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"Estructura de cultivo y su relación con el ambiente"

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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La estructura de cultivo se refiere a la densidad de siembra elegida para una especie, el espaciamiento entre surco y el tipo de crecimiento de la genética empleada, lo cual determina que cultivo vamos a tener en el lote. En cuanto a la calidad de ambiente, podemos decir que este concepto engloba tanto aspectos edáficos, (profundidad de suelo, textura, fertilidad física y química, etc.) como climáticos (precipitaciones, temperatura, etc.). 

Si bien es cierto que en un potrero la lluvia caída es más o menos la misma, la precipitación efectiva (es decir, lo que realmente penetra en el suelo) puede variar si analizamos por ejemplo una loma versus un bajo. Obviamente, no es la misma estructura de cultivo la que debemos usar en ambientes de alto potencial de rendimiento (ejemplo, un bajo con napa), respecto a la que usaremos en un ambiente menos apto (loma con manto de piedra a 40 centímetros). Este aspecto es la razón de ser de la agricultura de precisión, ósea trabajar cada pedazo de campo según sus posibilidades productivas y no hacerlo según la disposición de los alambrados.

Hacer agricultura precisión es mucho más que tener el GPS mas caro, el monitor de siembra más sofisticado o la cosechadora con el mapa de rendimiento más exacto, sino que se trata de tener información de un sector del potrero para que nos ayude con la toma de decisión, en post de hacer producir al máximo esa fracción. Es lo que se conoce como crecimiento vertical (mayor producción por unidad de superficie), lo cual cada vez es mas buscado por técnicos y productores, debido al alto costo de los alquileres que limita el crecimiento horizontal (trabajar más hectáreas de campo). 

Seguidamente, vamos a analizar que efectos prácticos tiene un cambio en la estructura de cultivo y como afecta a las distintas especies. Al disminuir la densidad de siembra y aumentar el espaciamiento entre surco, en condiciones de baja disponibilidad hídrica, produce un uso conservativo del agua durante el período vegetativo al reducir la cobertura vegetal y dirigir una mayor proporción de la radiación hacia la superficie seca del suelo, más resistente a la perdida de agua que el cultivo.

Esto puede incrementar la disponibilidad de agua en las etapas reproductivas, sin embargo, es de utilidad solo en ambientes sometidos a sequías progresivas y severas, que dependen en gran medida del agua de reserva en el suelo, ya que si el ambiente tiene menos limitaciones hídricas debemos preocuparnos por captar la mayor radiación posible, pues es la fuente de energía de la planta para producir.

En maíz, debido a la escasa plasticidad vegetativa y reproductiva que muestra la planta, una baja densidad solo es beneficiosa en ambientes de bajo potencial, cuando los recursos no son limitantes. Los rindes elevados se obtienen con altas densidades, para lo cual la siembra a 52 centímetros entre surco presenta algunas ventajas. Vale mencionar que en densidades sub. optimas conviene utilizar algunos de los siguientes tipos de híbridos:

1.híbridos prolíficos: es decir que tengan dos o tres espigas por planta.

2.híbridos espiga "flex": que pueden agrandar significativamente el tamaño de la espiga ante una mayor disponibilidad de recursos.

3.híbridos macolladores: que origina macollos con espigas fértiles.

En cuanto a girasol, en aquellos potreros de bajo potencial de rinde la producción del cultivo no se ve afectada en un amplio rango de densidad de siembra, debido a la gran plasticidad que posee esta especie.

La soja, al igual que el girasol, es poco sensible a la densidad de plantas debido a su gran plasticidad. Sin embargo, en ambientes poco productivos, durante la primera mitad de su ciclo, la plasticidad vegetativa no se expresa, por lo que la densidad optima puede ser mayor que la utilizada en ambientes favorables.

En resumen, al momento de decidir la fecha de siembra, la genética a utilizar y la estructura de cultivo, se estará definiendo si vamos a optar por una estrategia defensiva, tratando de asegurarnos un piso de producción interesante, aún a costa de perder potencial de producción si el año se presenta climáticamente favorable; o todo lo contrario, optar por una estrategia ofensiva, poniendo todo lo que hay que poner para tratar de llegar al techo productivo del ambiente, lo que puede ser muy peligroso en zonas marginales, ya que de fracasar las precipitaciones, la producción puede llegar a ser cero (como ocurrió en muchos porteros de soja durante la última zafra en La Pampa), generando quebrantos financieros y perdida de capital de trabajo de lento recupero para la empresa.

(*) Ingeniero Agrónomo  (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

 

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