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EL DIARIO digital
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Desde hace aproximadamente diez días los ingenieros agrónomos venimos advirtiendo infecciones en lotes de trigo por Puccinia striiformis f. sp. tritici o "Roya Amarilla". Todo hace pensar que, de ocurrir alguna precipitación en los próximos días, la infección avanzará de manera más fuerte. Fundamentalmente en potreros con variedades susceptibles a este patógeno, situación donde deberemos intervenir con algún fungicida para evitar la pérdida del cultivo.
Este es un hongo del tipo biótrofo que afecta por igual tanto al trigo pan, como el trigo candeal e incluso al triticale. El signo típico es la presencia en las hojas de pústulas muy pequeñas, de color amarillo limón dispuestas en el sentido de las nervaduras, dando un aspecto de distribución lineal. También puede llegar a verse de color naranja, confundiéndola en este caso con la "roya de la hoja" o "naranja del trigo", pero no corresponde a ese patógeno en particular, sino como mencionamos a la "roya amarilla".
Como ocurre con otras enfermedades fúngicas, el área afectada posteriormente se necrosa. También se observa en las espigas, en glumas y aristas. De las royas que afectan al trigo es la única que se propaga más allá del lugar del punto inicial de infección, por esto se la considera de tipo sistémica. Pocas infecciones iniciales pueden conducir al secado de las hojas sin necesidad de infecciones posteriores. En las variedades de trigos consideradas resistentes a moderadamente resistentes se observa una escasa longitud de la estría, clorosis y baja a nula formación de pústulas.
La "roya amarilla" comparte muchas características con la roya de la hoja (Puccinia triticina). Sin embargo, se diferencia de ésta porque requiere temperaturas más bajas para producir infección, la temperatura óptima es de 9 - 13 ºC. El período de mojado de hoja o rocío necesario para el proceso de infección, no debe ser menor a las 6 horas. Es una enfermedad policíclica, es decir que puede hacer varias veces su ciclo reproductivo durante el desarrollo del cereal, con una duración de aproximadamente 10 días, dependiendo de las variables ambientales; las cuales pueden retrasarlo si no son del todo favorables para el desarrollo del patógeno.
Pasó de ser una enfermedad de aparición esporádica, a presentarse todos los años en la región triguera sur (subregiones VS y IV), motorizada por la gran superficie implantada con cultivares altamente susceptibles al patógeno. Las pérdidas ocasionadas en este tipo de cultivares (altamente susceptibles) pueden llegar a ser de la misma magnitud o mayores a las de roya de la hoja o del tallo. Cuando se deja avanzar, la enfermedad produce daños severos sobre el área foliar porque el cultivo queda con menos hojas y, consecuentemente, se reducen las espigas y la cantidad y calidad de los granos. Se estima que en lotes no controlados adecuadamente las pérdidas pueden oscilar entre el 40% y el 55%.
La buena noticia es que ya contamos con mucha más información acerca de este hongo. Se dispone en el mercado nacional de diversos materiales resistentes al mismo que facilitan sobremanera el manejo de la enfermedad, incluso sin la necesidad de recurrir a la herramienta química. (Ver Figura 1).
Es fundamente monitorear de cerca los cultivos de trigo. Si el mismo no está intensamente afectado quizás convenga esperar y analizar la evolución de las variables humedad y temperatura. Muy por el contrario, si hay fuerte incidencia (presencia), y severidad del patógeno en el cultivo (grado de infección), a punto tal que comprometa el futuro de este, pues entonces se recomienda la aplicación de un fungicida.
Para esto último es indispensable la consulta a un ingeniero agrónomo que previamente recorra el lote, como así también tener claro que, aun aplicando un fungicida, el lote solo estará protegido por un periodo no mayor a 15 días. Luego de dicho lapso es altamente probable que haya que hacer otra aplicación para defender hoja bandera, la cual explica más del 70 % del llenado del grano de trigo y por ello debemos conservarla a toda costa.
En la aplicación de fungicidas juega un papel trascendental la calidad de aplicación. Este tipo de agro defensivos una vez que son absorbidos por la planta tienen un movimiento solamente ascendente. Por lo tanto, en necesario un excelente mojado de toda el canopeo (parte aérea del cultivo) durante la pulverización, tratando de llegar lo más abajo posible con las gotas, protegiendo de este modo la mayor cantidad de área foliar, conservándola para fotosintetizar, a la vez que se evita el desarrollo de inóculos que generan nuevas infecciones.
En resumen, si en el lote es fácil encontrar hojas con algún grado de infección de roya amarilla, y las pústulas ya se encuentra en las hojas superiores, va a ser necesario seguramente intervenir con alguna herramienta química, más aún si la variedad es susceptible o moderadamente resistente. En el caso de que hayamos implantado una genética con resistencia, lo más probable es que solo veamos algunas infecciones puntuales, mayormente en hojas basales, la cuales la planta genera una reacción de hipersensibilidad, que se evidencia por un halo clorótico alrededor de la pústula. Ello evita que el hongo se propague más allá de la infección primaria, siendo este el mecanismo de resistencia genética del cultivo al patógeno.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP