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Cosecha fina: a la espera de las lluvias de primavera

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Si bien nuestra provincia tuvo un invierno que podríamos calificar de húmedo por las lluvias acontecidas en julio y agosto, el otoño fue seco. Por lo cual la reserva de humedad en los suelos empieza a escasear conformo los días se alargan y la temperatura sube, que en consecuencia producen un aumento de la demanda de agua por parte de los cultivos. El productor conocedor de esta situación empieza a ser invadido por una preocupación muy importante respecto del el impacto que pueda llegar a tener el retaso de las precipitaciones en los cultivos. 

Sabido es que la primavera es definitoria en cuanto a la suerte del trigo se refiere. En general, los años con lluvias primaverales tempranas, son zafras con buenas producciones. Sin embargo, no es lo mismo que éstas acontezcan a fines de agosto o la primera quincena de septiembre, que si hacen su aparición sobre el fin de este mes. Si bien el intervalo de tiempo parece escaso, hace una gran diferencia en cuanto a la respuesta del cultivo. 

Como regla general si el mes de agosto se presenta seco, aún si la necesidad de lluvia se hace sentir en los cereales de invierno, representa más un problema de no poder fertilizar de manera adecuada debido a la falta de humedad para la incorporación de los nutrientes, que un factor limitante del rendimiento per se. 

Si bien es toda una bendición un registro pluviométrico durante agosto, la gran mayoría de la superficie pampeana plantada con cereales de invierno puede atravesar el mes sin lluvias. Sin embargo, cuando las lluvias se empiezan a demorar, es común recibir la consulta de algún productor preocupado, deseando conocer cuanto tiempo es capaz el cultivo de "aguardad la lluvia" sin afectar sensiblemente su rendimiento. Para responder esta pregunta vamos a analizar brevemente los aspectos del desarrollo del trigo que más importancia relativa tienen en la generación del rendimiento.

Numerosas evidencias científicas concuerdan que, de los dos componentes del rinde, granos por metro cuadrado y peso de los mil granos, el que más peso relativo tiene es el primero mencionado. 

Esto se debe a que, si bien el peso de los granos varía, el mismo se define en un período muy corto de tiempo, que va desde la floración hasta la madurez fisiológica (momento en el cual el trigo deja de acumular materia seca y solo pierde humedad, este coincide aproximadamente con un 37 % de humedad en grano). 

Además, en caso de sufrir algún estrés en este período de desarrollo, el cultivo es capas de completar el llenado de grano con fotos asimilado generados en etapas anteriores, que mayormente se alojan en el tallo. Se ha estimado que hasta el 30 % del peso de los granos puede ser aportado por removilización de fotosintatos, con lo cual luego del cuaje, es poco probable que un estrés pueda afectar de manera importante el peso de los granos, y consecuentemente el rendimiento, a excepción de un golpe de calor que podría producir el fenómeno del "grano chuzo" o arrugado donde si pierde calidad panadera y rendimiento.

De lo expuesto anteriormente se deduce, que debemos dirigir los esfuerzos en lograr la mayor cantidad de granos por metro cuadrado si queremos obtener altos rendimientos. Este componente del rinde queda definido en una ventana de tiempo mucho más amplia que la anterior variable analizada. 

Podemos decir que prácticamente empieza con la siembra, pues en ese momento según la densidad de siembra utilizada será en numero de plantas por hectárea, que luego del macollaje no dejará definido el número potencial de espigas por metro cuadrado. Por ello a medida que atrasamos la fecha de siembra debemos aumentar los kilogramos de semilla por hectárea utilizados, pues contamos con menos tiempo para el macollaje. 

Vale aclarar que no todos los macollos llegan a desarrollar una espiga, en general varios de ellos mueren y los asimilados que poseen son removilizados por la planta. A su vez, la espiga del trigo que todos conocemos esta formada por varias espiguillas, las cuales a su vez tienen varias flores. De esa cantidad de flores diferenciadas, de cuantas sobrevivan y cuajen dependerá el número de granos por metro cuadrado. 

El período de tiempo más importante para este proceso es, "20 días antes y 10 días después de la floración". Si convenimos que la fecha media de floración de los trigos en La Pampa es alrededor del 20 de octubre (más/menos una semana), veremos qué podemos esperar las precipitaciones hasta mediados de septiembre, sin preocuparnos porque algo grave le pueda pasar al rendimiento de nuestro cultivo. Esto obviamente, si logramos oportunamente un buen están de plantas y un aceptable desarrollo de la sementera. 

Para ir finalizando es importante mencionar como afecta el desarrollo del trigo las variables ambientales radiación y temperatura. La primera lo favorece, es decir a mayor radiación mayor tasa de crecimiento del cultivo; mientras que la temperatura lo afecta negativamente acelerando el desarrollo del cultivo, (a mayor temperatura menos duración de las etapas de desarrollo). Es decir, que la mejor combinación para el trigo sería una primavera soleada y "fresca", con lluvias a fines de agosto o primera quincena de septiembre.

En resumen, los cereales de invierno se han sembrado con muy buenas condiciones de humedad. Paralelamente se han registrado la suficiente cantidad de heladas necesarias para retardar el desarrollo de las sementeras favoreciendo el enraizado. Solo hace falta que inicien las lluvias para evitar una merma en el rendimiento de los cultivos pampeanos.

(*) Ingeniero Agrónomo  (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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