campaña en jaque por la sequía" a la zafra de cereales de invierno que estamos transcurriendo. Actualmente tenemos el 43 % del trigo en estado regular a malo. Como si esto fuese poco, durante la semana pasada ocurrieron episodios de bajas temperaturas en buena parte de la región triguera Argentina, entre las que podemos contabilizar a la provincia de La Pampa, fenómeno que seguramente incrementará tal área.
En algunas de estas zonas se produjeron heladas agrometeorológicas. Esta se define como el descenso térmico igual o inferior a 3°C medido en el abrigo meteorológico, lo que equivaldría a 0°C o menos a la intemperie, en superficie de suelo.
Desde el punto de vista agronómico, una helada también podría definirse como la temperatura a la cual los tejidos de la planta comienzan a sufrir daño. A medida que la temperatura desciende y la helada se prolonga, los daños en los vegetales aumentan. Estas heladas son consideradas cuando se registran temperaturas mínimas cercanas o menores a 2°C a una altura promedio 1,5 metros respecto del suelo, en la mayoría de los cultivos que son sensibles al frío durante todos su desarrollo o una etapa de éste.
La resistencia a bajas temperaturas de los cereales de invierno en general varía con la especie y la etapa de crecimiento en la que se encuentra. Así por ejemplo durante la fase de emergencia y macollaje el centeno es más resistente a bajas temperaturas que el trigo, y este último más resistentes que la avena. Todas estas especies invernales a medida que se desarrollan van perdiendo paulatinamente la tolerancia al frío, llegando a momentos tales como floración, donde la ocurrencia de un episodio gélido puede afectar de manera grave su potencial de producción.
Desde la emergencia y hasta el estado de 2 hojas el trigo es sensible a las bajas temperaturas. Es común observar muerte de plantas pequeñas durante la implantación, pero a medida que comienza el macollaje van adquiriendo mayor resistencia.
Durante el macollaje del cultivo, el daño por ocurrencia de heladas se muestra por la presencia de hojas retorcidas, decoloración hacia un verde claro/amarillo del follaje y la existencia de tejido muerto, especialmente hacia la punta de las hojas (quemado). Los macollos afectados permanecen activos y de coloración normal luego de 10 días de producida la helada, pero ante la disección del tallo vemos el ápice de crecimiento afectado.
Los factores que pueden influir en la resistencia al frío incluyen la humedad relativa del ambiente y el contenido de agua en el suelo en el momento de ocurrencia de la helada, dos factores relacionados directamente con el estado hídrico del cultivo. Otros factores para considerar son las condiciones de manejo cultural de cada lote (fertilidad, fertilización, control de malezas), ubicación topográfica (los sectores deprimidos resultan con mayor afectación) y nivel de cobertura de rastrojos (lotes con labranzas presentan daños menos severos).
En cuanto a la relación con la genética, ciertas variedades pueden tener mayor resistencia al frío que otras, incluso hay algunos ensayos hechos al respecto en la provincia de La Pampa. Como regla general podríamos decir que los cultivares de ciclo largo, o intermedio/largo tienden a ser más resistentes a las bajas temperaturas respectos de los ciclos cortos. De todos modos, el aspecto genético tiene menor importancia relativa si lo comparamos con otros factores tales como:
-Cantidad de cobertura del suelo
-Humedad del suelo y del ambiente
-Fertilidad del ambiente.
-Características de la helada.
Respecto del efecto de la cobertura y la humedad de suelo ya mencionamos algo en párrafos anteriores. Una fertilización adecuada puede mejorar la salud general de las plantas y potencialmente aumentar su resistencia al frío, sobre todo en lo que a disponibilidad de fósforo se refiere.
La intensidad y duración de la helada durante el macollaje o encañazon del trigo pueden tener un impacto significativo en el rendimiento. Según los informes, las pérdidas pueden variar entre un 30 a un 50 por ciento sino ocurren lluvias importantes pronto, después de una helada. Por ejemplo, una helada de -1°C durante seis horas puede ser más peligrosa que otra de -5°C durante un espacio de tiempo de 30 minutos. La intensidad se refiere a cuán baja es la temperatura. Las heladas más intensas pueden causar más daño a los cultivos.
En resumen, las bajas temperaturas que hemos tenido durante la semana pasada han generado daños dispares en los lotes pampeanos implantados con cereales de invierno. En algunos casos los síntomas son casi imperceptibles, pero en otros las pérdidas de macollos y de área foliar es importante. En los potreros que han sido más afectados ya podemos contabilizar mermas de rendimiento del orden del 20 al 30 %. Para que las mismas no sigan incrementándose con el paso de los días es necesario la ocurrencia de precipitaciones que le otorguen al cultivo la capacidad de recuperar una tasa de crecimiento que le permita reponer parte del área foliar y macollos fértiles perdidos.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- [email protected]